Cuatro o cinco jarras de tereré bien helado. El ritual se repite siempre que Alejandro “El Cuervo “ Silva se reúne con su hermana, también misionera, en Buenos Aires. Sirve para calmar la sed pero también para afianzar los vínculos con la tierra colorada, esa que está lejos, pero también cerca, y que ambos llevan en la sangre.
Silva es posadeño, se crió en el barrio La Querencia y los caminos de la vida lo llevaron a Avellaneda cuando tenía 14 años. Una década después, pasó de ser un migrante interno más desde el interior hacia la capital a transformarse en uno de los referentes del boxeo nacional.
El último domingo por la madrugada, tal como informó EL DEPORTIVO, Silva defendió con éxito por segunda vez el título Latino Plata del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), nuevamente por nocaut, tras vencer al bonaerense Antonio Santillán, en Pérez, cerca de Rosario. Tras la pelea, le contó a este Diario cómo es su presente y cuáles son sus expectativas de cara a lo que se viene.
Ale, la pregunta casi que está de más, pero explicanos por qué te dicen “El Cuervo”…
Bueno (se ríe)… Soy hincha fanático y socio refundador de San Lorenzo, porque compré un metro cuadrado de la cancha nueva, para volver a Boedo. Aporto siempre que se pueda para el club. Sigo la campaña pese a que, a veces, cuando peleo, no puedo mirar los partidos. Tengo un amigo que juega en Primera, Gabriel Rojas, marcador izquierdo. San Lorenzo es mi pasión.
¿Cómo fue el camino desde Misiones hacia Buenos Aires?
Yo nací en Posadas, tengo 25 años, pero vivo en Avellaneda desde los 14. Nos vinimos con mi mamá, después de que se separara de mi viejo, pero de parte de ella tengo toda mi familia allá en Misiones y siempre que puedo, me vuelvo para visitarlos y estar con ellos.
¿Ya peleabas en Posadas?
No no, en Posadas jugaba al fútbol. Yo jugué en Huracán, donde salí campeón en las categorías juveniles, después en Ciclón Misionero y también en Luz y Fuerza. Cuando me vine a Buenos Aires, jugué en las inferiores de San Lorenzo, pero mi vieja estaba sola y todo era más difícil.
¿Cómo llegaste al boxeo?
Empecé a los 16 años, acá en Buenos Aires, para hacer defensa personal, porque las calles no eran fáciles. Arranqué en el gimnasio El Campeón, de Isidro Casanova, de Héctor “Hacha” Juárez. Ahí me gustó y empecé a pelear, habré hecho unas 20 peleas y me llevaron a la selección argentina de boxeo. Ahí conocí a Héctor Morales, que me abrió las puertas del gimnasio de San Lorenzo, y me dio una mano enorme. “Hacha” fue mi creador y Morales me permitió avanzar.
Y de ahí, a ser profesional…
Sí sí, llevo once peleas como profesional, tengo nueve ganadas por nocaut, una por puntos y un empate. El título Latino Plata lo gané después de ocho peleas el 3 de noviembre pasado en el club Talleres de Arroyo Seco, cerca de Rosario. Ya en diciembre hice la primera defensa y ahora la del sábado fue la segunda.
¿Qué te queda para el año?
Por fortuna, salió todo como lo esperábamos. En las próximas horas vuelvo a entrenar. Y vamos a ver. Hablaré con mi agente para programar una nueva pelea. Cuanto más podamos sumar este año, mejor, así nos facilita para tener una chance importante para el año que viene. El objetivo siempre es sumar peleas, enfrentar a rivales duros, con experiencia.
¿Te sentís misionero?
Sí sí, después de vivir once años acá, quizás por la tonada parezco más a un porteño (se ríe)…. Pero tengo mucho de misionero y extraño Misiones. La única que me acompaña con el tereré es mi hermana, que también vive acá, y que cada vez que nos juntamos, tomamos cuatro o cinco jarras… Después, las frutas, acá te arrancan la cabeza y allá me acuerdo que había todo y mucho más barato.
¿Estás en contacto con tus allegados de Misiones?
Sí, tengo muchos amigos allá, compañeros de fútbol con los que sigo en contacto. Tengo amigos en Villa Cabello, en el barrio La Querencia, de mi viejo, en el barrio Pam, en Garupá. Sigo hablando con ellos y los visito cuando puedo.
En enero del año pasado, el deporte misionero se vio conmovido por la muerte de Carlos Luis “Flecha” Silva, tras un accidente vial en Brasil… Pocos saben que era tu padre…
Era mi viejo, sí, y sabía que lo querían mucho, que había mucho afecto. Él también es parte de todo esto, él puso su grano de arena para que hoy yo esté acá. Personalmente pienso que todo lo que pasa, pasa por algo. Escogí pensar así, como lección de vida. Aún no me pude despedir de mi papá. Necesito ir a verlo, también para estar con mis amigos y mi familia, allá.
¿Te gustaría pelear alguna vez en Misiones?
Me encantaría tener el apoyo de mi tierra colorada. Yo nací allá y me siento parte, tengo la cultura de allá, me considero que tengo sangre guaraní en las venas. Por eso me gustaría tener el apoyo de los misioneros. Y sí, claro, me gustaría pelear en Misiones, sería lo mejor para mí pelear en mi provincia, sería algo muy lindo. Hoy por hoy es una de mis deudas pendientes.
¿Cuál es tu sueño?
Mi sueño es ser campeón mundial. Es para eso que todos los días sigo trabajando duro, cada vez con mayor exigencia, para llegar a ese objetivo. Quiero estar preparado para cuando tenga la oportunidad de pelear por ese título. No la voy a dejar pasar.
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