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La joven de 18 años arrollada junto a su novio de 17 el domingo 23 de septiembre -a las 21.30- y tomada cautiva en la costanera oeste de esta capital, denunció ante el juez de Instrucción 1, Marcelo Cardozo, que es víctima de una serie de episodios de hostigamiento por parte de presuntos familiares y allegados del detenido a quien además, en la misma ampliación testimonial, aseguró reconocer como quien abusó sexualmente de ella durante la noche mencionada.
La víctima esta vez fue precisa y señaló que no tiene dudas sobre quién condujo la Toyota Hilux que los chocó sobre la vereda cerca del puente de la avenida Chacabuco sobre el arroyo Mártires, la subió luego por la fuerza a la camioneta y la llevó a una vivienda donde la mantuvo cautiva y manoseó, para liberarla a las pocas horas en Zapiola y calle 148 en proximidades al Club Educación en Itaembé Miní.
De acuerdo a fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN, la joven está angustiada y atemorizada por amenazas y mensajes intimidatorios que buscan su cambio de testimonial y señale como inocente al actual sospechoso de cometer los delitos de “doble homicidio simple en grado de tentativa y privación ilegítima de la libertad, rapto”.
Este hostigamiento, también fue denunciado el lunes en las oficinas del juez Cardozo, por el padre de la muchacha, aseguró y solicitó no sólo la contención psicológica, también instó a medidas de seguridad ampliadas ya que presuntos familiares y amigos del detenido no habrían respetado la prohibición de acercamiento y todo tipo de contacto con ella y le provocaron un cuadro de ansiedad que lo hizo temer hasta por un intento de atentar contra sí misma.
Tras estos eventos, en el juzgado de la avenida López Torres y Vicente Casares (a una cuadra de Mitre) se iniciaron actuaciones ante la posible comisión de un hecho de “desobediencia judicial”.
El mismo magistrado solicitó también llamar a ampliación indagatoria al adolescente de 17 años que sobrevivió al traumatismo de cráneo luego de diez días de terapia intensiva y tratamientos en el hospital Ramón Madariaga en septiembre pasado. Es un testigo clave, y su relato ya fue central para la detención y el dictado de la prisión preventiva del sospechoso, paso procesal que se encuentra nuevamente recurrido en la Cámara de Apelaciones en lo Penal y de Menores.
El detenido negó haber participado del hecho y según su coartada, el 23 de septiembre a las 21.30 estaba regresando de Encarnación en una camioneta similar a la que señalaron las víctimas y los testigos.
No sólo los que lo identificaron y labraron el identikit, también los registros tecnológicos lo implicaron, como el caso del navegador digital del vehículo doble tracción que fue modificado a las pocas horas de conocido en grave incidente.
La alteración del GPS correspondió al borrado de los datos digitales que aportarían los últimos movimientos de la camioneta, principalmente los que se presume recorrió, desde el acceso oeste y avenida Chacabuco hasta la zona sur, en inmediaciones al club de Educación de la avenida Zapiola.
Pero no sólo el navegador satelital habría sido alterado, también dos celulares cuyas memorias fueron quitadas y sus patrones de claves y contraseñas eliminados.
De todas maneras, el trabajo informático no finalizó y restan los informes de las empresas de celulares que podrían determinar los rebotes de antena y cruces de llamadas y mensajes.
El detenido en su declaración ante el juez de Instrucción 1, Marcelo Cardozo, negó conocer a la joven de 18 años, entonces estudiante de quinto año en un colegio del microcentro posadeño, que fue raptada tras ser chocada junto a su novio de 17 que sufrió graves lesiones: una fisura en el cráneo desde el oído medio hasta la mandíbula.
Tampoco el imputado podría desligarse de haber escondido la camioneta en la casa de avenida Zapiola y Quaranta, no muy distante del punto donde fue liberada la joven ya que el cuidador del inmueble lo indicó como el responsable de guardarla allí, pocas horas después de la agresión denunciada a la seccional Séptima.