Ni Marcos Peña ni los diputados del kirchnerismo estuvieron finos ayer para ubicarse en el contexto y diagramar soluciones para el conjunto de los argentinos.
El Jefe de Gabinete y los legisladores de la bancada K se limitaron a hacer campaña mucho antes de tiempo. Se tiraron con munición gruesa dejando en claro que cualquier atisbo de reconciliación nacional está lejos de plasmarse y que lo que queda por delante es más grieta, aun para los que no entran en ninguno de los perfiles ideológicos del momento.
La invitación al “toreo”, a criticar y esperar la respuesta para subir la apuesta ya cansa a estas alturas. La crisis se come grandes porciones de población todos los días y hacen falta ideas y recursos. No puede seguir sucediendo lo de ayer en la Cámara de Diputados.
Un ministro tozudo, incapaz de admitir y reconocer que el camino que tomaron nos llevó al fracaso a todos. Una bancada lista para ladrar y gritar antes que cualquier otra cosa.
Así anda la Argentina y así andamos los argentinos. Peleados con todos y listos para ir contra todo. Incluso contra nosotros mismos. A esto nos llevaron quienes nos gobernaron en el período anterior y quienes nos gobiernan en este.
“Ustedes se van en diciembre, pero de acá a diciembre hay una enorme cantidad de gente que no sabe si mañana va a poder comer. No estamos pidiendo soluciones mágicas: estamos pidiendo soluciones políticas y económicas”, escuchó Peña. “No sé si es un pronóstico o un deseo suyo, pero yo creo que no nos vamos a ir en diciembre. Los argentinos no van a volver atrás. Van a respaldar el cambio”, respondió el ministro.
Así de “elevado” es el debate entre dos de las mayores fuerzas políticas de la actualidad. Así de ciegos están ambos sectores como para no ver que mientras ellos reproducen ese show, el resto espera grandeza.