A partir de una decisión política entre el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y el Parque del Conocimiento, se empezó a diagramar lo que sería su largo pero fructífero transitar.
En una fecha tan emblemática es propicio mencionar que desde el Espacio Incaa del Conocimiento “buscamos movilizarnos en un territorio fronterizo.
El cine, para nosotros es una “frontera”, metafóricamente hablando. Un territorio cultural de cruces, en el que el cine se interrelaciona con otros artefactos culturales, con otros discursos”.
Destacaron el valor de una sala no comercial, su importancia y su impronta como dispositivo cultural en la intensa búsqueda de visibilizar las producciones nacionales y regionales. De este modo el cine -reescribiendo a Barthes- podría operar como una excusa para levantar la cabeza y pensar en otra cosa.
El cine “nos interpela en la medida en que sus mediatizaciones delatan el sentido político y ético de toda composición estética. Nos brinda una posibilidad de repensar nuestro mundo, de discutir los imaginarios sociales cristalizados, de escudriñar sus sentidos subrepticios y de ver/enunciar los senderos recorridos por el hombre”, expresaron.
Siguiendo la lógica de la sala no comercial, en cada puesta en escena “quisimos dar un aporte cultural integral a todas las actividades. Es decir, pensamos cada ciclo de manera particular, ya que buscamos la realización de ciclos de cine por fuera de la lógica del consumo mercantil”.
Así, se brindaron charlas y conferencias para poner en valor y rediscutir aspectos culturales claves. Se buscó atravesar todas las franjas etarias y, de este modo, llegar a públicos específicos, a través de diferentes ciclos temáticos.
Cada uno, ideado con piezas de promoción que fueron pensadas estéticamente como un todo, desde su nombre hasta los souvenires para el espectador; desde la proyección hasta la intervención de otros espacios de la cultura (música, actuación).
Lo que dice, abiertamente, que la labor se centra, específicamente, en la formación de espectadores. Si se hace un racconto -provisorio-, se podría destacar por su organización, difusión y puesta en escena, lo siguiente:
Ciclo de cine regional. En este ciclo se realiza un homenaje a los chiperos de Posadas con la proyección del film paraguayo “La chiperita”.
Su director, Hugo Cataldo, llegó a la ciudad para compartir con los espectadores del barrio una tarde de película. Otro ciclo digno de mención es el Autocine, que, por segundo año consecutivo, llegó al Parque con dos películas. Una para toda la familia “Mi mundial”, de Carlos Morelli, y un thriller policial, “8 Tiros” de Bruno Hernández.
También, dentro de las actividades alternativas, el Picnic de película que no sólo sirvió para ver cine sino para hablar de cine a partir de actividades lúdicas. O recordar que en el marco del evento “Vacaciones en el Parque” se realizó la tercera edición del Ciclo de Cine de Terror.
En este evento los espacios verdes del parque fueron ambientados como un cementerio con cruces, lápidas y ataúdes; se dispusieron sets de maquillaje artísticos, sumando a la tradicional “marcha zombie” guiada por el Ballet Folclórico del Parque.
El evento se cerró con la proyección del film “Aterrados ̈, de Damián Rugna. O, incluso, en el marco de las capacitaciones fue muy importante el primer Pre-encuentro EA! MISIONES – Cine, Videojuego y TV-, pensado con el objetivo de despertar el interés de los jóvenes en el reconocimiento de los diferentes géneros y soportes en los que se produce animación en nuestro país.
A lo largo de estos hubo un crecimiento en cuanto a eventos y convocatoria. De hecho, este año se formó parte de “Co-cine. Entre fronteras” junto con otras instituciones provinciales; donde también se pudo visibilizar el avánt premiére de Carasucia, la película de Gastón Gularte.
“Fuimos a barrios, escuelas, plazas y, con la película Guaraní, nos metimos en la cocina de la producción audiovisual. No dejamos de buscar una relación entre el cine y otros espacios del conocimiento como las universidades a través de los ciclos Cine y Arquitectura y Ciclo de cine textual. O llevamos el cine a la orilla del río paraná o compartimos una tarde de película con el Ciclo de Cine Adultos mayores”, manifestaron, Ana, Guille, Mauro y Noel, quienes integran el equipo de trabajo.
Entendieron, desde su espacio, que llegar al público que consume cine nacional es más complejo que llegar a al comercial. Y comprendieron que hay otro modo de ver y hacer cine, una configuración de una lógica multidimensional. Esto es, una lógica que involucra la totalidad del proceso de producción-distribución-consumo.
“No nos resta más que agradecer y celebrar otro año más al lado del Séptimo Arte”, sintetizaron.