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Empleados del organismo cumplieron su “promesa” y concurrieron al lugar en cuestión para concretar el “despeje”, pero el dato saliente fue que les faltó la orden de desalojo expedida por el juez, por lo que el operativo quedó sin efecto hasta que presenten a los afectados dicho documento oficial.
El grupo de pescadores de subsistencia se resiste a perder “su” tradicional espacio y piden que los trasladen “a otro terreno, pero que esté a orillas del Paraná” para poder seguir desarrollando su actividad. Sin embargo, esa idea parece cada vez más lejana porque, según los propios afectados, prácticamente se cortó el diálogo que hasta hace poco venían manteniendo con los funcionarios de la EBY.
“Estaban apurados”
Tal como había publicado ayer PRIMERA EDICIÓN, el Departamento Jurídico de la EBY había entregado a los pescadores una orden a través de la cuál les daban plazo de 48 horas para desalojar el predio, “en caso contrario nos iban a sacar por la fuerza y nos iban a iniciar acciones legales, eso nos dijeron los doctores que vinieron el martes último. Nosotros no queríamos llegar a esa instancia, en todo momento les pedimos y aclaramos que el único trabajo y medio de subsistencia que tenemos es este, la pesca”, recordó Marcial Salazar, uno de los habitantes del reducido predio que ocupan junto al majestuoso río Paraná.
Tras la “notificación” que recibieron el martes, ayer los funcionarios de la EBY “vinieron a las 10.40 a desalojarnos y se ve que estaban apurados, porque la orden que nos dieron decía que teníamos plazo hasta las 12.40. Llegaron con una camioneta, un camión, gendarmes y abogados y querían que juntáramos todo, sin posibilidad de nada. Nosotros no nos resistimos a nada, pero les dijimos que necesitábamos ver la orden del Juzgado para abandonar el lugar”, detalló Salazar.
El pescador agregó que “nos dijeron que no tenían la orden, pero que debíamos irnos. Se sorprendieron cuando les pedimos la orden porque acá hay menores y muchas personas. Igual se fueron y nos aseguraron que en cinco días, dos semanas o un mes van a volver y nos van a sacar igual de acá”, advirtió.
Sobre cómo imagina que puede terminar esta situación, Salazar reconoció que “por cómo vinieron hoy, no lo veo bien. Por suerte no estaba mi hijo (Axel, de 11 años, al que crió él solo desde los seis meses), que se fue a hacer unas tareas para la escuela (asiste a sexto grado de la Escuela Fraternidad). Pero reitero que no nos resistimos: sólo queremos que nos permitan corrernos más abajo para llevar nuestras canoas allí y así poder seguir pescando. Para mí esto es mi vida, mi laburo, son capaces de querer llevarse nuestras canoas, porque pareciera que no les importamos…”, lamentó el pescador.
Luego de la “visita” de los representantes de la EBY, aparecieron otros funcionarios (según Salazar, serían de la Comuna, pero este Diario no pudo corroborarlo oficialmente) que se llevaron los nueve perros adultos y dos cachorros que vivían en ese mismo predio.