Como consecuencia de la crisis y la inestabilidad económica a nivel nacional, los incesantes aumentos continúan golpeando a diversos sectores sociales, principalmente los más vulnerables, en todo el país.
Además del encarecimiento de los servicios más básicos, como agua y luz, con el aumento del costo de los principales productos de la canasta básica y la caída mantenida del poder adquisitivo, miles de familias en Posadas vieron crecer en grandes cifras sus gastos diarios para movilizarse, ya sea por obligaciones laborales o para llevar a los hijos a la escuela.
Trasladarse de un lado a otro en la ciudad se volvió mucho más caro que hace apenas un año, en todas sus variables, por el aumento del precio de los combustibles, del pasaje del transporte urbano y de las tarifas de taxis y remises.
Incluso, al extender la comparación con los valores del 2017, el presupuesto mensual que una familia debe destinar para los medios de movilidad se duplicó.
Así, el precio actual del boleto para viajar en el transporte metropolitano de pasajeros dentro del sistema que une a las ciudades de Posadas, Garupá y Candelaria superó el doble del valor que tenía en 2017, luego de diversos incrementos que se sucedieron por presión del monopólico grupo z.
Un movimiento similar se dio con el precio de los combustibles, que a nivel nacional -y con el mismo impacto en la provincia- aumentó más del 100% en los últimos 24 meses.
En tanto, el precio de la bajada de bandera y el valor por cuadra recorrida por los taxis subió la mitad del valor que tenía hace dos años.
Boletos sin control
En Posadas el precio del boleto de colectivo con SUBE costaba $8,55 en agosto de 2017. Actualmente tiene un valor de 20 pesos. Mientras que sin la tarjeta, hace dos años se debía pagar en efectivo $12,09 y ahora el costo es de $28.
La tarifa de los pasajes pasó por diversos aumentos en los últimos 24 meses. Así, pese a los permanentes reclamos que hacen escuchar los usuarios cuestionando la calidad del servicio que prestan las empresas, principalmente por falta de frecuencias en los barrios, cambios de recorrido aleatorios y unidades en mal estado, en diversas oportunidades se priorizó la presión empresarial ante un supuesto “trabajo a pérdida”, con lo cual se determinaron las subas de las tarifas.
Justamente otra situación apuntada por los pasajeros es la falta de control por parte del Estado para conocer los números y balances reales que se movilizan en las empresas durante cada mes.
En la continuidad de los incrementos, cabe recordar que enero de 2018 comenzó con un precio del boleto de 10,50 pesos con el uso de la SUBE. En tanto que a partir de junio del mismo año pasó a valer 12 pesos con SUBE y 13 sin el plástico.
Una nueva suba en octubre de 2018 elevó las tarifas a $15 con SUBE y $21 sin la tarjeta. En tanto que a partir de enero de este año el valor del pasaje pasó a ser de 20 pesos y sufrió un recargo del 40% para los que viajan sin la SUBE, con un importe actual de 28 pesos.
Combustibles por las nubes
Todas las estaciones de servicio de las principales empresas petrolíferas en Misiones comenzaron a modificar sus cuadros tarifarios, con grandes aumentos, luego de caer por disposición del Gobierno nacional el beneficio del ITC diferencial (Impuesto a la Transferencia de Combustible).
En 2017, antes de la caída del ITC diferenciado, que contribuyó a disminuir en general un 14% el costo para el precio final de las naftas, cargar un litro de Súper costaba $18,55, mientras que el producto Premium valía $20,69.
Para diciembre del mismo año, tras la liberación de precios decretado por el Gobierno nacional, el aumento de combustible en Posadas fue, en promedio, un 6% menor que lo registrado en el resto del país, porque aún regía el ITC diferenciado. En ese momento la capital provincial tuvo la nafta Súper a 22,79 pesos.
En marzo de 2018, luego de varias idas y vueltas, el ministro de Gabinete de la Nación, Marcos Peña, confirmó que el ITC, también denominado en ese entonces Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL), dejaba de funcionar por la reforma fiscal sancionada.
Así, en Posadas, para abril de 2018, el litro de Súper ascendió a $28,99 y la Premium a $31,95. En septiembre del mismo año las estaciones de servicio, a nivel nacional, tuvieron un aumento de los precios de sus combustibles que rondó el 9,5% en promedio.
De esa manera, en la capital provincial la nafta Súper llegó a los $41,98 por litro y la Infinia pasó a costar $47,47. Actualmente en las estaciones de servicio de la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) el litro de nafta Súper cuesta $47,69, en tanto que el producto Infinia vale $53,18.
Sube la bajada de bandera
El servicio de taxis y remises sufrió un gran impacto en los últimos meses, según remarcaron en diversas oportunidades desde el sector, por la abrupta caída de la demanda y el aumento de los costos generales, entre ellos el combustible. En este contexto, los trabajadores del volante solicitaron una nueva readecuación que será evaluada en audiencia pública el próximo lunes 24 de este mes.
Por ello, cabe mencionar que en agosto de 2017, para viajar en taxi en la capital misionera se debía abonar 20 pesos por bajada de bandera y 2 pesos la ficha.
En marzo del año pasado, los importes aumentaron a 24 pesos la bajada de bandera y 2,40 pesos la ficha por cada cuadra. Mientras que en agosto, con la segunda actualización anual de costos, la bajada de bandera pasó a costar $27 y la cuadra recorrida $2,70. Luego, en noviembre 2018, el Concejo Deliberante local volvió a aprobar un aumento para los taxis y remises.
La bajada de bandera pasó de 27 a 30 pesos y la ficha alcanzó el valor de 3 pesos. Ahora comienza a evaluarse otro aumento y trascendió que los taxistas exigirán que el precio pase a ser de 36 pesos para la bajada de bandera y 3,60 pesos por cuadra.
Flaco poder adquisitivo
Según la estadística oficial presentada por el INDEC a principios de junio, a nivel nacional, el poder adquisitivo cayó un 16% por la diferencia entre los salarios y el aumento de los precios. El relevamiento de consumo confirma el ajuste en las compras, que no sólo golpea a los que menos tienen, sino que también afecta a los sectores medios.
Desde hace al menos 15 meses, la velocidad a la que crecen los salarios promedio es sensiblemente menor a la que exhibe el nivel general de precios.
El derrumbe del poder de compra de los ingresos en pesos es uno de los efectos más devastadores que deja un contexto de recesión y alta inflación como el actual, dado que la pérdida en términos reales es acumulativa período a período y difícilmente se recupere en una sola ronda anual de paritarias.
Según el organismo oficial, los salarios del sector privado registrado crecieron durante el mes de marzo un 38,2% en relación al mismo mes de 2018. Los salarios del sector público en tanto, lo hicieron un 39,1%, mientras que los del sector no registrado avanzaron un 32,6%.
Como contrapartida, la inflación oficial de marzo ascendió al 54,7%. Significa que durante los últimos doce meses, los salarios privados registrados perdieron un 16,5% en términos reales, los del sector público retrocedieron un 15,6%, mientras que los trabajadores informales vieron caer su poder adquisitivo un 22,1%.