Darío Víctor Giménez (25) agonizó durante 24 horas entre dos madrugadas, lunes 27 y martes 28 de julio. La vena aorta y la iliaca fueron desgarradas a puñaladas por su cuñado a quien había interceptado para que finalizara con los tormentos a su hermana Rosalina, para se acabaran las amenazas de muerte, perdió la vida dramáticamente cuando su intención era evitar que alguien muriera.
A Darío le costó el bien más valorado. Terminar con la locura que atravesaban dos familias en viviendas lindantes en el barrio San Cayetano de Candelaria lo consiguió pero al precio más alto, desangrándose por un shock hipovolémico y un consecuente paro cardiorrespiratorio.
César Gustavo Vallejos tiene 30 años, a punto de cumplir 31 (el próximo martes), y hasta los 40 deberá rendir cuentas a la Justicia por sus actos violentos, gritos, golpes y sangre derramada dentro de su familia y con su pareja como foco de su ira ilimitada.
Firmó una condena de diez años de prisión en juicio abreviado por “homicidio simple” que durante las últimas horas fue homologado por los camaristas del Tribunal Penal 2 de Posadas.
César Antonio Yaya, Gregorio Augusto Busse y Eduardo D’Orsaneo (subrogante e integrante del Tribunal Penal 1 de Posadas) coincidieron en la propuesta de condena ofrecida a Vallejos por el fiscal (por subrogación) Christian Antúnez Neremberg. La de admitir su responsabilidad e ir prisión durante diez años y evitar, de esta manera, un debate oral y público donde los testigos y evidencias lo acorralarían ante una sentencia de mayor cantidad de años.
De acuerdo al voto del juez César Yaya, al que adhirieron los restantes mencionados, el episodio analizado se inició a las 2 del lunes 27 de julio hace casi cuatro años, cuando César Vallejos, en estado de ebriedad, regresó a su casa en el lote 27, barrio San Cayetano de Candelaria, y desencadenó incidentes que derivaron en un crimen a puñaladas con un largo cuchillo de mango blanco.
Vallejos discutió con su pareja, Rosalina Ramona Lara (32), comenzó a atacarla a puñetazos y amenazas de muerte. O dicho de manera cruda: “le rompió la cara a piñas”.
A pocos metros, Darío decidió intervenir porque no se trataba unicamente de una discusión protagonizada por un hombre alcoholizado, era su hermana la que estaba siendo golpeada sin piedad y los gritos advertían que podía matarla.
Salió de su casa y se interpuso a Vallejos pero éste no se tranquilizó y comenzó el forcejeo entre ambos. Rosalina gritaba para que finalizara la pelea, pero no había final que no fuera sangriento al parecer.
César Vallejos tomó el arma blanca y comenzó a hincar a Darío Giménez en el abdomen aún trenzados en forcejo de brazos e insultos.
Los gritos de Rosalina fueron desesperados: “¡Dejá el cuchillo César, pará por favor!”
Al menos siete fueron los puntazos que dañaron varios órganos, pero el letal provocó el corte de la aorta e iliaca.
Darío Giménez intentó escapar para pedir ayuda. Buscó la calle y cayó tendido inconsciente frente a testigos que no pudieron impedir tampoco la dramática escena, entre ellos su concubina. Al menos cinco personas declararon y coincidieron con el relato de Rosalina Lara. Ubicaron a Vallejos en tiempo y espacio, y describieron la ferocidad de sus actos y el contexto previo de violencia familiar.
Fue su pareja Rosana Graciela Torres (24) quien lo asistió en el piso y al levantarle la remera vio al menos siete estocadas, heridas por las que brotaba sangre. A las 2.15 del martes 28 de julio en el Hospital Madariaga se firmó su defunción.