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El texto lleva las firmas del jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro de Hacienda, Nicolás Dujove, y hace un balance de los indicadores económicos al mes de mayo, a la vez que adelanta algunas proyecciones para 2020.
“El programa económico de los últimos tres años y medio sentó las bases para crecer de manera sostenida y avanzar de forma definitiva en la reducción de la pobreza”, sostiene el avance del Presupuesto.
Agrega que “la acelerada convergencia al equilibrio de las cuentas públicas y externas, y la eliminación del financiamiento monetario -todos elementos que se verifican en la actualidad- son pilares necesarios para el desarrollo económico futuro de la Argentina”.
Para este año, el Poder Ejecutivo proyecta una caída de la actividad económica en torno al 0,8%, mientras que para 2020, pronostica un crecimiento del PIB del orden del 3,5%, “liderado por la inversión y por el buen desempeño que continuarán mostrando las exportaciones”, sumados a “la recuperación del consumo privado”.
A su vez, para este año el Gobierno espera que la inflación arroje “un valor algo inferior” a las expectativas del Banco Central. “En la dinámica mensual, se espera una desaceleración hacia fin de año, llegando a 2,1% en noviembre. El indicador sigue esperando, asimismo, un sendero de desinflación de cara a los próximos años, con expectativas de 26,1% en diciembre de 2020 y 19,1% en diciembre 2021”, dice el texto.
El índice de Precios al Consumidor (IPC) acumuló una suba de 17,9% a mayo de 2019. Según el avance del Presupuesto, “la aceleración de la inflación en los primeros meses se explica principalmente por las subas de los precios de alimentos, más puntualmente las carnes”.
A la hora del balance, el Ejecutivo resalta la baja de 2,5% del PBI de la presión tributaria entre 2015 y 2019, cuando en los 12 años de gestión kirchnerista este indicador había aumentado “11,4 puntos”, lo que “imponía una traba para el desarrollo del sector privado”.
Por otra parte, se destaca que “el conjunto de políticas implementadas y el acuerdo con el FMI han permitido atravesar la turbulencia financiera de una manera diferente a la que históricamente ha ocurrido en Argentina: no se produjeron disrupciones con efectos permanentes sobre la economía”.