Ella es Aurora Acacio, conocida como Lola, una abuela a la que le encantan el cine, los guiones de película y la actuación.
Se describe como una mujer inquieta, que siempre busca “llenar el alma de alegrías”. Y para eso hay que pensar en las cosas que nos gustan y “una vez que sabés qué te hace bien, tenés que ir por ello. Si te sale mal tenés que intentarlo otra vez. En algún momento te va a salir bien”.
Amor propio, quererse a uno mismo. El desafío es intentar las cosas hasta que te salgan bien. Y cuando eso ocurre, te invade una alegría enorme”.
Lola parece estar feliz siempre, su rostro tiene una sonrisa contagiosa. Pero tuvo “una vida muy dura”. Nació en Bonpland y durante su juventud trabajó en la chacra, en Aristóbulo del Valle. En esa ciudad se enamoró de quien fue su esposo, Héctor Cruz, su gran amor.
En busca de oportunidades, un día vendieron la chacra y se mudaron a Posadas. Instalaron un almacén que ella atendía, mientras su esposo trabajaba en el aeropuerto. Es madre de Hugo y Alberto, abuela de siete nietos y de ocho bisnietos. “Vivo con mi familia y disfruto de la vida”.
Aclara que no es actriz, pero “juego a serlo”. Modestia aparte, ha participado en varios cortos y largometrajes; El Zaimán, El maltrato a las abuelas, La muñeca perdida, Idilio en el Yerbal y La Princesa Azul.
En la mayoría de las producciones, hay un mensaje cíclico: “Eliminar toda forma de discriminación hacia los abuelos”, dice Lola quien expresa un fuerte compromiso social.
“El maltrato de las Abuelas”, realizada en la década del ’90, relata la historia de una anciana que vendió su casa para ir a vivir con una de sus nietas.
“Con los días, la nieta comienza a maltratarla, la golpea. Luego la envía a vivir al fondo de la casa, en una pequeña habitación donde la abuela lloraba y preguntaba por qué la trataba así, si fue ella quien la crió”.
Me gusta escribir historias reales y concientizar sobre la discriminación que existe hacia los abuelos, es algo que ocurre. Lamentablemente, muchos hijos olvidan que fueron criados por esos viejitos”.
Mientras recuerda los detalles del guión cierra los ojos y reflexiona: “Es lamentable, pero son hechos que ocurren y duele. La película termina cuando la abuela ya no puede más y la llevan al geriátrico donde muere sola”.
Durante la entrevista realizada en casa de Lola viajamos a través el tiempo. Recordó cómo era el antiguo arroyo El Zaimán “porque para hacer el corto teníamos que mostrarlo tal cual era, cuando lavábamos la ropa con tablas. Era todo un evento, íbamos con amigas”.
Aprende y evoluciona todos los días: “No puedo estar quieta y hago cosas que me motivan. Sueño con terminar mi cuarto año de Radioteatro y Memoria”.
Resulta que desde hace un tiempo es alumna del taller “Juegos en la Memoria” que se ofrece desde el Programa Universidad para Adultos Mayores (UPAM), un convenio entre la Universidad Nacional de Misiones (UNaM) y el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (INSSJP-PAMI).
Cada viernes, en el Aula Magna de la Facultad de Humanidades “nos reunimos un grupo de abuelos para hacer Radioteatro y Memoria”.
Allí, cuando la clase comienza, Lola se transforma en una brillante actriz.
“Cuando llego a la Facultad todo cambia. El ritmo nunca es el mismo, siempre hay historias que contar. Ahora estamos buscando diarios de 1958 a 1968 para ver qué cambió en nuestra vida. Y mirando los periódicos puedo decir que cambiamos y mucho”.
Pero qué la llevó a estudiar en el taller: “Debo decir que en el Club de Abuelos siempre se repetían las cosas y yo me aburría. Los abuelos necesitamos cambiar de ritmo y hacer cosas que nos motiven”, sugiere sonriente.
La prima mala que no toleraba el amor
En el 2012, Lola participó en el largometraje: Idilio en el Yerbal, una producción realizada por el taller de Video para Adultos Mayores (TVAM).
“Yo actué como una de las malas, no quería que mi prima se case con un tarefero que vino del Paraguay, viudo y con una hija. Resulta que el hombre empezó a trabajar en un yerbal enorme y se enamoró de la empresaria, que era mi prima. Pero ¿cómo se iba a enamorar de ella? Entonces, intentamos separarlos, aunque no lo logramos”, cuenta entre risas.
El largometraje fue realizado por medio de un convenio entre PAMI y el Ministerio de Desarrollo Social de Misiones. El rodaje se desarrolló en la provincia, entre marzo de 2012 y abril de 2013. Los actores fueron abuelos, integrantes del taller. La película completa se puede visualizar por el canal de YouTube.
Por
Susana Breska Sisterna
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Producción fotográfica: Miguel Ángel Colman