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El sábado 23 de julio de 2016, un grupo de delincuentes ingresó al domicilio de Victorino Kühl ubicado en inmediaciones del barrio Balbín de esta ciudad.
Buscaban dinero y para llevárselo, masacraron a golpes al hombre de 69 años y golpearon, ataron y encerraron a su esposa de 74. Pasaron tres años del crimen y nada se sabe de los autores. La familia de la víctima reclama por justicia. Los asesinos siguen caminando impunes.
Este Diario pudo hablar con la sobreviviente de aquella noche y con el hijo, quien había ido a visitarlos y se encontró con la escena de muerte.
Acompañada por su hijo Omar, Lili Kruger accedió a contar los detalles del asalto del que le quedan marcas imborrables.
La señora relató que aquel día ya estaba oscureciendo cuando escuchó a su perrita ladrar de una forma muy extraña. Abrió la puerta para saber qué le pasaba al animal y en ese momento uno de los delincuentes se abalanzó sobre ella y la hizo tumbar al suelo.
La golpearon en la cara y uno le dijo que se quedara tranquila que no le iba a pasar nada, que sólo querían la plata. Los ladrones se manejaban con un dato. Los Kühl habían vendido un terreno que estaba sobre la ruta 14 y ese fue el motivo del atraco.
Don Victorino estaba en la cocina y apenas escuchó los ruidos se aproximó a ver qué pasaba. Se encontró con los malhechores y su esposa reducida en el piso.
Según el relato de Lili, lo abordaron y luego de darle varios golpes le dijeron “ustedes tienen mucha plata”, a lo que el hombre les respondió “sí, pero la teníamos”.
Sucedió que una gran parte ya la habían utilizado en unos locales que habían construido. Los ladrones no le creyeron y lo siguieron golpeando. Totalmente sometido por la violencia de sus captores Victorino atinó a decirles “déjenme vivir, les doy todo lo que tengo”.
Revolvieron toda la casa, rompieron almohadones rellenos con plumas creyendo que allí podía haber más dinero oculto. Según la crónica policial de aquel día, se llevaron una suma aproximada a los 60 mil pesos.
A todo esto, golpeada pero aún consciente, Lili fue llevada al baño donde la encerraron. Como la puerta no tenía llave, trabaron el picaporte con un trapo para que no saliera. La señora no recordaba cuánto tiempo estuvieron los delincuentes en la casa, sólo que fue rescatada por su hijo y la Policía.
Visita y sorpresa atroz
Omar relató que como lo hacía habitualmente, el lunes por la mañana se dirigió a la casa de sus padres a tomar unos mates. Apenas llegó al lugar, distante unos 300 metros de la ruta, vio que la casa estaba cerrada. Se arrimó y vio un gran desorden pero no a ellos. Creyendo que habían salido y que habían entrado ladrones, prefirió llamar primero a la Policía suponiendo que los delincuentes aún podían estar adentro.
En muy pocos minutos llegó una patrulla y junto a los efectivos ingresaron. Omar halló a su padre en el suelo ya sin vida. Otro oficial que había ido hacia otro sector de la casa gritó “venga que la señora está viva”. Lili estaba atada, deshidratada, enredada en una cortina y en shock, luego de permanecer más de 35 horas encerrada y sin poder moverse.
La sacaron de allí y la sentaron a la espera de una ambulancia. Enseguida el lugar se llenó de policías. La investigación en busca de los autores fue encabezada por la magistrada Selva Raquel Zuetta.
El cuerpo de Kühl fue trasladado a la morgue judicial, donde posteriormente la autopsia reveló que su muerte se debió a un golpe plano en la nuca. Si bien ya lo habían golpeado y les entregó todo lo que tenía, el o los asesinos optaron por rematarlo.
Acerca del estado de la investigación, Omar señaló: “Para decirlo de forma simple judicialmente estamos en una neblina. No tenemos nada, la causa está parada”.
Entre lágrimas recordando a Victorino insistió que necesitan saber quiénes fueron los responsables y que paguen por lo que hicieron. “Pedimos justicia, ya pasaron tres años”.
“Ahora estamos más fuertes, queremos seguir con esta batalla para saber qué pasó. Muchas cosas se hicieron mal”, recordó respecto a las horas posteriores a que encontrara a su padre muerto.
“Todavía no puedo entender cómo puede haber gente tan malvada y actúe de una forma tan cruel. Lo que yo vi no lo pude igualar ni siquiera con una película”, dijo Omar refiriéndose a la escena del crimen.
Al momento de recordar a su padre (en realidad Omar es el hijo del corazón de Victorino), remarcó: “Con mucho orgullo lo digo, me crió y me cuidó durante 52 años. Trabajamos juntos en una empresa, después él se independizó y puso su taller. Era muy gaucho para todo y muy conocido acá en Alem. La honestidad la aprendí de él en esta vida”. Su esposa Lili también lo destacó como una persona excelente, “fue un hombre sincero de trabajo, sólo recuerdo cosas buenas de él”.
Mostrándose fuerte y decidido, Omar subrayó, “yo, por mi madre cruzaría por el fuego. Lo que perdimos ya no lo devuelve nadie. Ahora renovamos el pedido de justicia”.
Por último, rememoró que hace tres años había compartido un hermoso Día del Amigo con Victorino, destacó el abrazo que se dieron y lamentó “ahora estoy abrazando un papel, para pedir justicia por él y por mi madre y por nosotros”.