El 10 de diciembre de 2015, un joven de 25 años fue a la vivienda de Juan Rodríguez Almeida (84), ubicada en el barrio de Cerro Bajo de Bernardo de Irigoyen. Se dirigió hacia allí con una idea en mente: robarle sus herramientas. Pero para ello debía primero matarlo para que no lo denunciara. Fue así que, tras asesinarlo, prendió fuego la casa para ocultar el crimen.
Cuatro meses después, la Policía lo encontró en Chajarí (Entre Ríos), donde lo detuvo. Junto con él, pero un mes antes, habían sido detenidos otros dos sospechosos de 52 y 32 años. Con el transcurso de la investigación, éstos fueron desligados del caso. De esta manera, desde hoy, el Tribunal Penal de Eldorado juzgará al principal acusado de dar muerte al vecino de Irigoyen.
El caso
Aproximadamente a las 20.30 de aquel día, la hija de la víctima se enteró que se estaba incendiando la casa de su padre y las llamas habían tomado por completo la estructura de madera y techo de fibrocemento. Atemorizada porque el hombre podía estar en el interior, dio aviso a la comisaría local. Minutos después llegaron los bomberos y procedieron a apagar el incendio. Comprobaron lo peor. Dentro de la casa estaba el cuerpo calcinado de Rodríguez Almeida.
De forma inmediata, la Policía comenzó a tomar testimonios de los vecinos, dos de los cuales a posteriori fueron fundamentales para esclarecer el hecho. Casualmente, los familiares de la víctima se cruzaron con el sospechoso después que se desatara el foco ígneo.
Las pericias de la División Bomberos de la Policía determinaron que el fuego había sido intencional y había sido generado presumiblemente con un encendedor, cuya llama fue colocada cerca de algún elemento combustible como papel o cartón. Posteriormente tomó toda la casa y al hombre, que al parecer ya estaba muerto. Esto se pudo comprobar a través de la autopsia, la cual determinó que había sido ultimado a cuchillazos y su cuerpo terminó carbonizado por el incendio.
Mientras el caso se investigaba como homicidio, la Justicia buscaba a un sospechoso que vivía en el mismo barrio de la víctima, pero que había desaparecido de la zona.
La trama comenzó a desenvolverse cuando los parientes del asesinado avisaron a la comisaría local que habían visto al sospechoso circulando en moto por el pueblo.
Efectivos de la Brigada de Investigaciones de la UR-XII salieron a buscarlo y, al ver al supuesto involucrado en compañía de otra persona en una motocicleta, los persiguieron. Estos iban armados y corrieron hacia un monte lindante con la vivienda de uno de ellos. Se trataba del hermano del buscado y un amigo de éste. Allí intentaron esconder una motosierra que después se supo era propiedad de Rodríguez Almeida.
Además de la herramienta, los policías secuestraron una escopeta que fue reconocida por los familiares de la víctima como perteneciente a él.
Tras la detención del principal acusado en la provincia de Entre Ríos, la Justicia se manejó con una confesión que el joven le hizo a su padre, donde le reconoció que había acuchillado a su vecino en compañía de otros dos para robarle la motosierra.
Todo esto, sumado a los testimonios que lo ubicaban junto a la víctima antes del incendio, motivaron que ahora deba defenderse en un juicio por su supuesta responsabilidad en el crimen.
El imputado, que hoy tiene 29 años, llega al debate acusado del delito de “homicidio criminis causa, robo calificado por el uso de arma blanca e incendio, en concurso real”, que estipula una pena de prisión perpetua.