Este viernes al mediodía desfilaron las mascotas en el predio del Instituto “José Manuel Estrada” de la capital provincial. Como todos los años, decenas de dueños, familias enteras, acompañaron a sus mascotas buscando la bendición del sacerdote Francisco Zalazar, al conmemorarse el día de San Roque, conocido como el protector de los animales domésticos.
“Entregamos el pan bendecido porque es el símbolo, cuando San Roque estaba enfermo y no quería molestar a nadie se refugió en un monte, ese perrito lo encuentra y le traía el pancito que alimentaba a San Roque en el monte, según cuenta la leyenda el dueño de ese perro lo siguió y llegó al lugar donde se encontraba San Roque enfermo”, explicó a PRIMERA EDICIÓN el sacerdote.
Zalazar, también contó que este año pensaron en un nuevo lema para esta novena. “Este año nosotros pusimos un lema, el Papa nos sugería a comienzo de año que pensemos un poco en el significado que tiene nuestra vida cristiana de ser bautizado, y que ese bautismo lleva un compromiso y una misión que tenemos. Entonces se nos ocurrió poner ‘San Roque guíanos por el camino misional’ tenemos que estar siempre misionando, no podemos quedarnos quietos”, consideró.
La parroquia realizó varias celebraciones durante la jornada: la bendición de panes a las 8 de la mañana, la misa por los enfermos a las 10, a las 16 la procesión seguida de misa con la parecencia del obispo de Posadas, luego a las 19.30 una nueva misa para los que no pudieron estar presentes más temprano y para finalizar una fiesta en el salón de la parroquia. A lo largo del día se realizó la venta de empanadas y pollo, sumado de la entrega de panes bendecidos para las mascotas.
La historia de San Roque y el perro
Según cuenta la historia, a San Roque lo veneraban las regiones europeas que habían llegado pestes o epidemias. La leyenda dice, que logró librar de la enfermedad y del contagio a muchísimos de los que se encomendaron a él. Un día mientras atendía a un enfermo grave, se sintió también él contagiado de la enfermedad. Su cuerpo se llenó de manchas negras y de úlceras. Para no molestar a nadie, se retiró a un bosque solitario, y en el sitio donde se refugió, ahí nació un aljibe de agua cristalina, con la cual se refrescaba.
Entonces, un perro empezó a tomar cada día un pan de la mesa de su amo e irse al bosque a llevárselo a Roque. Después de varios días de repetirse el hecho, el dueño siguió los pasos del perro, hasta que encontró a San Roque lleno de llagas, en el bosque. Entonces se llevó a Roque a su casa y lo curó.