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El complejo momento que atraviesa la economía actual obliga también a los productores a agudizar el ingenio, como el caso de Rogelio de los Santos, que nació viendo cómo su padre elaboraba rapadura al pie del cerro Santa Ana y hoy él mantiene viva esa tradición pero con sabores nuevos, sin dejar de lado los clásicos, e incursionando además en los licores.
Junto a su esposa Mercedes son parte de los feriantes que forman parte de las actividades de Agricultura Familiar en los distintos puntos de la provincia.
“La rapadura es un producto muy típico de nuestra zona. Ya soy nieto de los productores de la caña de azúcar. Estamos radicados en Cerro Santa Ana donde desde que se creó el Parque Temático de la Cruz, recibimos delegaciones, estudiantes, jubilados y a todos los que nos quieran venir a visitar”, explicó De los Santos a PRIMERA EDICIÓN.
Según explicó, la rapadura hoy la fabrica en los sabores “de batata, común y de maní, que son los tradicionales.
Luego empezamos a obtener otros nuevos que tuvieron diferente aceptación de los compradores, como de naranja, limón, ananá, banana e incluso de mamón. En una oportunidad, en la Fiesta de la Rapadura, presentamos doce variedades y tuvieron muy buena recepción.
Para trabajar con tanta variedad hay que hacer una campaña de difusión más grande para que la gente la vaya probando y en estos momentos no es sencillo. Las rapaduras que más piden son las de batata, común y maní”.
Creció comiendo rapadura y ayudando en la elaboración de este producto regional hasta que se sumó definitivamente al emprendimiento familiar. “Somos tres hermanos productores de rapadura y le mejoramos muchísimo, fundamentalmente en lo que hace al envase porque anteriormente se la envolvía en chala pero después llevaron a analizarla y descubrieron que contienen microbios que terminaban afectando al producto luego de un tiempo. Ahora eso se cambió y tenemos otro tipo de embalaje e incluso mejoramos la presentación, además, en toda la cadena de elaboración fuimos incorporando conocimientos para crecer y en ese aspecto se hizo foco en la higiene para garantizar una rapadura de calidad”, señaló.
A modo de ejemplo remarcó que “la miel de caña es un producto muy delicado que hay que saber cuidarla y más cuando se intenta obtener una miel pura, entonces hay que tomar todos los recaudos para no cometer errores en todo ese proceso de elaboración que pueden llegar a incidir en el producto final, es por eso que no es tan sencillo para quien quiera empezar en esto”.
Mermaron las ventas
De los Santos, hoy propietario de Productos Regionales Cerro Santa Ana, contó que todavía pueden vivir de esta actividad, “de la miel de la caña de azúcar, la rapadura, el azúcar orgánico, eso nos permite sostenernos. En estos últimos meses mermaron muchísimo las compras pero como la gente ya nos conoce tenemos un nivel promedio que nos permite seguir. Con el azúcar orgánico, teníamos interesantes ventas a clientes de Buenos Aires pero ya no nos compran más desde que empezó a complicarse la economía, entonces comercializamos sólo en la provincia”.
También el productor destacó otro de sus productos, la caña santanera, la tradicional a partir de la cual empezaron a incursionar en licores. “La gente fue cambiando el paladar, le gusta las bebidas más dulzonas, en especial a los jóvenes, entonces les hacemos licores de frutilla, ananá y en general con cualquier fruta natural, que es lo que nos destaca. Las personas mayores son las que todavía conservan el gusto por la caña tradicional”, concluyó.
Chofer del carro
El productor Rogelio de los Santos recordó que “a los siete años yo era el chofer del carro de mi papá que hacía el reparto en los pueblos de los alrededores como Bonpland, Cerro Corá, Santa Ana y Mártires. Era un carro polaco con mula, que es un animal muy resistente y podía caminar un día entero”.
Luego siguió detallando que cuando él tenía 16 años, “mi papá había ahorrado muchísimo y se compró su primer auto, él quería un 0 km pero empezó a subir el precio y mi madre le recomendó que compre aunque sea un usado. Así fue que adquirió una Estanciera modelo 1964 en 1979. Eso nos ayudó para poder llevar nuestro producto más rápido y cómodo. Así nos fuimos superando, peldaño por peldaño y hoy tenemos una camioneta que pudimos comprarla 0 km hace once años, con mucho esfuerzo y sacrificio”.
Elegidos
“Con los años fuimos mejorando la rapadura, tenemos más variedades aunque la gente sigue prefiriendo los sabores tradicionales”.
Diversificación
“Tuvimos que ir sumando productos para poder adaptarnos al mercado, así también agregamos los licores”.