Se movilizaba en dos automóviles entre Campo Viera y Oberá, un utilitario y otro suntuoso, ambos fueron seguidos durante las últimas semanas porque se sospechaba que quien los conducía estaba relacionado a algún tipo de actividad delictiva, al menos sus antecedentes encendían un alerta.
La pesquisa la profundizaron efectivos de Toxicomanía de la Unidad Regional II y este sábado dieron el golpe histórico para los registros de operativos antinarcóticos en la Zona Centro. Detuvieron a un presunto narcotraficante con poco más de cuatro kilogramos de cocaína de máxima pureza de supuesta procedencia peruana.
La presunta “mula” narco tiene 50 años y se domicilia en Hipólito Yrigoyen y fue aprehendido en el hotel donde se alojaba en Campo Viera. Entre sus pertenencias directas hallaron parte de la droga, pero los cuatro ladrillos de clorhidrato de cocaína fueron descubiertos al requisar su Fiat Strada, estacionado frente al complejo donde se hospedaba.
El seguimiento del hombre que arrastra causas por estafas sobre sus espaldas, fue sigiloso, especialmente desde la noche anterior, viernes, en que se lo vio movilizándose en varias direcciones y cambiando de vehículo, con mayor precisión, subiéndose a una Peugeot 408 azul.
Este automóvil fue encontrado minutos después a pocas cuadras del lugar. Al revisarlo se hallaron cien mil pesos en efectivo, cien billetes de mil para mayor precisión. Pero también dentro de la camioneta utilitaria Fiat se encontró dinero, alrededor de seis mil pesos.
En cuanto al pesaje y testeo final, se informó que se trató de 4,213 kilogramos de cocaína, valuadas en al menos 5,5 millones de pesos.
Para los investigadores, resultó de sumo valor el secuestro de tres celulares y variada documentación y registros que ampliarán la pesquisa detrás de cómplices y demás partícipes de la actividad delictiva.
Según fuentes en contacto con PRIMERA EDICIÓN el procedimiento es récord en la zona por el tipo de estupefaciente y por la calidad del mismo.
También este hecho despertó varias alertas y confirma que por la provincia no serían pocos los contactos para la compra de cocaína y tampoco pocas las alternativas de tránsito para llegar a las principales urbes del país donde el valor de la droga se multiplica por la posibilidad de estiramiento en las denominadas “cocinas” que funcionan, por ejemplo, en el conurbano bonaerense.