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La Fundación de Anónimos Luchadores Contra la Obesidad (ALCO) habilitó la semana pasada dos nuevos grupos de autoayuda en Candelaria y en Puerto Esperanza que, a partir de ahora, se reunirán cada semana: el de Candelaria, los miércoles a las 18 en la Escuela 8, ubicada en avenida San Martín y Rivadavia; el de Puerto Esperanza los jueves a las 17, 30 en la sede de la Congregación Evangélica, Zerbin y Wisniewski.
Al frente del lanzamiento de ambos grupos estuvieron dos referentes de la Fundación ALCO, Lucio, uno de los participantes de la primera edición de “Cuestión de Peso” (2006) conocido como el “bombero” del programa que tenía al médico Alberto Cormillot en el panel de profesionales; y Gabriela, una joven que logró bajar 36 kilos en diez meses y desde entonces logró mantenerse. Ambos estuvieron acompañados por una de las referentes más antiguas de ALCO Posadas, “Mami” Irrazábal.
La lucha de Lucio contra la obesidad tuvo grandes triunfos y fracasos. Durante su participación en Cuestión de Peso pasó de 190 a 102 kilos pero en los siguientes diez meses Lucio recuperó su peso y lo superó: llegó a los 200 kilos. Según contó a PRIMERA EDICIÓN, en 2010 comenzó a ir ALCO por recomendación de su médico y en 2012 se hizo un by pass gástrico “que no es mágico, porque es una práctica que tiene utilidad por un tiempo” y logró bajar y, esta vez, no volvió a subir esos kilos.
“Bajé y pensé que me había recibido de flaco”
Por su experiencia, hoy puede decir que “cuando uno llega a su peso piensa que se recibe con el carnet de flaco y ya no necesita más ayuda de nadie, pero la verdad es que es cuando más ayuda se necesita para no volver a subir. Yo recuperé 95 kilos en diez meses, volví a todos los viejos hábitos y a todos mis males: estaba postrado, tenía amnea de sueño, diabetes, hipertensión, colesterol… tomaba 18 pastillas por día. Cuando fui a la consulta el médico me dijo: ‘esto es fácil’ y yo me puse muy contento… ‘bajas de peso o te morís’. Fue contundente. Y empecé en ALCO, adelgacé, comencé a viajar por el país, a dar mi testimonio a otras personas, asegurarles que se puede pero que es de a poco, porque la gente cree que si va a ALCO lo tocaremos con una barita y adelgazará… y no es así, ALCO es para siempre, somos todos obesos recuperados o en recuperación donde trabajamos con un plan alimentario, un pasaporte y un registro de comida donde hacemos el seguimiento de lo que hacemos. A veces no se baja en las primeras semanas, o se sube unos kilos después de bajarlos, pero lo importante es que no se tome el fracaso como tal, hay que volver, empezar a trabajar de a poco”, remarcó.
Llegó a los 12 con 120 kilos
Según recordó Lucio, cuando tenía 12 años ya pesaba 120 kilos, 20 kilos más que ahora, “soy obeso desde chico, es que las mamás de antes creían que ser gordito era sinónimo de saludable. También mi mamá era obesa y mi hermano. Con el tiempo, él vio que empecé a bajar con mis nuevos hábitos alimentarios y también dejó de comer azúcar, redujo los fritos, come muchas verduras… yo no le insisto, porque a veces cuando más queremos ayudar a los que tenemos cerca más difícil es”.
Durante largos años, la obesidad le redujo muchas posibilidades “no pude llevar a ninguno de mis tres hijos -que hoy tienen 25, 29 y 30 años- al jardín de infantes, me perdí de muchas cosas pero ahora recuperé otras que había perdido, porque nunca es tarde, como andar en bicicleta, pasear, entrar en una butaca del cine o de un avión y no molestar al de al lado… son cosas que vos contás y quizás el otro te dice que es una pavada pero no, cuando uno las sufre, son muy importantes. Hoy sólo tomo una pastilla para la presión”.
Consultado sobre qué le hizo pedir ayuda para combatir la obesidad, Lucio confió que lo hizo por sus hijos, “yo ya era viudo y tenía tres hijos chicos todavía y si seguía como antes me iba a morir pronto, sabía que tenía que hacer algo y la verdad es que me costó mucho tomar la decisión de operarme porque mis hijos no querían saber nada porque tenían miedo que no saliera del quirófano”.
Mantenerse, la verdadera línea de partida
La historia de Gabriela es la de muchas mujeres, “en 2012 empecé a verme mal, gorda… un día caminando por la calle vi una farmacia y fui a pesarme pensando que pesaba 80 kilos, pero en un solo paso engordé 20 porque la balanza me mostró que tenía 100. Como la mayoría de los obesos, traté de hacer cualquier cosa menos cambiar mi alimentación y me anoté en un gimnasio… al cabo de un mes empecé con un fuerte dolor del nervio ciático y me decidí a buscar algo más serio e integral, así dí con ALCO virtual, empecé con un grupo cerrado de Facebook y empecé a bajar de peso, luego me anoté en el grupo de ALCO de mi barrio y comencé los cambios poco a poco. Bajé en ocho meses 36 kilos. Me demostré a mí misma que podía, porque pensaba que no podía llegar a un mantenimiento pero desde hace seis años mantengo mi peso. El proceso de bajada es como entrenar para ir a una carrera, uno hace mucho trabajo para llegar preparado para ese día, pero el mantenimiento es la carrera en serio, es la verdadera línea de partida”, aseguró.
Cada uno tiene su tiempo
Gabriela sabe por experiencia propia lo difícil que es ayudar a un obeso a cambiar de vida cuando no tiene voluntad de hacerlo.
“Mi esposo tiene problemas de sobrepeso y muchos problemas de salud, pero a veces a los que más cerca tenemos es a los que menos podemos ayudar”, comentó sin ocultar la angustia que le provoca este tema.
“Cada uno hace su camino y sus elecciones y a veces la familia nos imita y otras no, cada uno tiene su momento y su proceso. Esto mismo lo vemos en ALCO, damos las herramientas, las enseñamos pero depende de cada uno si las tomas y las usa. No existe el fracaso por un traspié, existe el fracaso por abandono, cuando dicen no puedo”, aseveró.