“Si digo bien miento, estoy de pie, eso sí”. Karen Daril Skeppstedt (25) intenta juntar sus retazos e hilvanarse, recomponerse por etapas o pequeños tramos. No camina sola, tiene miedo, todas las camionetas que transitan por Eldorado la atemorizan, perdió a su padre de manera violenta y, aunque el agresor de Mariano Antonio Skeppstedt (65) esté detenido con prisión preventiva por “homicidio simple”, el terror a su exnovio de 28 la sofoca, la paraliza.
Con su hermana Natalia a un lado -y el afecto del mate de por medio- decidió dar un paso más en su recuperación y relatar su estado, contar lo que definió como nueva lucha, bregar por justicia por el trágico final de su padre y los momentos e incidentes previos que no logró impedir.
Eligió PRIMERA EDICIÓN, para dialogar sobre el viernes 28 de junio pasado, sobre el sangriento mediodía que se llevó Mariano Antonio, pero vale remarcar que su reclamo es prudente y espera que la Justicia actúe en el mismo sentido.
¿Es paso a paso, reponerse, volver al trabajo?
Volví a trabajar porque mis compañeros de trabajo me ayudan a despejarme, me acompañan muchísimo, por más que en la vereda del juzgado murió mi padre, ellos me alientan a sentirme bien (…) también mi familia me acompaña día a día y sigo un tratamiento psicológico y psiquiátrico.
¿Los miedos?
No es fácil, el temor siempre está presente, salir a la calle, nunca lo hago sola, nunca. Lo que más miedo me da es que Pablo pueda salir en libertad. Temo por mi vida y la de mi familia, porque él es una persona violenta, me da muchísimo miedo pensar que me pueda hacer daño nuevamente. Veo una camioneta parecida a la de él y me paralizo, me aterrorizo, y a mi familia le ocurre lo mismo y a mis amigos, es horrible. No me quedo sola nunca pero el menor ruido o situación extraña me paraliza. Especialmente cuando veo a algunos de sus familiares, Eldorado es una ciudad chica, no sé cómo actuar, me paralizo.
¿Hoy podés recordar el viernes 28 de junio?
Me voy acordando detalles. Ese día a las 3.49 de la mañana Pablo comenzó a hostigarme con mensajes, me amenazaba porque creía que estuve con un amigo suyo. Decía que me iba a esperar con una pistola, que me iba a golpear primero, después matar.
A las 9 cuando ya estaba trabajando en el juzgado volvió a mandar mensajes y a amenazar. Me puse muy mal y le pedí ayuda a unas compañeras y logré ir a la casa de mis padres, no a mi departamento porque estaba aterrorizada. A las 12.20 me acompañaron a la casa de ellos, le aviso a mi mamá que estaba en camino pero ya era tarde, mi papá estaba yendo al juzgado a buscarme. Mi madre ya le había contado que me estaba hostigando y molestando, que Pablo estaba rondando el juzgado, me quería hacer daño, estuvo varias horas dando vueltas.
Después me avisan que le había pegado a un hombre en la vereda del juzgado pero no sabían si era mi papá aún. Yo lo estaba esperando en mi casa. Me entero por el video que apareció en las redes donde un policía trata de resucitarlo. Fue el peor momento, verlo tirado en el piso fue horrible (…) Diez minutos antes (de las 12.30) yo había salido con mi compañera del juzgado.
¿La relación previa fue tormentosa, la violencia era constante?
Cuando lo conocí no era violento, después comencé a notar los celos y su violencia, su inseguridad, cada vez que él tenía que ir a trabajar a otras provincias se ponía peor. Me discriminaba, se ponía celoso y el maltrato comenzó a ser físico, me decía que era puta, un gato de mierda, que era una gorda horrible y nadie me iba a querer nunca y que él si quería se cogía a cualquier mina, me daba nombres de otras chicas que aseguraba salían con el, que como tenía dinero hacía lo que quería.
El primer día que me pegó le dije que lo iba a denunciar y me contestó: ‘Dale denunciame, no va a pasar nada’. Lo denuncié igual, con mucho miedo, pero lo denuncié. Lo bloqueé en todo tipo de comunicación pero me llamaba igual desde otros teléfonos.
Para él yo no hacía nada bien, la culpa de todo era mía, yo, yo, yo … todo lo malo lo hacía yo. Ahora puedo entender que era al revés, que hice lo que pude, traté de ayudarlo hasta por el tema de las drogas, hablé con su madre, pero nadie me tomó en serio. Ni las denuncias que hice, ni las de otras chicas, nadie hizo nada para frenarlo.
Ayudarlo era muy difícil, estaba armado y consumía drogas, yo lo intenté hasta donde pude, tampoco él quería salir de un ambiente donde sólo se alienta a consumir, a excesos, muchos de sus amigos están en la misma situación, tal vez no sean violentos.
¿No podías escapar?
Ya no sabía cómo alejarme de él, lo intenté de todas las maneras, hablándole personalmente porque por mensajes ya no me entendía, le pedí por favor que me dejara en paz, y su respuesta fue sacar un arma y apuntarme a la cara y gatillar un tiro al aire. Fue lo más horrendo que pasé en mi vida, sentí que estuvo a punto de matarme ese día. Como también el viernes 28 de junio, si mi papá no estaba ahí podría haberme tocado a mí y no podría contarlo. Yo tenía muchísimo miedo, le pedí incluso a una amiga ese mismo viernes que no viniera a buscarme por temor a que él la viera en la calle y la atacara. Y mi papá fue igual a esperarme….
¿Confías en la Justicia?
La Justicia actúa de una manera prudente, hace todo lo que tiene que hacer, y espero lo mismo, un juicio y una condena en el mismo sentido, porque el daño que me hizo es irreparable. Espero una sentencia de muchos años, que espere el juicio en prisión, y que la pena sea la que corresponda.
En el país no pasan 30 horas sin que una mujer muera violentamente…
Me escriben personas que atraviesan situaciones similares y la verdad que lucho con mi familia para que esto sirva de ejemplo, que las chicas y los chicos se den cuenta que cuando una relación es tóxica y hay maltrato hay que terminarla, pedir ayuda, hacer algo para que te escuchen, no callar. Cada noticia, femicidio que leo o escucho, digo ‘pude haber sido yo, pude haber sido yo’. Hay chicas que no lo pueden contar, yo lo hago porque mi papá no lo puede hacer. Todo es muy difícil ahora, porque mi padre no está y me invade el miedo, y la mezcla de bronca e impotencia.