Tres Capones es un pueblo muy marcado por la religión, y eso se nota al observar la cantidad de iglesias que allí se erigen, pese a lo pequeño que es.
La localidad, ubicada en el departamento de Apóstoles, se fundó a finales del siglo XIX y sus primeros pobladores llegaron desde Ucrania, Rusia y Polonia.
Los inmigrantes eran férreos defensores de sus costumbres, y personas fuertemente arraigadas a sus creencias religiosas, por lo que prontamente instauraron la religión ortodoxa en el municipio, y con el tiempo construyeron un templo donde poder manifestar su fe.
“La primera iglesia fue construida a principios del siglo XX por los inmigrantes que llegaron a Tres Capones, que en su mayoría eran polacos, ucranianos, y muchos de ellos eran ortodoxos. Entonces lo primero que hicieron al llegar fue construir el templo y el cementerio”, contó Pablo Colángelo, hipodiácono de la Iglesia Ortodoxa del Manto Protector de la Virgen.
De todas maneras, el majestuoso edificio que hoy se alza en esta localidad es medianamente nuevo.
“Este edificio se empezó a construir en el año 80, en el mismo lugar donde anteriormente estaba la iglesia construida por los inmigrantes”, indicó Colángelo.
Hoy se mantiene como punto de encuentro para los más de 200 feligreses de la comunidad y representa uno de los centros de más alta espiritualidad en toda la región.
La campana dorada
La Iglesia Ortodoxa del Manto Protector de la Virgen tiene en Tres Capones un bello e imponente templo con una enorme campana que, según se cuenta, tiene sólo dos pares iguales en todo el mundo.
Precisamente sobre esta campana se creó un manto de historias y rumores que se transmitieron de boca en boca, dándole una fama increíble.
Que es de oro, que su sonido es tan fuerte que es posible escucharla desde Apóstoles y que sólo existen dos iguales en todo el mundo (o tres dependiendo de quién lo cuente) son algunas de las historias que se cuentan.
Pero la realidad, es que muchas de estas son sólo exageraciones. No obstante, la campana dorada de 400 kilos no deja de tener una gran historia que contar.
“La campana se hizo famosa porque muchos dicen es de oro, pero la verdad es que no lo es, si tuviese oro no sonaría, porque la particularidad del oro no es esa”.
“Pero lo que la hace tan importante es que fue una donación directa del último Zar de Rusia, el Zar Nicolás II. Eso la hace una campana especial y es lo que le da un valor histórico, cultural y también religioso, porque el Zar, junto con su familia, son considerados mártires de la fe”, explicó el diácono.
Las tradiciones ortodoxas
En lo que a teología se refiere, la Iglesia Ortodoxa era una con la Iglesia Católica Apostólica Romana, pero luego se produjo un cisma entre ellas.
Hoy en día, representa la segunda religión cristiana más numerosa del mundo, sólo detrás de la católica.
“Nosotros conservamos intactas todas las costumbres y tradiciones de los primeros sismos. Por ejemplo, nuestros sacerdotes son casados, y si una persona no se quiere casar pero quiere ser célibe se debe hacer monje”, indicó el diácono.
En tanto que la estructura de como están edificados los templos también presenta sus particularidades.
El templo de Tres Capones tiene cinco cúpulas muy llamativas sobre su techo, siendo la del medio mayor que las demás.
“La cantidad de cúpulas tienen un significado, en este caso hay cinco, donde la del centro representa a Cristo y las otras a los cuatro evangelistas”.
“Hay iglesias que tienen tres, cuatros o hasta treinta y tres cúpulas, pero siempre tienen un significado”, resaltó.
Además, según contó Colángelo, las iglesias ortodoxas están construidas de tal forma que miren hacia el este, ya que “es costumbre rezar hacia Jerusalén, y porque también creemos que cuando Cristo venga, lo hará desde el oriente”, comentó.
Otra característica que se encuentra en estas iglesias es el iconostasio, que “es una pared que separa el altar del resto del templo, y se llama así precisamente porque está lleno de íconos”.
Esto es muy significativo ya que dentro del arte ortodoxo no existen las esculturas, y todas las imágenes religiosas están representadas en dos dimensiones.
“Es así porque los íconos son como la escritura de los humildes. Si miras una imagen, ésta tiene que trasladarte más a lo espiritual que a lo terrenal, y con una escultura, donde se marcan los músculos, las venas y todos esos detalles que son más bien humanos, se pierde un poco de esa espiritualidad”, comentó.
“Todo está enfocado a que cuando se rece ante un ícono uno se concentre sólo en la oración”, relató el diácono.