
El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, difundió una triste estimación esta semana: que a fin de año la pobreza en el país se ubicará en torno al “38%”. “La situación es complicada, pero no catastrófica”, afirmó el titular del Observatorio de la Deuda Social, Agustín Salvia.
Según un informe de esa casa de estudios, hubo un aumento del 7,9% al 9,3% la cantidad de la población urbana que vive en hogares donde padecen hambre o inseguridad alimentaria severa. A su vez, la inseguridad alimentaria -aquellas personas que saltean comidas- en total pasó del 20,2% al 22,2% en todo el país.
Las cifras aportadas por la UCA refieren a la evolución que se produjo en este indicador durante el tercer trimestre de 2018 y lo que va de 2019.
En este sentido, el sacerdote Gervasio Silva, que coordina las tareas en ocho comedores con casi 700 niños en Posadas, dijo que “el hambre, la pobreza y la falta trabajo deberían ser la prioridad en cualquier gobierno y sobre todo en Argentina donde se viven niveles de pobreza muy altos”.
En declaraciones a FM 89.3 Santa María de las Misiones, el religioso explicó que “hay diferentes tipos de pobreza, la pobreza moral, intelectual, cultural, la pobreza espiritual, pero muchas veces terminan expresándose en el hambre”.
Consultado acerca de cómo se percibe la pobreza en el último año, espetó que “se percibe en la mayor presencia de niños en nuestros merenderos. Pasamos de tener un merendero con 75 niños en septiembre del año pasado a tener el mismo merendero con 350 niños hoy. Ese aumento se dio a partir de distintas cosas: el cierre de algunos merenderos autosustentados pero también por el aumento la pobreza”.
“No es que los padres no trabajen, en muchos casos tienen trabajo pero no les alcanza. Muchas veces el merendero le alivia y lo que le damos de merienda se lo llevan a la casa como cena”, señaló Silva.
Cuestionó además que “hay mucho trabajo informal, a veces trabajo mal pago, entonces a una familia numerosa con un sueldo bajo no le alcanza”.
Y admitió que tuvo casos de profesionales que tuvieron estudios y que están actualmente trabajando pero debieron solicitar asistencia a la Iglesia para cubrir sus necesidades: “He asistido a gente con estudio que viene y me dice mire padre no llego con el alquiler o con la comida. Hay muchas instituciones privadas que exigen demasiado y pagan muy poco, incluso en negro, hay docentes con un solo turno que cobran 10 mil pesos, si tienen dos o tres hijos no alcanza para nada”.
El padre Gervasio Silva dijo que “tenemos ocho merenderos con 685 niños. Darle la merienda de lunes a viernes implica un consumo muy grande”, pero rescató que sigue habiendo mucha colaboración: “La solidaridad crece en estos tiempos de necesidades y la gente colabora permanentemente con un kilo de azúcar o un paquete de leche, que es lo que más necesitamos, además de harina, aceite, entre otras cosas”.
Por último dijo que “no nos alegra la cantidad de chicos a los que asistimos, al contrario, nos entristece” pero llamó a “trabajar unidos y aportar cada uno su granito de arena para buscar una solución a esta problemática del hambre”.