Según el Indice de Fragilidad Laboral (IFL) que difunde la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), el crecimiento de ese indicador -en línea con la evolución reciente de la actividad económica- se ha intensificado en los últimos cuatro años y, particularmente, en el último.
Es que mientras que registró un incremento del 9% entre el segundo trimestre de 2016 y el mismo período de 2019, entre 2018 y 2019 reflejó un alza del 13%.
La dinámica se repite en todas las dimensiones que componen el índice de fragilidad laboral: en los últimos tres años el déficit de empleo creció un 25%, la precariedad laboral un 6%, y el indicador que mide la evolución de los ingresos de los hogares y su distribución un 5%, según el reporte.
El análisis por regiones geográficas convalida las heterogeneidades espaciales existentes en el territorio nacional: el Gran Buenos Aires y el Noroeste Argentino son las regiones que actualmente presentan mayor fragilidad laboral (40,4 y 39,4 puntos, respectivamente), con brechas del 7% y 4% respecto de la fragilidad nacional.
Por el contrario, la Patagonia constituye el área de mejor desempeño relativo: la fragilidad laboral (28,6 puntos) es un 24% inferior a la nacional, y 29% menor a la del Gran Buenos Aires, detalló UMET.
También, señaló que al examinar el diferencial de fragilidad entre varones y mujeres, éstas se ven más afectadas por el deterioro en las condiciones del mercado de trabajo de los últimos años: entre las mujeres el IFL arrojó un valor de 39,3 puntos en 2019, un 15% superior al nivel de 2018.
Entre los varones, en cambio, alcanzó 38,2 puntos, siendo un 11% mayor al nivel de fragilidad del año previo.
Finalmente, al descomponer la medición entre jóvenes y adultos, los primeros presentan, a lo largo de todo el período, registraron mayor fragilidad: en promedio para todo el lapso de análisis, su IFL es un 56% superior al de los adultos.
Fuente: Agencia de Noticias NA