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Este último tiempo, la crisis se hizo sentir. El abandono y la carencia fueron cartas repetidas en el juego de una inestabilidad económica que golpeó a todos los sectores de la sociedad. Empero, la ayuda humanitaria estuvo más presente que nunca: rescatando animales, construyendo casas, acompañando a enfermos, cocinando para los más carenciados: el trabajo voluntario es infinito y requiere vocación.
Es por ello que PRIMERA EDICIÓN se propuso entender ¿qué es el voluntariado? y lo más importante ¿qué motiva a las personas a serlo?. Para ello, habló con diversas personas que, además de su profesión, se dedican a ayudar al resto.
Se puede entender al voluntario como aquella persona que “invierte su tiempo, dinero y esfuerzo en ayudar a los demás sin pretender ningún beneficio económico ni de cualquier otro tipo”. Ahora bien, ¿qué motiva a ayudar a otros?
“Yo salí de una relación amorosa traumática y los animales fueron una forma de mantenerme ocupada. Me empezó a hacer bien traer y cuidar animales, porque mi tiempo lo dedicaba sólo a ellos”, contó Vanesa Simon, dueña e impulsora del hogar de tránsito “Patitas coloradas”.
“Para mí fue un llamado a lo extremo, me llamaba la atención la situación límite en la que todos salen y yo quería entrar”, dijo la bombera voluntaria Julia Núñez, y agregó que “la gente piensa que ser voluntario es usar tu tiempo libre, pero es más que eso. Vos te dedicás a ayudar, te hacés el tiempo necesario”.
“Me cayó la ficha una vez que visité el hospital vestido de superhéroe: había una niña que no se podía mover pero al verme quiso moverse y sonreír pero en cambio empezó a llorar por dolor. Ahí me di cuenta lo importante que era para ella lo que yo estaba haciendo”, explicó Ricardo González, voluntario en el Hospital Pediátrico.
Por su parte, Luis Esquivel, coordinador en el proyecto de voluntariado del hospital, contó que su motivación estuvo dada por la actitud de dos estudiantes de educación especial que en el 2003 fueron a jugar con niños oncológicos. “El personal del hospital notó que los niños dormían mejor y sin necesidad de tantos medicamentos”, dijo.
Jorge Eduardo Robaina es socio del Rotary Club hace aproximadamente 25 años. Sin embargo, todavía recuerda uno de los proyectos donde repararon el único colectivo de San Vicente que los llevaba todos los días de la escuela núcleo a la escuela satélite. “Cuando vos ves que lo que hiciste le cambia la vida a alguien, es el mejor regalo que te pueden dar”, manifestó.
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“Me invitaron a dar una charla, hace más de 30 años y realmente me enganché con el espíritu rotario con uno de sus programas para erradicar la poliomielitis en el mundo”, contó Hugo José Mazzanti.
Abrazo al alma
Si bien el trabajo voluntario se basa en la ayuda desinteresada, muchos hablan de la satisfacción que sienten al hacerlo. “Me hace bien ver cómo mejoran. Tuve casos de perros que no se podían ni levantar, no comían y a la semana empezaban a reponerse y al mes ya estaban corriendo”, contó Vanesa y agregó que “es hermoso saber que un perro de la calle pudo conseguir una familia gracias a vos”.
Por su parte, Julia aseguró que “satisfacciones hay muchas” aunque “la mayor remuneración para nosotros es el agradecimiento de la gente: un gracias es nuestro salario”.
“Para mí, lo más lindo es servir a alguien”, manifestó Ricardo y agregó que también le permitió crecer como persona porque “nosotros solemos quejarnos por todo, pero si tenemos salud y trabajo, entonces ¿de qué quejarnos?”.
“Como dice Patricia Sosa, en un documental donde habla de su trabajo con comunidades: recuerden que vamos a recibir, no vamos a dar”, citó Luis.
“No te imaginás la satisfacción personal que uno tiene con ésto, es inigualable”, aseguró Dorys Mabel Sánchez, socia del Rotary Club Posadas y agregó que “lo mejor es ver que tu trabajo, otros lo van a disfrutar y les va a cambiar la vida, por sobre todas las cosas”.
Para conocerlos de cerca
Vanesa Simon es la dueña del hogar de tránsito “Patitas Coloradas”. “Desde chiquita llevaba gatitos abandonados a mi casa, pero recién cuando me fui a vivir sola me dediqué a rescatar animales”, contó.
El proyecto comenzó cuando notó que uno de los mayores problemas era la falta de hogares de tránsito. “Al comienzo era yo sola hasta que armé una página en Facebook y ahora somos un montón de voluntarios”.
Hasta ahora, en el hogar hay 23 perros y un caballo. Quien desee colaborar puede comunicarse a través de la página de Facebook o Instagram como Patitas Coloradas. “Pedimos siempre colaboración con alimento principalmente”, concluyó.
Julia Núñez es bombera voluntaria hace cinco años. Fue la primera mujer bombero en Posadas que tomó la decisión de formar parte del cuartel apenas terminó sus estudios secundarios. “Vivía frente al cuartel y todo el tiempo veía entrar y salir los camiones con las sirenas, me llamaba la atención”, contó.
“Ser bombero voluntario implica un montón de actividades” dijo y añadió que, “pese a ser un voluntariado, dentro de la institución deben seguirse y respetarse ciertas reglas”. A diferencia de otros voluntariados, el bombero debe aprender y capacitarse en varios aspectos. Por ello, Julia afirmó que “nosotros les decimos a los aspirantes que sean los rescatistas que deseen que los ayuden a ellos” y concluyó que “tenés que tener vocación para estar acá”.
Ricardo González comenzó el voluntariado en el Hospital hace casi cinco años. “Me enteré por un amigo que en su momento me invitó a participar de una obra que hacían. Al principio me sentía un poco incómodo porque tenía un poco de vergüenza pero me fui incluyendo en el grupo”, relató y agregó que las actividades son variadas: “Visitamos las salas de los hospitales, miramos películas, hacemos obras de teatro o hacemos salidas con los chicos”.
“Lo que hacemos nosotros es darle unos minutos de alegría a los chicos que están acostumbrados a sentir pinchazos y dolor. La risa es un remedio más”, aseguró.
Dorys Mabel Sánchez es rotariana hace 25 años. “Vengo de un club de Aristóbulo del Valle y de ahí soy socia fundadora. Cuando me vine a Posadas, automáticamente me invitaron a participar así que con mi marido nos asociamos de nuevo”, contó y agregó que “el Rotary es mi pasión, somos una gran familia mundial”.
Todas, son vivencias de solidaridad que tejen hilos tan largos que conectan amistades que parecerían imposibles. Tan resistentes que un doctor, después de 30 años de voluntariado, continúa dedicando su tiempo libre a colaborar y servir a aquellos que más lo necesitan.
Y es que en un mundo donde las fronteras y las riquezas siguen dividendo, estas experiencias de vida construyen vínculos y puentes persistentes. Acá están, los héroes invisibles, acá abajo, en la parte invisible de la cooperación.