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Cristina Liliana Vázquez (37), regresó este jueves a su casa del barrio El Palomar luego de haber pasado poco más de once años detenida por un crimen que para la Corte Suprema no reunió los elementos suficientes de prueba y tampoco se ponderaron otras evidencias. Sin embargo, la Justicia misionera resolvió en tres instancias que ella era culpable.
El jueves, el máximo tribunal del país la absolvió, no sin antes lanzar una advertencia al fuero local acerca de la forma irregular en la que procedieron para condenarla a ella y también a Lucía Cecilia Rojas.
PRIMERA EDICIÓN dialogó con Cristina para que describa la sensación de recuperar la libertad, de dejar atrás la prisión de Villa Lanús.
La Corte Suprema de Justicia había dictado que ella y su compañera de causa, quedaban absueltas por el crimen de Ersélide Leila Dávalos, ocurrido el 27 de julio de 2001 en la vivienda de Trincheras de San José y San Marcos, a una cuadra de la casa de Cristina.
Acompañada por sus padres, su hermana y su sobrina, la casa de Cristina estaba abierta a los saludos de vecinos y amigos que se acercaron a abrazarla.
Cristina contó cómo y cuándo recibió la noticia de su absolución. “Fue ayer a la noche (por el jueves). Mi amiga hablaba por teléfono con el hijo y éste sentado frente a una computadora le leyó la información. Entonces, esta compañera me llamó y me dijo: ‘tomá, hablá vos porque yo no se cómo decírtelo’. Cuando me lo contó el hijo empecé a gritar de la alegría, no lo podía creer. Después prácticamente no pude dormir nada”.
“Las guardias también se alegraron, se portaron muy bien conmigo. Me dijeron ‘Vázquez por fin te vas’”, agregó.
Consultada acerca del tiempo que estuvo tras las rejas señaló: “Me generó mucha impotencia y rencor estar encerrada por algo que no cometí y no podía hacer nada porque los jueces, los fiscales y todo el sistema judicial se puso en mi contra”.
El valor de “Fragmentos”
Ella entendió que esto también se tradujo en “una condena social” que recién pudo comenzar a cambiarse con la presentación del documental sobre el caso (“Fragmentos de una amiga desconocida” documental de la comunicadora colombiana Magda Hernández).
“En principio la opinión pública también se puso en mi contra, pero en los últimos tiempos, con la presentación del documental, con la proyección en universidades, escuelas, en diversos ámbitos creo que eso generó una nueva forma de ver el caso y ayudó mucho a cambiar el enfoque”.
Señaló que cuando la condena fue ratificada por el Superior Tribunal de Justicia (STJ), perdió las esperanzas de recuperar la libertad. Apenas terminó de decir estas palabras, un automóvil se detuvo frente a la casa y con los brazos en alto y una gran sonrisa una mujer lanzó un fuerte “¡Hola!”, pero no fue un saludo, fue la descarga emotiva que se fundió en un abrazo entre ambas. Después de tanto luchar, Viviana Cukla, una de sus defensoras, la pudo estrechar en libertad.
Aún sumida en un torbellino, Vázquez remarcó: “Todavía no me cayó la ficha de estar afuera. Cuando estaba en el penal lo que más añoraba era el compartir la mesa con mi familia”.
Envuelta por sentimientos encontrados siguió la charla para recordar a los jueces que la condenaron: “Quiero que los jueces tomen conciencia, que sus errores perjudican no sólo a una persona sino a toda su familia. Tienen que ser responsables, hacer bien las cosas. Es solamente eso, hacer las cosas bien” remarcó con la sonrisa abierta y franca.
“Tenían que buscar un responsable, y yo era vista en el barrio como la que fumaba porro. Me estigmatizaron, se fundaron en prejuicios y juzgaron mi vida, no juzgaron el hecho, la muerte de esa señora”.
Cristina no olvidó a los que la acompañaron: “Tengo que agradecer a muchos, a (Viviana) Cukla, a mi amiga Magda Hernández, a todos los que colaboraron con “Fragmentos”, a (la abuela de Plaza de Mayo) Norita Cortiñas, quienes entre todos hicieron el ruido necesario para que el recurso extraordinario ante la Corte avance”.
Con la sonrisa y ojos brillantes, aclaró sus próximos pasos: “Lo primero que voy a hacer es almorzar con mi familia y después ir a jugar con mi sobrina al parque” y luego “en el futuro inmediato voy a buscar trabajo y seguir estudiando”.
“Se cae el prejuicio”
Viviana Cukla auguró que con la sentencia de la Corte Suprema debería serle más fácil a Cristina conseguir trabajo y reinsertarse en la sociedad. Aunque resaltó que “para los liberados es muy dificultoso. En el caso de ella esto es una absolución que viene gritándose desde arriba. De esta manera cae ese prejuicio y puede ayudar a que ella se inserte más rápido en la sociedad”.
La abogada también opinó sobre este caso emblemático en la historia judicial de Misiones.
“La Justicia misionera fue mejorando pero aún resta mucho por hacer. Este fallo nos tiene que servir para mirar hacia adelante pero sirviéndonos de ejemplo.Hasta ahora no entiendo cómo metieron a Cristina en la causa. Debía haber al menos un elemento fuerte para sospechar de ella. Sólo la culparon porque era vecina de la víctima”.
“Conocí el barro de la Justicia”
José Vázquez reflexionó también junto a su hija nuevamente en su hogar: “Nunca creí en la Justicia. Vi y supe muchas cosas turbias del barro judicial”.
Pero fue aún más tajante: “Para mí todo fue un circo. Todos los días pensaba que mi hija estaba presa de forma injusta. Fue una carga muy pesada la que tuvimos que soportar”.