Con una gran convocatoria, que involucró a diferentes generaciones de jugadores, se llevó a cabo ayer sábado en el Tacurú Social Club una nueva edición del Seven del Reencuentro, una cita obligada en esta época del año para todos los identificados con la camiseta marrón y amarilla.
Este clásico, que año tras año se repite para darle el cierre a cada temporada de rugby de la “Hormiga”, reunió a varios equipos que fueron mechados con jugadores de distintas edades, como por ejemplo algunos de primera división con veteranos, para el torneo competitivo.
También estuvo el seven recreativo, donde participaron los de mayor “experiencia”, donde fue más que nada una tocata.
Además, hubo partidos que involucró a padres e hijos, en algunos casos sumando a tres generaciones como la familia Bianchi.
El fuerte calor de la tarde de ayer no fue impedimento para que se vieran buenos partidos, en algunos casos con tries que valieron el aplauso de los presentes.
Una vez que el calor aflojó un poco (pasadas las 18) fue el turno de los más veteranos, quienes dejaron en claro que, aunque pasen los años, la calidad sigue inalterable.
Tal como se había señalado en la previa, la idea principal era pasar un gran día en familia y con amigos, disfrutando del rugby para despedir el año con los “hermanos” del club de todos los tiempos.
Sin dudas que la premisa se cumplió y el “hormiguero” estuvo repleto, viviendo una gran fiesta junto a la querida e inseparable ovalada.
Unidos por la misma pasión
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Dos experimentados que volvieron a encontrarse ayer fueron Edgardo Di Lorenzi y Gustavo Arias, quienes compartieron plantel a principios del año 2000.
Luego de disputar un partido, EL DEPORTIVO dialogó con ambos, quienes dejaron sus sensaciones de lo que significa esta movida.
“Para mí es algo increíble. Hace 20 años este club me abrió las puertas, hace dos temporadas que soy preparador físico de la primera división, y qué mejor manera de cerrar el año con una fiesta así, con todos los pibes y con mis compañeros de aquella vieja guardia que defendieron estos colores”, afirmó el “Cangrejo” Di Lorenzi.
Por su parte, “Mandibulín” Arias expresó: “Más allá de que por ahí ahora nos dedicamos a otra cosa a nivel deportes, hemos jugado acá en el club desde el 86 hasta el 2007, así que hemos hecho un gran trayecto acá, y reencontrarse con todos los afectos no tiene precio, y más en esta época del año”.
Y agregó: “Acá tenés desde las generaciones más grandes hasta los más chicos, como los hijos de Agustín y Nico Bianchi, que son el futuro del club, así que esto es una fiesta. Y tiene todo un contexto, porque esto surgió de la iniciativa de los chicos del club, allá por el 2006, que era para juntarse con los que estaban haciendo otras actividades afuera de la provincia, y esta era una buena época, el primer sábado entre Navidad y Año Nuevo, para juntarnos,”.
Para finalizar, Edgardo, quien es preparador físico del plantel superior, dejó una reflexión: “Yo quisiera aprovechar esta oportunidad para convocar a los exjugadores a que se acerquen al club. Porque siempre se necesita colaboradores en las distintas categorías, tanto en el rugby infantil como en el juvenil. Hay que tener en cuenta y recordar todo lo que el rugby nos ha dado a nosotros, que nos formó prácticamente, y tenemos que devolverlo de alguna manera. Creo que la mejor forma es venir, traer a sus hijos y colaborar, ya sea como entrenador de una división o como ayudante. Esto tiene que servir de incentivo para trabajar y sacar a nuestro rugby adelante”.