
No será fácil, claro, pero la posibilidad de que un misionero juegue el Masters de Augusta, el torneo más prestigioso del golf mundial, está un poco más cerca. El nuevo dueño de ese sueño es el posadeño Juan Ignacio De Giacomi (21), quien de por sí ya hará historia el 16 de enero próximo, cuando sea el primer representante de la provincia en disputar el Latin America Amateur Championship.
Ese torneo, que reúne a los mejores del continente pero también a los mejores del ranking mundial amateur, se disputará en Cancún, México, y otorgará al campeón la clasificación para Augusta. Parece difícil, claro, pero De Giacomi es uno de los ocho argentinos clasificados por ranking. Y nadie puede quitarle la ilusión.
“El principal desafío para 2020 es ganar el Latin America. Sería algo único jugar el Masters de Augusta. Sólo clasifica el campeón y sé que no será sencillo. Si lo logro, voy a tirar la casa por la ventana”, confiesa, entre risas, Juan Ignacio. Ante EL DEPORTIVO, el golfista que vive y estudia en los Estados Unidos contó en detalle cómo es su vida ligada al deporte, de qué manera llegó a ser 533º en un ranking mundial que tiene más de 6 mil jugadores y cuáles son sus objetivos rumbo al otro sueño, el de ser jugador profesional.
Juan, ¿cómo empezaste a jugar al golf?
Arranqué a los 9 años en el club Tacurú. No sé por qué, pero mi padrastro empezó a jugar y yo me enganché. Empecé tomando clases con un profe, uno o dos meses. Al principio es un poco jodido, porque cuesta pegarle a la pelota. Para cualquiera, es frustrante esa iniciación, pero una vez que le pegás bien, que la levantás, es una satisfacción indescriptible. Así me fui enganchando, a los 10 años jugué y gané mi primer torneo de menores. Eso me incentivó mucho. Seguí, jugué todo el ranking de menores de 15 años, que se juega por todo el país, después jugué todo el ranking de 18, donde llegué a estar entre los diez mejores de la Argentina, y el ranking de aficionados. Todo eso me llevó a formar parte de la Selección Argentina, así que cuando estaba en quinto año, prácticamente me fui a vivir a Buenos Aires. Y ahí surgió la chance de ir a los Estados Unidos.
¿Cómo llegó esa posibilidad?
Terminé el secundario en 2017, en Buenos Aires, y a principios de 2018, mi profesor, que era de Venezuela y había vivido en México, me brindó esa posibilidad. Como la universidad en Estados Unidos arranca en agosto, me fui de enero a agosto a San Luis de Potosí, a 500 kilómetros del Distrito Federal. Durante todo ese tiempo pude entrenar y, mientras tanto, empezar a moverme para ingresar a una universidad de Estados Unidos.

¿Cómo fue esa experiencia en México?
Llegué con cero de idea de nada. No sabía qué hacer, pero gracias a mi profesor, que me ayudó muchísimo, armé un currículum. Al principio fue difícil en México, era la primera vez que me iba tan lejos de mi familia y solo. No obstante, tuve la suerte de hacerme muchos amigos, además que me llevaba bien con el profe. Empecé a jugar torneos y, entre una cosa y otra, ese tiempo se pasó volando.
El golf en México… ¿es más o menos competitivo que acá?
No sé si hay más competencia, pero todos los jugadores, sean junior, amateur o profesional, tienen más posibilidades. Quizás hay menos competencia que en Argentina, porque acá hay muchísimo nivel. Pero quizás hay más oportunidades para el que quiere salir afuera.
Y así llegó la chance en Estados Unidos….
Sí, primero rendí los exámenes en inglés y no me fue tan bien. Entonces tuve que ir a una universidad en Carolina del Norte. Ahí mejoré mucho mi inglés, me fue bien en las notas y pude pasar a la Universidad de West Florida, que era el objetivo. En esa universidad hay muchísimo nivel. Tiene un equipo de golf y todo el año estoy jugando contra los mejores 500 del mundo, que es algo increíble para un ranking que tiene más de 6 mil jugadores. La de Florida es una universidad más grande, una locura, tiene 15 mil estudiantes. La anterior tenía 2 mil.
¿Cómo funciona ese sistema deportivo/académico? ¿Cómo se articula?
Todo pasa por el rendimiento que tengas durante el año. Cuando recién llegás, todo depende de las notas que obtengas durante ese primer año. En determinado momento se toman los resultados de los exámenes y luego se suma el rendimiento deportivo, se evalúan las dos cosas. Y ahí tu entrenador es el que dice cuánta beca te van a dar. Tenés el 100% de la beca, el 50%. Yo actualmente estoy cubierto en un 75%.
¿Qué carrera estudias?
Estudio Sport Management, que sería como un mánager en todos los deportes. Es una carrera bastante amplia, está buena y allá es conocida, pero acá en Argentina no supe mucho de algo así o parecido. Tiene una duración de cuatro años y medio.
¿Cómo llegaste a clasificarte para el Latin America Amateur Championship?
Existe un ranking mundial amateur que tiene más de 6 mil jugadores. Lo más difícil es entrar, porque depende mucho del torneo que juegues y de la calidad de jugadores que haya en el mismo. Por ejemplo, tenés torneos que tenés que ganar para entrar al ranking, y ganar un torneo amateur internacional no es nada fácil. Yo entré en enero de este año tras jugar un certamen en Las Vegas y salir terceros con el equipo de la universidad. Entré y estaba 5.500 del mundo. Y me puse como objetivo que para septiembre, cuando se hace el corte clasificatorio para el Championship, tenía que estar entre los seis mejores argentinos, que son los cupos que entrega el ranking para el Latin America.
Un tremendo desafío…
Sí, me quedaban por jugar siete torneos en Estados Unidos, más otros tres profesionales que disputé en Paraguay. Jugué todos y la verdad es que me fue muy bien. Así escalé del puesto 5.500 al 290. Y clasifiqué al Latin America como el segundo argentino. Ahora soy el sexto mejor argentino, porque bajé un poco y estoy cerca del puesto 500, que de igual manera es algo muy bueno.
¿Qué se necesita para jugar al golf?
Si querés jugar de manera profesional, llega un punto que ya no es ni técnica ni táctica, mucho menos en esta época. El golf se transformó en un deporte mucho más físico y mental. Hoy por hoy, te podría decir que es un 50% mental, un 30% físico y un 20% de golf. Si ves a los jugadores de hace 50 años, eran todos flaquitos. Hoy ves a los mejores del mundo y son todos monstruos, se matan en el gimnasio, tienen una cabeza increíble, piensan de una manera impresionante. Los que están dentro del top 20 del mundo son unas verdaderas bestias.
Quizás por desconocimiento, muchos menosprecian al golf… ¿qué le decís a esas personas?
Mirá, yo sé que el golf, si lo mirás por televisión, desde afuera, te puede parecer aburrido. Incluso para mí, si me siento a mirar golf, te diría que me aburro un poco (se ríe), porque no me gusta mirarlo desde afuera. Sin embargo, jugarlo es otra cosa. En un torneo, arrancás a las 6 de la mañana y terminás a las 20. Y al otro día, de vuelta a las 6. En un momento del día se te hinchan las manos y no podés más. Por eso tenés que hacer gimnasio, ir al psicólogo, ver a una nutricionista. En los torneos universitarios llegamos a jugar 36 hoyos en un día. Y la cabeza juega un rol clave, te termina doliendo porque hay un punto en el que ya no podés pensar más. Todo cuesta, son muchas sensaciones, es algo que no podés dejar de hacer si quiera un día para mantenerte en alto nivel.
¿Quién es tu ídolo?
Sin dudas, Tiger Woods. Tiene todo, técnica, táctica, cabeza, práctica, lo que te imagines. Además, es el jugador que más influenció al golf. Muchos creen que el deporte hoy es casi olímpico gracias a todo lo que hizo él, todo lo que ganó, lo que logró y lo que innovó. Ganó más que cualquiera. Todavía no tuve la posibilidad de conocerlo en persona, a casi todos los otros grandes pude verlos, pero no a él. No sé cuál va a ser mi reacción cuando se dé.
¿Qué desafíos te planteas para 2020?
Lo primero y principal es ganar el Latin America Amateur Championship. Jugar el Masters de Augusta sería algo único. Sé que no es fácil porque sólo clasifica el campeón. Si lo logro, voy a tirar la casa por la ventana. Después, en mayo, son los nacionales con la universidad. Y a nivel individual, me gustaría terminar de la mejor manera en todos los torneos para seguir subiendo en el ranking.
¿Cuáles son tus sueños?
Además de esto que se viene ahora, me gustaría jugar el PGA Tour, que es lo más alto del golf mundial. Sería un sueño vivir del golf, ser profesional. Todos los días me levanto y trabajo pensando en eso.
“Se extraña el asado de los domingos”
Con respecto al día a día en Estados Unidos, Juan Ignacio aseguró que ya está acostumbrado al ritmo norteamericano, aunque “se extraña el asado de los domingos”.
“No son de juntarse un domingo y tirar algo a la parrilla, no hay chances. Se extraña nuestra comida, porque allá son mucho de lo frito. Hay todo lo que quieras, pero frito. Llega un momento que te cansa. Y las comidas más sanas, la carne, frutas y verduras, son caras”, explicó De Giacomi.
En ese sentido, el golfista agregó que “comer en un McDonalds te sale un dólar, pero si querés un pedazo de carne, te sale 20 dólares. Encima te compras una banana y te dura seis meses así amarilla. No entendés nada. Es de la cantidad de químicos que tiene”.
Sobre la forma de ser de los estadounidenses, De Giacomi también notó diferencias con respecto al calor latinoamericano. “Son mucho más fríos que acá. Te acostumbrás porque lo vivís todos los días, pero son súper fríos. No te están por dar un abrazo, olvidate. Es un ‘hello’ desde lejos y ya está. Eso se extraña mucho de Argentina”, sintetizó el misionero, quien se levanta temprano para entrenar y estudiar en Florida.