Por Rocío Gómez
Todo comenzó con una denuncia. Aunque en honor a la verdad, ésto viene desde hace rato. El fútbol femenino existe desde que el fútbol es fútbol pero fue invisibilizado durante años. En un ámbito dominado por hombres, las chicas no tuvieron espacio durante décadas. Hasta que algo comenzó a cambiar. O hicieron que cambie. Es difícil saber qué ocurrió primero. Pero ocurrió.
La santafesina Macarena Sánchez, exjugadora de la UAI Urquiza, hizo una fuerte denuncia a través de sus redes sociales el 12 de enero de este año.
Mediante un comunicado, la futbolista, que fue desvinculada de su club el 5 de enero de este año, intimó a UAI, lo acusó de utilizar “mecanismos fraudulentos” y atacó a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) por el estado en el que se encontraba el fútbol femenino, al cual comparó con la etapa del amateurismo masculino, previo a los años 30.
“Dichos mecanismos son una réplica exacta de aquellos utilizados para negar el reconocimiento de la relación laboral profesional de los hombres jugadores de fútbol, durante los años 30 en Argentina y que derivaron, con incontables luchas de por medio, en el reconocimiento de la profesionalización de fútbol masculino. Más de 80 años después, las mujeres futbolistas son víctimas de las mismas prácticas ilegales que buscan ocultar la profesionalización existente de la práctica deportiva, disfrazada de amateurismo”, atacaba el comunicado.
En el texto publicado en su cuenta de Twitter, Sánchez solicitaba al Club Deportivo UAI Urquiza, “por medio de una intimación extrajudicial, la regularización de la relación laboral con la reclamante como futbolista profesional y a la AFA el cese de su inacción al respecto y la consecuente intimación inmediata a la entidad deportiva mencionada a los fines de regularizar la situación laboral de la jugadora”.
Sin saberlo, ese fue el puntapié inicial.
El reclamo por la profesionalización del fútbol femenino comenzó a materializarse en las canchas. Se hizo bandera. Se hizo reclamo. Macarena Sánchez se volvió una bandera para cientos de jugadoras de los clubes más grandes del país.
No era la primera vez que se denunciaba el estado de precarización en el que se encontraban las futbolistas argentinas.
En noviembre de 2017, más de un año antes, la Selección Argentina Femenina se declaró en huelga porque llevaban dos años sin competencia ni entrenador y porque la AFA no les pagaba viáticos diarios para entrenar en Ezeiza. La pelea no era sólo económica: pidieron mejoras en las condiciones de trabajo como entrenar en canchas de césped natural, contar con indumentaria adecuada, viajar en transportes de calidad y que se organicen giras internacionales.
En otras palabras, ser reconocidas como representantes de un equipo nacional. Nada más y nada menos.
Con un compromiso asumido por parte de la AFA, el plantel de las chicas retornó a los entrenamientos pero volvió a hacer notar su malestar en la Copa América de Chile 2018. Allí, en una de las salidas al campo de juego, todas las jugadoras, tanto titulares como suplentes posaron para la foto oficial con una mano en su oreja, pidiendo ser verdaderamente escuchadas.
Con ese trasfondo llegó la denuncia de Maca Sánchez en enero de este año. Pero esta vez, quizá por la masividad de las redes sociales, el reclamo no quedó en la nada.
Por el contrario, comenzó a ser una ola difícil de frenar. Las redes se inundaron con el hashtag #FútbolFemeninoProfesional y arrancaron los primeros síntomas de que algo estaba cambiando: se anunció que el 9 de marzo, el equipo femenino de Boca Juniors, donde juega la misionera Yamila Rodríguez, jugaría su primer partido en La Bombonera, el mítico estadio donde, hasta entonces, sólo habían jugado hombres. Un mensaje. Algo simbólico.
Los equipos femeninos siempre fueron relegados a las canchas auxiliares, nunca al escenario principal. Llegó el día esperado y en la previa al cruce entre los equipos masculinos de Boca y San Lorenzo por la Superliga, las chicas xeneizes golearon a Lanús por 5-0 y la misionera hizo dos goles. La prueba de que estaban para algo más.
Días después llegó el gran anuncio que se gestó gracias a la denuncia de Macarena Sánchez. En la sede de la AFA se firmó un convenio con Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) con el objetivo de profesionalizar el fútbol femenino en el país.
A través de este acuerdo, se promovería la firma de ocho contratos en cada uno de los 16 clubes que componían la Liga de Primera División: Boca, River, San Lorenzo, Racing, Independiente, Huracán, UAI Urquiza, UBA Fútbol, Lanús, Platense, Villa San Carlos, Estudiantes de La Plata, Excursionistas, El Porvenir, Deportivo Morón y Atlanta.
Claudio “Chiqui” Tapia anunció que la AFA destinaría una ayuda de 120 mil pesos mensuales a cada club durante un año para que puedan cumplir con el pago de los salarios de las jugadoras y que tendrían un sueldo básico equivalente al contrato que percibe un jugador de la Primera C, la última categoría rentada en el fútbol masculino. Poco, pero mucho.
Este anuncio no incluyó a los clubes del interior, que venían remándola desde antes. En Posadas, sin ir más lejos, a fines de 2018, mucho antes de los acontecimientos que aquí se relatan, se jugó el torneo preparatorio con diez equipos, de lo que luego sería el primer torneo oficial de la Liga Posadeña, denominado “Nosotras también jugamos”. Nombre poco tradicional en el ámbito del fútbol, pero más que significativo.
En Posadas, las chicas venían pisando fuerte en el fútbol de salón, o futsal. Otra disciplina, otras reglas, otra táctica. Pero similar. Allí comenzaron a forjarse los equipos que luego darían el salto a la cancha de once en un torneo que empezó a mediados de junio de este año, organizado por la Liga Posadeña.
Antes, en abril, se dio otro hito importante: el 12, San Lorenzo oficializó la contratación de 16 jugadoras, entre ellas, a Macarena Sánchez. La que con su denuncia dio el puntapié inicial a un serie de eventos que desencadenaron en un movimiento histórico y sin precedentes.
Sus fotos, con la camiseta azulgrana en el Bidegain de fondo, fueron replicadas por todos los medios. Era la prueba de que luchar vale la pena. Después se fueron sumando otros: River, Racing, Boca. El fútbol profesional femenino comenzaba a ser una realidad.
En ese contexto, el seleccionado argentino femenino de fútbol se preparaba para el Mundial de Francia, cita a la que había clasificado tras vencer en noviembre de 2018 a Panamá por 4-0, en el repechaje.
El conjunto nacional volvía a disputar la competencia global tras doce años de ausencia: su última presentación había sido en China 2007, cuando se despidió último en la fase de grupos, sin puntos, con un solo gol a favor y 18 en contra.
En el contexto de ebullición que vivía la disciplina, no sólo en Argentina, sino en el mundo, las chicas se preparaban para calzarse la celeste y blanca. Y llegó el debut: el 10 de junio, Argentina enfrentó a Japón, una de las potencias en el fútbol femenino y le sacó un empate.
Fue un 0-0 que se festejó en todos lados. El equipo nacional sumaba su primer punto en una cita mundialista por primera vez en la historia y salía airoso del choque con uno de los grandes. En Twitter eran tendencia y a nivel redes sociales, el encuentro generó una repercusión impensada cuatro años atrás. Los diarios replicaron la hazaña. Fue histórico.
El segundo partido fue ante Inglaterra. Las chicas cayeron 1-0 y debían vencer a Escocia para soñar con una histórica clasificación a octavos.
El partido con las escocesas fue de otro planeta. Las argentinas perdían 3-0 a falta de 20 minutos para que termine el encuentro.
Hasta que a los 74 llegó el descuento a través de Milagros Menéndez, a los 79 Lee Alexander (en contra) puso el 2-3 y Florencia Bonsegundo, en una serie de penales para el infarto, decretó el 3-3 final. Debían esperar el resultado de otro partido para saber si seguían en carrera, resultado que no llegó y las chicas se volvieron en primera ronda, pero con dos empates y una derrota: tres goles a favor y sólo cuatro en contra. Un abismo de aquel China 2007.
En redes sociales organizaron para ir a Ezeiza a recibir a las chicas argentinas y un puñado de gente se acercó.
Otra vez, un impensado hace apenas un año atrás. Las jugadoras comenzaban a ganarse un lugar.
Un lugar que se confirmó en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Esta vez, con la misionera Yamila Rodríguez entre sus filas, el equipo argentino fue en búsqueda de un lugar en el podio. Otra cita con la historia.
En la previa quedaron afuera de la convocatoria varias figuras del equipo en Francia 2019, a raíz de entredichos con el DT Carlos Borrello. En el tire y afloje, la AFA tomó partido por el técnico y jugadoras como Estefanía Banini, Ruth Bravo y Belén Potassa quedaron afuera.
Argentina arrancó el Panamericano con victoria 3-0 ante Perú, luego venció 1-0 a Panamá y empató 0-0 ante Costa Rica. Terminó segunda en la Zona B y clasificó a semis, donde goleó a Paraguay y alcanzó la histórica clasificación a la final de los Juegos, con la valla invicta.
En la final esperaba Colombia, fue 1-1 en tiempo reglamentario y derrota para las argentinas en penales. Pero se calzaron la medalla de plata por primera vez. Otra vez histórico. Las pibas que juegan al fútbol comenzaron a ver que el deseo de hacerlo algún día a nivel profesional ya no era algo imposible. Uno de los triunfos más importantes del año está en ésto.
En Posadas se largó el “Nosotras también jugamos” con 14 equipos, que hace días consagró campeón a La Picada. PRIMERA EDICIÓN reconoció a 2019 como el “año del fútbol femenino” y se decidió que la terna pase a integrar la Fiesta del Deporte Misionero. La estatuilla quedó en manos de Fabiola Krzeczkowski, referente del fútbol femenino en Oberá.
Justamente “Loly” fue una de las presentes aquel 16 de marzo cuando se anunció la profesionalización en AFA. Cuando volvió, habló con EL DEPORTIVO y dejó en claro lo que significó lo anunciado.
“Esto va a contagiar a todas las chicas y va a permitir que las escuelas formativas aumenten. Porque esa es también la gran falencia que hay, no tenemos escuelas formativas y es imposible crecer si no empezás de abajo, pero con ésto creo que va a haber motivación de decirles a las nenas que si tenés el sueño de jugar en primera vas a tener un sueldo”.
Todavía falta muchísimo para equiparar al fútbol femenino con el masculino, para empezar a hablar de igualdad, pero el cambio comenzó y es difícil que se frene de ahora en adelante.
Hay una generación de pibas que se emocionaron con el Mundial de Francia y la medalla de plata en Lima; niñas que ahora van a ver a sus hermanas a la cancha todos los findes. Ellas no van a dejar que esto se frene. Y este es el hito más importante del año.