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El cambio de año reiteró un drama para los usuarios del transporte público de pasajeros, debido a que el Grupo Z, concesionario del servicio en la capital provincial, Garupá y Candelaria, decidió reducir notablemente la cantidad de colectivos que salen a diario a realizar sus recorridos.
Pese a que el sector empresarial niega la problemática a través de sus redes sociales, cada vez son más los pasajeros frecuentes que elevan sus críticas por demorar más que de costumbre para movilizarse, ante la evidente escasez de unidades en las calles.
Los cuestionamientos de los pasajeros hacia la prestación en general se repiten y acumulan hace tiempo, sin respuestas concretas por parte del Grupo Z. Los principales apuntan no sólo a la reducción de frecuencias sino también a la escasez de líneas en barrios habitados por numerosas familias, unidades en malas condiciones, y un precio del boleto difícil de abonar en el uso diario, entre otros puntos.
Para confirmar el recorte de frecuencias, PRIMERA EDICIÓN realizó un relevamiento dialogando con los molestos usuarios por algunas paradas principales del microcentro posadeño y también en la terminal de transferencia de la avenida Quaranta.
Se repitieron los rostros cansados de los pasajeros, bajo el intenso calor que delataron el hastío de ver pasar el tiempo mientras aguardaban la llegada de un colectivo. Así lo remarcaron los usuarios, asegurando que en cualquier horario se puede confirmar que existen en circulación menos unidades que las que se utilizaban antes del receso escolar y las fiestas de fin de año.
“Lo más curioso es que hay momentos que se agrupan todos los colectivos sobre la calle Junín, porque el que va adelante está cargando gente y todos los de atrás tienen que dejar pasar varias veces que cambie el color del semáforo, porque no pueden adelantarse. Parece que se largan todos juntos, al mismo tiempo, y después hay que esperar como media hora o más para que vuelva a aparecer un colectivo. Parece que no tienen sincronización para pasar de manera intercalada”, indicó un comerciante informal que acostumbra realizar sus ventas callejeras siempre en la misma esquina de Posadas.
Por su parte, Silvio Romero de profesión electricista, opinó a PRIMERA EDICIÓN: “Es preocupante y muy grave sentir que la empresa no tiene en cuenta el fuerte calor que debemos soportar en las paradas durante estos días, y por tiempos muy largos. Hay muchos ancianos, mujeres con chicos, que dependen de los colectivos para movilizarse, y los dejan prácticamente en un estado de abandono así. Hasta el mes pasado uno sabía más o menos los horarios de las líneas pero ahora, con la evidente reducción, es imposible saber a qué hora vendrá un colectivo. No nos queda otra que esperar y tragarnos la bronca ya que nadie se hace cargo, los choferes tampoco son responsables de esto aunque sean la cara visible de la empresa para las discusiones”.
En tanto que Mario, de 65 años, recalcó: “Genera mucha bronca ver que hacen lo que quieren con los colectivos. No tienen justificación para tener menos unidades dando vueltas, porque somos muchos los trabajadores que dependemos del servicio todo el verano para cumplir con nuestras obligaciones, y nos dejan abandonados soportando el calor, además en la mayoría de los barrios ni siquiera ponen refugios acordes para protegerse del sol o de los días de mucha lluvia. No tienen vergüenza”.
“Yo vengo a la clínica con mis hijos y me da pena por ellos, porque el trayecto que hacemos no es muy largo, pero no puedo hacerlos caminar en el calor, y tenemos que bancarnos todo este tiempo de espera transpirando, el colectivo tarda mucho en aparecer, nos consume mucho tiempo y energías”, señaló de su lado una madre con su hijo más pequeño en brazos.
La tensión de la situación también se observa en la terminal de transferencia de Quaranta donde se forman extensas filas de pasajeros que esperan subir a un segundo colectivo, en la mayoría de los casos, dentro del cotidiano recorrido que deben realizar.
Allí, Alberto Ramírez, del barrio San Isidro comentó a este Diario: “No se entiende la decisión que tomaron las empresas para usar cada vez menos coches. Está bien que ya no hay estudiantes y muchas familias comenzaron a salir de vacaciones, pero es justamente este el momento que muchos esperamos pensando que al haber menos gente podríamos viajar más cómodos, sin estar todos encimados como pasa durante todo el año. Debería ser así, tendríamos que viajar todos más tranquilos ahora si el servicio se mantuviera como corresponde, pero como se guardan los colectivos seguimos viajando muy mal y apretados en el calor, porque hasta que aparezca un colectivo se junta mucha gente a esperar”.
Rogelio Sosa, de Itaembé Miní, señaló: “Yo acostumbraba esperar unos 10 minutos hasta subir al colectivo, mi recorrido de casa al trabajo no me llevaba mucho tiempo, pero ahora siento que me consume el doble de tiempo, estos días tuve que comenzar a salir más temprano de casa para no llegar tarde al trabajo, porque el cambio fue tan brusco que uno ya no sabe bien a qué horario va a aparecer un micro. Además, el estado de los colectivos da pena de lo mal que están, con asientos rotos, ventanas que no se pueden abrir o cerrar, y ni hablar de que le pongan al menos un aire acondicionado, nos tenemos que bancar el calor todos los días”.
“Da mucha bronca que hayan sacado colectivos, se abusan, y es peor por la noche o los fines de semana, antes teníamos posibilidad de tomar un colectivo hasta pasada la medianoche, pero ahora después de las 10 de la noche ya casi no hay línea que pase”, cuestionó Marisol, de 34 años.
Añadió: “Hace unos días estuve casi una hora en la parada hasta que apareció un colectivo, pero después hay que dedicar otra hora de espera en la transferencia. Es terrible, más de dos horas para volver al barrio, siendo que el recorrido no es tan largo”.
Poca inversión para mejorar el servicio
Otro de los cuestionamientos que se repiten entre los usuarios, se basó en el elevado costo del boleto, la recaudación y la escasa intención de mejorar el servicio ofrecido, que se observa por parte del grupo empresarial.
En ese sentido, se apuntó que son muy pocas las unidades del Grupo Z que tienen aire acondicionado en su interior.
“Es un reclamo constante que hacemos los que viajamos todos los días, es increíble que no puedan, o más bien parece que no quieren gastar algo de lo que ganan para colocar aire acondicionado en la mayoría de los colectivos. Vivimos en Posadas donde hace calor la mayor parte del año, y los trabajadores tenemos que viajar todos los días, casi siempre en los horarios pico todos encimados con un montón de gente que está en la misma situación, esperando pasar el mal momento y llegar a la casa”, remarcó Rogelio Sosa del barrio Itaembé Miní.
Por su parte, Natalia que es empleada comercial, sentenció: “A todos nos cuesta mucho pagar el pasaje, más para los que viajamos varias veces todos los días por obligaciones laborales. Pero, hasta se podría entender un poco más el precio, y se pagaría con otra conciencia, si se viera que la empresa se preocupa por mejorar la calidad del servicio que prestan. Lastimosamente no es así. Algunos colectivos están destrozados por dentro y, a veces, largan mucho humo como si estuviera por pasar algo peor. Muchas veces viajo con preocupación y atenta a que no pase nada. Ni hablar de los refugios en las calles para esperar el colectivo, todo los días se desarma algo nuevo, incluso en la terminal de Miguel Lanús se ve todo el pavimento roto, no son capaces de cubrir eso como corresponde”.