La madrugada del lunes 8 de enero de 1973 cambiaría para siempre la historia naval de Posadas (Argentina) y Encarnación (Paraguay), tras el trágico incendio y posterior hundimiento de la lancha “Pirizal” en las tormentosas aguas del río Paraná.
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Aproximadamente a las 2.30 de esa fecha, cuando regresaba a la capital misionera desde el puerto de Encarnación, la lancha de bandera paraguaya (matrícula 1196) sufrió una explosión y comenzó a incendiarse. Más tarde, frente al lugar conocido como El Laurel, envuelta en una “bola de fuego y llamas”, se hundió.
Esta tragedia, que sacudió ambas orillas, dejó como saldo 39 muertos, 23 sobrevivientes y varios desaparecidos .
Hoy, a 51 años de aquel luctuoso suceso, varias generaciones de posadeños y encarnacenos, como de distintos puntos ambos países, recuerdan aún los dramáticos días vividos por aquel entonces, mientras que los más jóvenes de ambas orillas desconocen, en su mayoría, esta historia digna de un libro o una película, pero que ratificó una vez más que la realidad a veces supera a la ficción.
En primera persona
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La “Pirizal” traía -en forma gratuita- a las personas que iban a jugar al único casino que había en Encarnación, ubicado sobre la avenida Bernardino Caballero. Sin embargo, no todos los pasajeros regresaban del casino: muchos utilizaban la lancha para retornar a Posadas luego de visitar amigos, cenar o de algún encuentro amoroso.
En una entrevista televisiva con Canal 12, que data de hace dos décadas, Domingo Amarilla Yunis, alias “Cambá”, marinero de la Marina Mercante paraguaya y conductor de la lancha siniestrada esa madrugada, relataba así el trágico suceso: “El tiempo estaba muy feo pero no llovía. Salimos después de las 2 de la madrugada del puerto de Encarnación rumbo a Posadas. Era el último viaje de la noche y me tocó hacerlo. Venían unas 62 personas, aproximadamente”.
“Hacía dos años que manejaba esa lancha, una lanchita muy bien preparada, muy bien construida, con seguridad. Tenía salvavidas y todos los elementos de salvataje que la Prefectura exigía. Ya al llegar a la mitad del río, tal vez la gente no supo comprender mis pedidos y del marinero (Bienvenido Céspedes) con el tema de los cigarrillos. De repente el motor, al parecer por problemas en el encendido, produjo una explosión”, recordó.
Apuntó que “asustada, la gente no se acordaba de los salvavidas, que estaban ahí a veinte centímetros por sobre su cabeza. Había unos 70 en la lancha”.
Para continuar un relato cargado de dudas y emoción, Amarilla dijo que “los prefecturianos argentinos llegaron pronto y salvaron a mucha gente. Todo ardió rápidamente, aunque la explosión no fue muy grande y esa lancha nunca tuvo problemas antes de aquella madrugada”.
Esas fueron las palabras del conductor, como queriendo redimirse de una culpa que el mismo contó que lo siguió por meses, con atención psicológica incluida: “No podía dormir, se me presentaban escenas en sueños, tantos amigos iban allí…”, decía en el año 2000 al canal televisivo de la provincia.
Rescate, tormenta y desapariciones
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Los datos más fehacientes de la Prefectura Naval Argentina y medios de la época relatan que la nave que efectuaba el servicio del Casino de Encarnación, a pocos segundos de su partida de la vecina orilla, comenzó a arder en medio del río Paraná, al parecer por la pérdida de nafta acumulada en la sentina, que es el espacio en la parte más baja de la sala de máquinas, justo por encima de los doblefondos. Tiene por objeto recolectar todos los líquidos aceitosos procedentes de pequeñas pérdidas en tuberías, juntas y bombas que pudieren derramarse en ese espacio como consecuencia de la normal operación de la planta motriz.
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La embarcación, de 10 metros de eslora y 2,50 de manga, tenía capacidad para 75 pasajeros y explotó cerca del canal que separa las aguas jurisdiccionales de ambos países.
Divisadas las llamas y la tremenda explosión desde la costa argentina, a las 2.35 salió la lancha patrullera L.P. 211 de Prefectura Naval Argentina, con el correspondiente personal de la repartición. Mientras tanto, la lancha siniestrada se desplazaba sin rumbo a una velocidad de 8 a 10 kilómetros por hora. Muchos de los sobrevivientes que se tiraron al agua fueron recogidos por la lancha de Prefectura.
A las 2.40, salió otra lancha a cargo del prefecto principal Pío Estanislao Flores. Varios sobrevivientes fueron avistados en la zona del club náutico Pira Pytá y del Balneario Municipal. Otros pudieron salvarse nadando hasta la Isla del Medio y algunos a la costa paraguaya. Antes de zozobrar la lancha siniestrada, y a raíz de los gritos, personal de Prefectura constató que en la popa había sobrevivientes que fueron rescatados gracias a la valiente actitud del cabo primero Raúl Rivero, que arriesgó su vida.
Como si la situación no fuera dramática por sí misma, una fuerte tormenta se desató al momento del naufragio. Cerca de las 3, las ráfagas de viento alcanzaron los 100 kilómetros por hora y la fuerte corriente arrastró a los náufragos aguas abajo, hacia las islas Tataindy y del Medio. No fueron pocos los cuerpos localizados en Ombú, Santa María o Apipé, en Corrientes.
Búsqueda frenética
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Ese lunes 8 de enero fue dramático y a la vez de una vorágine y solidaridad inusitada del lado argentino y también de Encarnación, ya que se intensificó la búsqueda de sobrevivientes y cadáveres a través del agua, tierra y desde el aire.
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A la vez, Posadas estaba conmocionada al despertarse y conocer la trágica noticia acaecida en la madrugada. En Encarnación la estupefacción y el asombro no era menor.
Así, tras hacerse eco la noticia y correr como reguero de pólvora, familiares, amigos y vecinos se hacían presentes en la sede de la Prefectura, tratando de localizar a sus sanguíneos y conocidos entre los accidentados e identificando a los fallecidos, en medio de escenas de dolor, como así también de alegría y emoción al encontrarse con los sobrevivientes.
Participaron en el “megaoperativo” de rescate tres lanchas de Prefectura, una de Gendarmería Nacional, una de pasajeros del servicio interpuertos, una patrullera de la Base Naval de Encarnación y unas 25 embarcaciones privadas, especialmente de socios del Club Pira Pytá. Esto fue durante varios días. También colaboraron en la búsqueda aviones del Aero Club Posadas, entre otros entes públicos y privados.
Posadas se transformó rápidamente en noticia a nivel nacional e internacional. Durante varias jornadas la convulsión que había en el ambiente también se trasladó al periodismo con ecos del incendio, las llamas y el hundimiento de la “Pirizal” que comenzaron a recorrer las portadas de los diarios, los canales de TV y las estaciones de radio.
Asimismo, la tragedia tuvo más acontecimientos que quedaron grabados en la retina de los posadeños, sobre todo de los vecinos y pobladores de la orilla del Paraná, al ver al helicóptero provincial sobrevolar con los cadáveres por el aire o bien la llegada de los cuerpos al puerto, tras ser encontrados en el Paraná o en alguna de las dos orillas. Escenas dantescas que fueron contadas de generación en generación y de las cuales incluso hay imágenes que atestiguan todo lo que envolvió la afamada historia de la “Pirizal”.
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Intervención del Estado
A las 11 del lunes 8 de enero el gobernador de Misiones, Brigadier Mayor (R) Ángel Vicente Rossi, se presentó en cercanías del puerto para interiorizarse de los detalles del salvamento, tras la tragedia de la “Pirizal”. Lo acompañaron el ministro de Bienestar Social y Educación, Miguel Soto; el secretario privado, Horacio Charón y el subsecretario de Salud Pública, Francisco Flores.
El jefe de la unidad local de Prefectura, prefecto Pío Flores, detalló al Gobernador los pormenores de las tareas de rescate.
Rossi, a su vez, impartió instrucciones para que todos los medios del Estado provincial fueran puestos a disposición de la Prefectura, inclusive el helicóptero de Aeronáutica Provincial, al mando del piloto Juan César Maluff, que debido al mal tiempo reinante, recién pudo iniciar la ayuda poco después del mediodía.
Números no oficiales
65 el número de pasajeros que traía de Encarnación la “Pirizal”.
39 los muertos que dejó el accidente acaecido en el río Paraná.
23 fueron los sobrevivientes que escaparon del fuego y el agua.
12 es el total de muertos identificados tras la tragedia naval.
La “Pirizal”
Datos de la época consignan que la lancha “Pirizal” fue construida en 1957 y reacondicionada años más tarde. Era en principio propiedad de Juan Ramírez y el arquitecto José Marcial Caballero la adquirió en 1971 para los viajes del Casino de Encarnación.
(Nota publicada originalmente por PRIMERA EDICIÓN el 8 de enero de 2021)