
Es una fiesta que cada 5 de enero reúne a unas cuatrocientas personas en Corpus para esperar la llegada del día de San Baltazar, una celebración familiar iniciada hace más de cien años por doña Natalicia Silvero y que hoy la mantienen vigente sus descendientes y que tiene a don “Cundi” Duarte -bisnieto-, como referente.
“Soy de la tercera generación porque la celebración la comenzó mi bisabuela, después pasó a mi abuela y lo siguieron mis hermanos mayores, que ya fallecieron, hasta que nos quedamos una hermana y yo al frente de la organización. Tengo mis hijos que están empezando a ponerse al hombro esto (Walter, César y Cristian), porque ya estoy con 84 años y ellos tienen mucho entusiasmo para seguir con esta tradición”, explicó Secundino “Cundi” Duarte en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.
La jornada en cada 5 de enero comienza a la tarde con juegos para los niños y a la medianoche llega San Baltazar, les regala frutas y juguetes.
“También se comparte un festival con grupos chamameceros, incluso que llegan desde Posadas en colectivos, se ofrecen choripanes para los presentes. Incluso conseguimos bebidas que se ofrecen al costo, porque no es para ganar dinero sino para que puedan hacer correr la comida, no lo hacemos para recaudar dinero, ese no es el motivo”, señaló Duarte, siempre acompañado por su esposa María Cristina Maidana.
Luego remarcó que esta actividad “hace que mantengamos unida a la familia Duarte.
Todo empezó hace más de cien años, incluso varios intendentes de Corpus recuerdan que cuando eran niños ya estaba la celebración de San Baltazar. “No pedimos contribución ni nada, solamente la Municipalidad colabora en seguridad, en limpiar las calles y algunas personas por voluntad propia nos acercan golosinas que repartimos entre los chicos”.
Despojador, jugador y sastre
Don “Cundi” es muy emprendedor, “inquieto”, dicen quienes lo conocen, y entre tantas vivencias, comentan que participó y ganó el concurso del himno de Corpus.
“Nací en Corpus y mi primera salida fue a los 13 años cuando fui al Alto Paraná a despojar naranja y compuse la letra del Despojador, que serían los naranjeros como son conocidos. Así comencé a andar, conozco todos los trabajos. Después practiqué sastrería y llegué a ser profesional como sastre artesano, no como lo que es hoy, porque antes para hacer un ojal costaba un día de trabajo, hacíamos todo a mano. Hice un curso en Buenos Aires, me incorporé a la Policía como sastre militar, pero siempre como civil y la gente casi no sabía de qué trabajaba yo, ni mis compañeros de fútbol, porque jugué siete años al fútbol en Atlético Posadas como número dos, donde pasé muy bien allí con ‘Lechuga’ Villalba, Américo Rosas, Barrufaldi, Ovelar, entre otros”.
Verborrágico y con una admirable lucidez, don “Cundi” se encarga de resaltar: “Tengo mucha edad pero no estoy viejo para las palabras. Todos mis hermanos salieron bien y pudimos andar por la vida hasta el día de hoy con la frente bien en alto”.
En un momento de la charla, “Cundi” dice: “Soy bien misionero ciento por ciento”, y en forma espontánea le nace recitar: “Soy misionero de la frontera, nací en la ribera del Paraná; conozco el río y sus correderas también por montes fui a trabajar. Y en los montes yo fui hachero, también carrero y cuarteador. En los yerbales fui tarefero y en los naranjales despojador. Eso es ‘Cundi’ Duarte, carajo!!”.

El legado
“Recuerdo a mi bisabuela festejar con una comida grande, y con la colaboración de promeseros. Ella vino desde Santa María de las Misiones, Paraguay, con su santito. Se llamaba Natalicia Silvero, de procedencia francesa, dama de compañía de Madame Linch quien llegó a Asunción al casarse con Mariscal López. Años más tarde, mi bisabuela huyendo de la guerra del Paraguay, llegó a Corpus. Siempre en compañía y con la protección de San Baltazar”, relata “Cundi”.
Luego sigue detallando que doña Natalicia falleció a los 105 años, cuando “Cundi” tenía ocho años aproximadamente, “la recuerdo sentada peinando su largo y bello cabello. Hoy se encuentra sepultada en Corpus. Su hija, mi abuela Anastasia Natividad Silvero, madre de Margarita Silvero (mi madre) y Manuel Silvero, continuó con la tradición”.
En aquella época “no hacía falta invitación, cada 5 de enero música y comida era el agasajo, la famosa ‘comilona’ de San Baltazar, con la gurisada esperando que llegue a las 12 de la noche para que aparezcan los Reyes Magos y le entregaban un presente, que eran frutas: naranja, melón, sandía, mandarina y otras cosas más”.
También remarcó que “de mi bisabuela pasó a mi abuela Anastasia, y de ella a mi madre Margarita, para tomar la posta el mayor de mis ocho hermanos, Tuní (Saturnino Duarte), luego Jose (Josefina), después Pitú (Juan Bautista) y yo. Hoy mi bisabuela, mi abuela, mi madre, Tuní y Pitú descansan en el cementerio de Corpus”.