Argentina vuelve a trajinar penosamente una crisis que durante los últimos años se nutrió de pésimas decisiones, errores no forzados y muchas cuotas de soberbia. El actual Gobierno tomó una administración caótica que requiere, entre otras cosas, de mucha perspectiva y habilidad técnica y social, además decisiones justas en momentos muy precisos.
La línea del tiempo transcurre vertiginosamente y, al menos en la superficie, todavía no se advierten medidas que permitan gestionar en todos los frentes y conformar las expectativas internas y externas.
Para intentar explicar la coyuntura, la FM 89.3 Santa María de las Misiones y el diario PRIMERA EDICIÓN consultaron al economista José Piñeiro Iñiguez, máster en Negocios de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) y exvicepresidente del Citibank.
“Desgraciadamente no hay plan y ello es clave para entender lo que pasa. Es un nuevo Gobierno con nuevas ideas y formas que tomó una administración caótica. Y cuanto más caótico es el contexto más relevante es la necesidad de contar con un plan”. Su primera advertencia desnuda por completo al Gobierno, pero los argumentos no demoran en llegar.
“El plan es el GPS de la economía. El Gobierno se fija las metas y el plan es el que conduce a ellas, brinda las formas y los métodos para cada momento, porque cada instancia requiere de medidas específicas cuyos efectos son diferentes”. El Gobierno de Alberto Fernández “ya lleva tres meses de gestión y optó por arreglar la deuda externa y solamente entonces arrancar con un plan. Esto provoca que la situación local, la macro, la de la gente que no entiende mucho qué es la deuda, no se vea beneficiada. A estas alturas ya deberían tener en claro que la macro argentina necesita de un plan, un norte, una hoja de ruta”.
Consultado sobre el origen y diseño de ese plan, Piñeiro Iñiguez no duda: “Lo debería fijar el Presidente, que es quien determina el horizonte. El ministro es el que define el camino para llegar a ese horizonte. Argentina debería elaborar un plan a diez años que exceda al Gobierno actual. Al mismo tiempo se necesita un plan cotidiano, para todos los días que es en donde se compone el concepto de la economía. Esas variables se pueden ir componiendo y trabajando y, en definitiva, eso es un plan, una metodología para plasmar una idea, convertirla en realidad y producir resultados que cambien la vida y el día a día de la gente”.
Entender el contexto para comprender la falta de un plan se hace cada vez más evidente y el economista lo describe con precisión. “La metodología elegida por el Gobierno para la transición y entregarle a la gente un camino fue incorrecta. Tomó una situación caótica como nunca antes quizás, pero la solución no fue la acertada”. “Probablemente -agregó-, se deba a la inexperiencia del ministro (Martín Guzmán) que nunca estuvo involucrado ni en lo privado ni en lo público en estos procesos. Nunca entendió que la macro del país es muy superior a la deuda, porque la deuda tiene varios acreedores, pero entre ellos hay argentinos, entidades y fondos locales que se verán perjudicados si esto no sale bien”.
“Sin ir más lejos -explicó-, el mayor tenedor de deuda entre los argentinos es la ANSeS (Administración Nacional de la Seguridad Social) que nos va a dar la jubilación. Si esto sale mal, sus bonos valdrán mucho menos”.
“El Gobierno debe entender que hay un detalle que marca la economía en cualquier lugar del mundo y es que no se trata de una ciencia exacta, sino social. La gente interviene con su percepción acerca de lo que va a pasar. La percepción en este caso es la confianza, la confianza en la gestión. Con todos estos factores agrupados, día a día te vas dando cuenta de que la gente empieza a percibir lo que a estas alturas ya entiende el profesional de la economía… y se asusta. Percibe al barco en medio de una tormenta sin rumbo que difícilmente llegará al lugar deseado, por más buena voluntad que exista”.
Amplio conocedor de la agenda económica y financiera global, Piñeiro Iñiguez explica que “nos encontramos en estas circunstancias porque para este momento necesitamos conocimiento y experiencia de distintos grados y este no es el caso. Es necesario haber vivido estas circunstancias para poder entender cómo piensa el sector privado”.
“Si nos planteamos que el tema pasa por negociar la deuda, entonces es necesario sí o sí alguien que haya participado en otro momento en negociaciones de este tipo, porque sólo así se puede percibir qué pasa en este tipo de gestiones. Sin embargo el Gobierno se inclinó por una persona sin experiencia en este rubro y bajo estas circunstancias es difícil tener éxito. El presidente Alberto Fernández tiene un horizonte, pero no la gente adecuada para ese camino”, sentenció.
Las alternativas
Con el contexto más claro y las premisas planteadas, se impone la necesidad de hablar de las alternativas, los caminos que podrían haberse tomado o bien se podrían tomar de aquí en adelante.
El economista opina entonces que “el Gobierno debió haber trazado un plan ‘base cero’, no tener en cuenta la deuda. Debería elaborar la macro en función de no tener deuda, un plan para sus ingresos, inversiones, egresos y demás variables. Cuando termine de hacerlo entonces tendrá excedente y ese excedente es la capacidad de repago y, por tanto, punto de partida para conversar la deuda”.
“Esto -señala Piñeiro Iñiguez-, permitiría tener un plan macro y darle indicios a la gente. Hoy nadie sabe a ciencia cierta con qué se cuenta porque todo está supeditado a la resolución de la deuda. El Gobierno lo está haciendo al revés. Hay que entender que es con los ahorros hacia adelante con lo que nos vamos a manejar. Argentina agotó su capacidad de endeudamiento porque financia el gasto interno con recursos externos. Hoy hay que vivir con lo nuestro porque no habrá otro acreedor hasta que Argentina brinde credibilidad. Previamente a la deuda es básico arreglar cuál va a ser la macro argentina de los próximos años y, fundamentalmente, en el primer año que es cuando la gente más está aguantando”.
Coronavirus
Tema inevitable de la agenda internacional, el surgimiento del coronavirus en China amenaza a la debilitada economía global y lo hace con más fuerza a países como Argentina.
Al respecto, el economista advirtió que “afecta mucho porque este tipo de acontecimientos impulsan la contracción de la economía mundial. Este año se irá hacia una depresión y en ese contexto los países emergentes son los más perjudicados porque exportan productos básicos que el mundo deja de demandar cuando la economía entra en recesión. Algunos países se verán más perjudicados que otros, Brasil y Argentina son dos de ellos. La caída de los precios de los commodities que Argentina vende van a caer. El país se verá obligado a buscar otros mercados para sus excedentes exportables porque China bajará la demanda”.
Otro problema que contribuye a esa coyuntura es que “el Gobierno tiene el 40% de los puestos sin cubrir, entre ellos las embajadas, con lo que no tiene representantes en el exterior para vender esos productos que China dejará de comprar”.
Salarios
Otro de los elementos que agregan tensión al contexto es el de los salarios. El Gobierno optó por avanzar con sumas fijas y bonos y las consecuencias de tales decisiones todavía están por verse.
En ese sentido el economista señaló que “hoy hay muchos elementos que hacen de contención. Los sindicatos contienen a la fuerza social, los empresarios hacen de muro de contención al no cerrar más empresas, al mantener inversiones, todo a la espera de un plan, un horizonte, algo que los motive. Cuanto antes tengamos ese plan, cada quien sabrá sus expectativas y compondrá su propio plan, su microplan. Lo mismo para los trabajadores. Solamente entonces tendrán sus expectativas de salario”.
“Este año el crecimiento negativo será de 2,5%, quizás más”, sostuvo Piñeiro Iñiguez y agregó: “La expectativa de Argentina para los próximos años debería ser no menor a los 4 puntos, pero para todo eso hacen falta inversiones, fuerza laboral, estrategias, mercados, cuál va a ser nuestro excedente exportable. Todo esto te lo da un plan y esto dará como resultante cuánto percibirá el trabajador, no hay otra. La percepción de la gente, cuando se resuelva la deuda, no será la misma que hay hoy. Si lo hubieran hecho ahora, la percepción sería distinta”.