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Las mujeres iban y venían en el geriátrico Abuela Inda (Belgrano 1.552). Parecían entusiasmadas, como preparándose para algo. Y es que, como todos los lunes y miércoles por la tarde, tenían su taller de música dictado por Lisan Vega.
El guitarrista impulsor del taller empezó a estudiar música cuando tenía apenas ocho años. Y a partir de entonces, el ritmo de la vida lo llevó a Buenos Aires, donde continuó su formación artística y se especializó en géneros como jazz, rock y funk.
“Después de diez años lejos de casa, quise volver a mis raíces”, contó a PRIMERA EDICIÓN. Y aquí forma parte de Amorales, Katana y un trío de jazz.
Sin embargo, para Lisan, la música es mucho más que subirse a un escenario para recibir aplausos. Y es que aquel niño que quería ser una rockstar hoy piensa a la música como una terapia, capaz de curar hasta los problemas más complejos.
Es por eso que hace más de un año comenzó a brindar un taller de música en el geriátrico Abuela Inda, donde hace bailar y cantar a mujeres de hasta 94 años.
“Cuando empecé a estudiar música quería ser una rockstar, y eso está bueno, de hecho lo sigo haciendo. Pero empecé a dar el taller como para probar algo nuevo y ahora lo disfruto muchísimo, no sólo por su veta social, sino porque me permitió revalorizar a la música en sí”, explicó.
Lisan experimentó los dos tipos de aplausos: aquellos eufóricos, que se escuchan cuando está sobre el escenario y otros, más silenciosos pero sinceros. Él prefiere estos últimos.
“A la gente mayor sólo le interesa lo verdadero”, sostuvo y agregó: “A mí me gusta trabajar con las abuelas porque a ellas no les importa los ‘me gusta’ o la imagen, ya dejaron eso de lado y ahora son puro corazón, muy dispuestas a recibir lo verdadero. En cambio, el ambiente artístico o el mundo mismo está inmerso en un montón de cosas que realmente no son esenciales”.
Finalmente, el músico agregó que pese a que él es quien dicta el taller, son ellas quienes le enseñan: “Me siento afortunado de trabajar con gente tan sabia que, desde su silencio, te enseña. Éso es el arte en su estado más puro”, sentenció.
Taller de música
Contó que el taller de música comenzó hace poco más de un año. “Fue un poco prueba y error. Ahora me estoy formando, con una tecnicatura de musicoterapia para poder aplicarla a mis clases”. Y es que la música es terapéutica. De hecho, en España, la mayoría de los geriátricos tienen musicoterapia, debido a sus óptimos resultados en la salud.
“Vimos que en Posadas no había propuestas de este tipo, entonces se nos ocurrió empezar a implementarlo acá”, contó.
Además, “a las señoras se les hacía muy larga la tarde, no tenían nada para hacer más que mirar la tele y no es bueno que estén tanto tiempo inactivas, más en esta edad”, aseguró.
Es por ello que decidió iniciar el taller, sin sospechar que las mejoras serían tan notables. “Desde que empecé hasta hoy, me doy cuenta de los cambios. Ahora, por ejemplo, que terminamos el taller, queda un ánimo en el lugar, hay una energía linda. No sólo por la estimulación de la música sino por la atención y participación que requiere este tipo de actividad”, aseguró.
Respecto al repertorio musical, contó que elige la música guiándose por los gustos de su abuela o preguntando. “Fue prueba y error, porque hubo un momento que les quise hacer escuchar un poco los inicios del rock nacional, pero me di cuenta de que no funcionaba con ellas”.
Nuevos proyectos
Actualmente el taller es sólo para internas y algunas invitadas que pasan y quieren participar. Sin embargo, Lisan adelantó que piensan generar un espacio donde se haga lo mismo, pero abierto.
“Esperamos terminar de darle forma este año para poder brindar ese servicio”, auguró.
Destacó que el taller de música no es la única actividad que realizan en el Geriátrico: también hacen manualidades de todo tipo con las que luego decoran el lugar.
Música que cura
Lisan contó que días atrás pasó algo curioso en el taller: “Empezó a sonar el bolero ‘Nosotros’ y una de las señoras se emocionó porque me contó que ese tema lo bailaba siempre con su marido. Se sabía la letra de memoria, sin necesidad de leerla en el cuadernito. Si le preguntabas qué almorzaron hoy, ella no se acordaba. Pero el recuerdo de ella con su marido bailando el bolero se lo acuerda intacto. Y para ella, cantar esa canción es revivir ese momento que, de alguna manera, la mantiene viva”.