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Así despertaron y movilizaron a los vecinos, principalmente a la ornitóloga aficionada Haydée Cabassi. “¡No lo podía creer!”, confesó sentir cuando detectó al autor del revuelo: “Un ejemplar de Caburé Chico o Glaucidium brasilianum”.
La estruendosa actividad llamó la atención de Haydée Cabassi, quien precisamente se encontraba en su patio cuando ocurrió el suceso.
“Traté de orientar el oído para ver de dónde venía todo este alboroto y localicé el ‘epicentro’, en un pino que está atrás, en el patio de mi vecino. Un pino muy alto. Subí por la escalera que lleva al techo de mi casa (galería del patio trasero) y entonces lo veo: un ejemplar de Caburé chico siendo acosado por el revoloteo de todas esas aves. ¡No lo podía creer!”, relata la protagonista de esta inusual historia.
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Momento mágico
Emocionada y a los gritos “pedí a mi marido que me alcanzara la cámara que estaba sobre la mesa del comedor y en cuanto la tuve, comencé a disparar. Ni me fijé cómo estaba el balance para las fotos, así que obviamente las tres o cuatro primeras salieron oscurísimas”, pero la confusa experiencia marcada por el entusiasmo, la emoción y la alegría no evitó que aprovechara esa oportunidad única.
“En dos segundos corregí los valores, temblando por la emoción y rogando que no se me fuera, por fin logré tomarle tan sólo ¡40 fotos!. El bichito fijó su mirada en mí, directo a los ojos, no me tembló el pulso y disparé”, relató Haydée, como si entre sus manos tuviera un arma de fuego y no una cámara de fotos que inmortalizaría ese momento mágico.
¿Quién dijo aburrida?
Apenas comenzaba la siesta en Posadas, una siesta particularmente silenciosa ya que la cuarentena acalló todos los horarios convirtiendo a la urbe en casi una siesta permanente. Desde hace días comenzaron todos a notar la presencia de aves que incluso no veían, aunque sí lo hacían ya los amantes de los pájaros.
Los lectores de PRIMERA EDICIÓN saben que durante este tiempo de cuarentena, de quietud, tanto aves como otros animales comenzaron a incursionar por zonas que antes preferían evitar, sorprendiendo a los vecinos.
Luego de posar para la “fotógrafa” y dejar que le hiciera unas 40 tomas, el cabureí salió volando seguido por unos diez o más pajaritos que literalmente lo corrían.
Y en medio del relato, la misma Cabassi reconoció que “bueno, no puedo decir que la cuarentena me sea aburrida. Muy por el contrario, creo que me está dando sorpresas inimaginadas”, como otras raras “visitas” del carpintero blanco, el tingazú, pirinchos, ano chico, carpinterito y muchas calandrias.
Bravucón
En Facebook, donde Haydée Cabassi compartió lo que vivió y algunas de las imágenes que tomó, una amiga comentó: “Epaaa, el bravucón de las aves, siempre temido y perseguido por todas ellas”.
Otra le sugirió que le convide carne picada para invitarlo a quedarse. Algo que ya fue desestimado por la dueña de casa, pues “el caburé es el enemigo natural de las otras aves. Cuando anda un caburé, todas las aves salen a acosarlo, cuidando sus huevos y pichones”.