
La pandemia está mostrando lo peor de la gente: lo que es capaz de hacer cuando siente que su vida corre peligro. Pero también muestra y realza la acción de numerosas personas, muchas de ellas anónimas, que ponen la necesitad de los otros por encima de sus miedos.
En los barrios populares de Posadas la situación de aislamiento obligatorio profundizó la necesidad de muchos hogares, pero son muchos los vecinos que no enarbolaron la bandera del “sálvese quien pueda”.La ayuda no siempre viene de quien más recursos materiales tiene para dar.
Esta es la historia de dos mujeres protagonistas cuyo plan no es rendirse ni esperar, no solo por ellas, sino por todo el que necesite a su alrededor.
Eli Ferreira preside la comisión barrial de Manantiales (Chacra 252). Hace años tienen a disposición de los vecinos el comedor que -antes de la pandemia- daba almuerzo dos veces por semana y el merendero abría tres veces a la semana recibiendo a cerca de 180 niños.
Según confió Eli, hace varias semanas están trabajando con bastante más presión por la necesidad de las familias del barrio. No hay suficientes insumos y los vecinos se acercan todos los días en su mayoría madres preocupadas por darles a sus hijos algo de comer.
El comedor y merendero “Hijos del Rey” trabaja con una olla de 50 litros con la que hoy preparan almuerzo cuatro veces por semana y se ven en la obligación de limitar a 30 los tuppers que pueden recibir para servir, asegurándose de llegar a las familias que más lo necesitan.
Eli lamenta mucho no poder llegar a todos los que piden ayuda. Reciben la mayoría de los insumos y materia prima desde Barrios de Pie (agrupación de la que forma parte), y de donaciones de la diputada Soledad Balán y la Fundación Techo.
Cada vez se acerca más gente a pedir comida
“En el merendero dejamos de contar a los niños, pues ya son más de 220. Antes comían acá y ahora llevan para toda la familia así que no hay pan ni leche que alcance. Pasamos de ocupar 5 paquetes de leche por día a consumir 9. Me levanto a las 7 de la mañana y ya tengo tuppers de comida en casa porque nunca alcanza, es mucha la gente que queda sin comer por venir un poco más tarde”, contó.
También confesó que lo que más necesitan son básicos para cocinar: harina, arroz, carne y verduras. Asegura que se sienten contenidos y rodeados de buenas personas, pero que por cada día extra de aislamiento obligatorio, más desbordada se acerca la gente a pedir ayuda.
Manos solidarias
Municipalidades, asociaciones civiles y vecinos solidarios de Misiones pusieron manos a la obra en la confección de mascarillas de protección nasal y bucal para ayudar a mitigar los efectos del COVID-19 en la provincia.
Apenas el Ministerio de Acción Cooperativa, Mutual, Comercio e Integración terminó la entrega de cortes de tela para la confección de 29 mil elementos de protección sanitaria a principio de semana, cientos de manos misioneras solidarias empezaron la producción y en algunos casos también el reparto gratuito de barbijos.
Además de las intendencias, también recibieron los materiales tres cooperativas y dos asociaciones. Incluso al Servicio Penitenciario Provincial se le entregaron los elementos, porque los internos de la institución también se sumarán a esta causa que involucra a todos.
El reparto de los insumos y herramientas entre los 35 municipios de la provincia estuvo a cargo de este Ministerio, bajo la coordinación de Karina Aguirre.
Quedaron sin trabajo y formaron una cooperativa
Mónica Rodríguez encabeza una cooperativa textil en la Chacra 159. Son ocho mujeres emprendedoras las que conforman este espacio que además, ofrece la merienda a los niños del barrio dos veces por semana.
El cambio a raíz de la emergencia sanitaria fue muy drástico para estas ocho familias que quedaron sin trabajo; ellas en la cooperativa textil y sus compañeros de hogar empleados de la construcción que en algunos casos ni siquiera percibieron sueldo por los días trabajados antes del aislamiento obligatorio.
Ante esta situación, Mónica decidió establecer los contactos necesarios para poner su fuerza de trabajo a disposición para la confección barbijos.
La primera tanda, de 800 barbijos, realizada con los insumos que les acercó la diputada Soledad Balán, fue donada enteramente. Esos tapabocas se entregaron en comedores y merenderos de barrios populares, a personal de salud y a la Escuela de Cadetes de Candelaria.
Hoy la cooperativa continúa repartiéndose el trabajo entre merendero y confección de estos barbijos que venden a 50 pesos ó 3 por 100 pesos.
Por el momento los venden a transeúntes, a los vecinos y se los regalan a los recolectores de basura. Asegura que gracias a los insumos y el trabajo pudieron sobrellevar la primera quincena de abril, pero están muy preocupadas “si nos quedamos quietas el hambre no nos va a perdonar los próximos meses, necesitamos seguir generando ingresos para nuestros hogares”.