En “Diez años de vuelo”, el ejemplar N° 2 de los Cuadernos jardinenses (edición de la Junta de Estudios Históricos, Sociales y Literarios de Jardín América), el profesor Antonio Faccendini, recordaba que desde siempre estuvo en el espíritu de los jardinenses el deseo de contar con un campo de aviación, punto “imprescindible desde donde posibilitar el sueño de los hombres que surcan los cielos. Finalmente, el sueño se concretó en septiembre de 1979. El Aero Club Jardín América (ACJA) está ubicado sobre la ruta provincial 7, al este de la localidad. Aquí funciona la sede social y se realizan bautismos de vuelos, vuelos panorámicos, traslados y vuelos de observación. También desde aquí opera el avión hidrante al servicio del Plan Nacional de Manejo del Fuego cuando requieren sus servicios.
Hurgando en el pasado, este docente entrerriano pudo encontrar diversos testimonios sobre el tema. Uno de ellos, suscripto el 8 de febrero de 1956 por el Comisionado del Organismo de Fomento, Pablo Fiege, y dirigido al Ministro de Asuntos Sociales. El escrito señalaba que “se hacía necesario habilitar un campo de aterrizajes en esta localidad”…
“Este campo podría habilitarse con recursos de esta Comisión de Fomento… para efectuar los trabajos de desmonte y nivelación”. Institucionalmente la comuna de Jardín América no había completado los seis años de existencia y no se habían cumplido nueve de su fundación.
En 1958 la Comisión de Fomento contaba con una promesa de subsidio de parte del Gobierno provincial para la adquisición de una parcela ubicada sobre lo que se conoce como avenida Antártida Argentina desde la intersección de la avenida San Martín y calle Los Andes hasta calle Caribe, de una extensión de 774 metros de largo por 92 metros de ancho, incluyendo la actual cancha de fútbol del Club Social y Deportivo Jardín América.
En el presupuesto general de gastos del año 1961, la comuna local contemplaba una partida destinada a la construcción del “campo de aviación”, iniciándose en mayo de ese año, las tratativas de compra de terrenos para ese fin a la “Cía Suiza Argentina de Plantaciones SA”. Tres años después, la Dirección de Aeronáutica de Misiones insistía ante esa misma firma sobre el particular, indicando que efectuados los estudios técnicos del terreno, éste fue encontrado apto para los fines previstos.
El 17 de abril de 1975 en la sede comunal se reunió un grupo de vecinos de Jardín América y de Puerto Leoni con el fin de dejar constituida una Asociación Civil que tendría como finalidad la práctica del volovelismo (vuelo sin motor), vuelo a motor, paracaidismo, otros deportes y actividades sociales en general. En esa oportunidad se designó una comisión promotora para redactar los estatutos y convocar a asamblea, mientras que el presidente de la empresa Leoni Hermanos SACACif anunció la donación a la flamante entidad de una fracción de terreno apto para construir en ella una pista de aterrizajes y demás instalaciones.
La comisión promotora convocó a asamblea para el 4 de mayo en las instalaciones del Club Social y Deportivo El Timbó, donde se dejó fundado el Aero Club – Tabay – Jardín América – Misiones. Se aprobaron los estatutos y se eligió a la comisión directiva, presidida por Julio César Benítez Chapo, secundado por Isao Kamada, Pablo Quiñónez, Raúl Echezuri, Roberto Baigual y Wieliger Egler. Los vocales Arturo Horrisberger y Ángel Wojtovicz trabajaron denodadamente en el desmonte y desmalezamiento del predio de la zona denominada Lomas de Jardín, en el sector este de la localidad. Pero el traspaso de las tierras fue anulado y tanto esfuerzo quedó trunco.
El intento definitivo
El domingo 9 de septiembre de 1979 la Asociación Cooperadora de la Escuela 284 de Jardín América realizó en la vecina Puerto Leoni -en una pista de aterrizajes propiedad de Leoni y Zerby- un festival aéreo con vuelos de bautismo y otras atracciones, con el que colaboraron diversos aeroclubes de Misiones. Desde días anteriores se trabajó en el reacondicionamiento de la pista. El sábado al mediodía comenzaron a llegar las primeras aeronaves entre las que se destacaba la presencia de un planeador.
De acuerdo al relato de Faccendini, el hecho en sí no habría alcanzado relevancia si no hubiese significado el acicate necesario para encarar la maduración de la idea que rondaba en la cabeza de los entusiastas que decidieron encarar el proyecto de fundación del Aero Club Jardín América. En esa dirección apuntaron, cuatro días después, el 13 de septiembre de 1979, las inquietudes de Ángel Wojtovicz, Carlos Knüppelholz, Nicanor Alcaraz, Luis Neremberg, José Lépori, Antonio Faccendini, Ramón Viveros Miloslavich, Evaristo Figueredo, Nicolás Horeyco, Ireneo Schwengber, Oscar Minder, Oscar Imamura, Lorenzo Saucedo, Julio César Benítez Chapo, José Andrich, Juan Kalitko, Carlos Murner, Juan Bernatenes y Eduardo Gómez. Se contaba con la posibilidad de disponer de las pistas cercanas de Puerto Leoni y Colonia Naranjito.
Se designó una comisión promotora integrada por los socios fundadores: Alcaraz, Figueredo, Faccendini, Wojtovicz, Viveros Miloslavich y Bernatenes, que elaboró el anteproyecto de estatutos en base a los aeropuertos de Posadas y Corrientes, y al Código Aeronáutico de la República Argentina. Asimismo, programó el orden del día para la asamblea del 28 de septiembre, a la que invitó a unos 200 vecinos; mimeografió 150 solicitudes de socios; estableció contactos con aeroclubes provinciales; obtuvo catálogos de venta de aeronaves; entrevistó al director de Aeronáutica de la provincia, y decidió la impresión de bonos para el sorteo de una lancha, premio donado por Jorge Wagner.
La asamblea del 28 de septiembre de 1979 aprobó el acta de fundación y se impuso oficialmente a la entidad el nombre de “Aero Club Jardín América”. Se designó a la comisión directiva presidida por Evaristo Figueredo; vicepresidente, Jorge Wagner; secretarios: Nicanor Alcaraz y Antonio Faccendini; tesorero, Ramón Vivero Miloslavich; protesorero, Aníbal Mondini; vocales titulares: Ricardo Mayne, Ángel Wojtovicz y Carlos Murner; vocales suplentes: Oscar Imamura, Nicolás Horeyco y Oscar Minder, y revisores de cuenta: José Bandendorpe, Carlos Zurro y Juan Bernatenes.
Las reuniones de la comisión directiva comenzaron el 2 de octubre, y en esa oportunidad se aprobó el logotipo que habría de identificar a la institución. Fue seleccionado entre varios propuestos por Jorge Wagner y representa una estilizada silueta de ave elevándose en raudo vuelo hacia un radiante sol que se completa, en su campo inferior, con una escarapela argentina. Las iniciales ACJA en la vertical derecha, completan la insignia.
En poco más de dos meses, el Aero Club contó con su propio campo de aterrizajes y su primera aeronave. Gracias a la donación de dos parcelas que suman 54 mil metros cuadrados, realizada por Ramón Viveros Miloslavich y Kinji Hata, la entidad fue desde los comienzos propietaria del predio, con cabecera sobre la ruta provincial 7, a dos kilómetros del casco urbano de la ciudad, donde se construyeron las instalaciones y la aeropista. La compra de la aeronave se decidió el 19 de octubre y, tres días después, en la sede del Club Social y Deportivo Jardín América, se concretó la operación, entregándose al gerente de Chincul SA, el 30% del valor de un Piper PA 38-112, directo de fábrica.
El esfuerzo fue coronado
Obreros de la Municipalidad procedieron al desmonte y nivelación de los terrenos, y el 8 de diciembre de 1979 se inauguró la pista, que contó con la adhesión de los aeroclubes de la provincia y con la presencia del gobernador Rubén Norberto Paccagnini.
Un mes después se iniciaron los cursos de pilotaje y la construcción del primer hangar, de 120 metros cuadrados cubiertos. Las reuniones de la comisión directiva se llevaban en el local comercial de Nicolás Horeyco.
A la llegada del primer avión adquirido, no se contaba aún con la pista en condiciones, por lo que, tomados todos los recaudos, el aterrizaje se produjo sobre la cinta asfáltica de la ruta provincial 7, desde donde se lo trajo carreteando hasta el centro de la ciudad. Se ingresó por la avenida 9 de Julio, hasta ubicarlo en exposición en terrenos de la Municipalidad, frente a la plaza Colón. A medida que el avión se acercaba, se sumaban numerosos vecinos de todas las edades, que no escatimaban su algarabía por la inusual presencia en las calles jardinenses. De acuerdo a la crónica de Faccendini, el éxito fue coronando los esfuerzos y las realizaciones alentaban a los inquietos espíritus de directivos y socios. Atrás quedaron las intenciones frustradas.