
Estaba firmado por los hermanos Natalio y Julio Ongay, propietarios de las tierras en El Soberbio, y Arturo Henn, un visionario que buscaba un lugar para asentarse y desarrollar un emprendimiento de explotación forestal, yerbatero y también de colonización.
La licenciada en psicopedagogía María Celia Lucas, nació y se crió en El Soberbio. Lleva al río Uruguay metido en su sangre. Descendiente de pioneros y de trabajadores del monte y del río, siempre quiso investigar y contar la historia de su querido pueblo. Cuando cursaba el colegio secundario, tuvo la oportunidad de desarrollar su idea. Para una Feria de Ciencias en su colegio, en 1994, escribió un ensayo junto a sus compañeros de clase. “Este libro nace para una feria de ciencias en el Bachillerato N° 18 -ahora BOP N° 38- junto a mis compañeros Karina Schroepfer y Eduardo López, y el profesor Rubén Fiege. Quedó en una síntesis porque yo no era consciente de lo que tenía en mis manos. Lo presté muchas veces y se perdió”, contó.
Pasaron los años y luego de culminar sus estudios universitarios, Lucas volvió a su ciudad natal para seguir con su vida profesional. Pero entendía que le quedaba algo pendiente. “Me quedó eso pendiente. Soy licenciada en psicopedagogía, no tiene nada que ver con ser historiadora. Cuando regreso a El Soberbio me encuentro con que las escuelas no tenían materiales con metodología científica”, agregó. Por esas cosas de la vida se cruzó con el licenciado Juan Marcelo Albarracin, que “tiene la preparación para investigar y desarrollar un proyecto de esta característica. Ya estaba trabajando con un libro sobre la historia de San Vicente, de donde él es oriundo.
Yo, en cambio ya había tenido experiencias con publicaciones del libro ´Ecos de la Selva´, que es totalmente literario, con enfoques de psicología y filosofía, que es para lo que me preparé”, afirmó. También estaba elaborando el libro de la memoria de su abuelo, Dary Nelson Lucas, que se denomina “Toda una vida navegando un rio no navegable”.
Albarracín le insistió y la convenció para concretar la idea de la secundaria en el libro “El Soberbio, sus inicios en la historia del Alto Uruguay” y lo escribieron juntos.
“Es un trabajo con mucha investigación y con bases documentales. Hay otros libros de otros autores que también valen, pero no tienen las bases documentales. Nosotros investigamos documentos en los archivos locales y provinciales e hicimos entrevistas a los pioneros que todavía quedan. Tomamos como base para la investigación el origen del asentamiento acá en el Puerto de El Soberbio”, manifestó la escritora.
El licenciado en historia Juan Marcelo Albarracin ya contaba con experiencia, más allá de la preparación académica. Había publicado un libro sobre la historia económica de San Vicente y fue el responsable de encontrar un documento que confirmó el origen del nombre de la Capital Nacional de la Madera y la fecha de su fundación.
A pesar de no conocer en profundidad a la localidad de El Soberbio, tomó la posta y decidió encarar el proyecto junto a su amiga. El trabajo más destacado que aportó Albarracín fue el de investigar en el Archivo General de la Gobernación de Misiones para despejar la duda sobre los inicios de este municipio costero. “Me resulto más fácil escribir la historia de El Soberbio que la de San Vicente.
Encontramos mucha más documentación. Además, al ser una colonización privada, existían más documentos y datos, y en el Archivo de Casa de Gobierno están bastante mejor ordenados y se consigue más fácil. Los lugareños también aportaron muchos documentos, y así conseguimos el Acta entre los hermanos Ongay y Arturo Henn”, confió.
Un desafío
Albarracín admitió que “la parte oral que hacíamos la cotejábamos con los documentos y veíamos que eran reales. La comprobación era más fácil que en San Vicente. Como experiencia fue muy buena. No conocía mucho de El Soberbio, y de su historia, menos. Fue un desafío para mí. Fue lindo como experiencia y cómo la gente nos recibía a Celia y a mí y nos daba todo lo que tenía para aportar al libro, relatos, imágenes y lo que podían, lo que estaba a su alcance”. Lucas aseguró que sintió una necesidad de contar la historia a pesar de no ser historiadora.
“Acá se conocían nombres como las familias Ongay y Henn, pero no se conocían los documentos que los ligaba y el hecho de porqué vinieron a la zona. Me quedó pendiente desde el ensayo que hicimos en el colegio de terminarlo. Muchos de los pioneros ya no están y es como que se desarman las raíces y ya no había a quién consultar la historia del inicio de nuestro pueblo y debíamos dejar algo escrito para que no se pierda”, expresó.
Alegó que sus abuelos “me inculcaron mucho sobre las raíces de la sociedad. Mi abuela era de origen brasileño, radicada en El Soberbio, y tenía un amor y un patriotismo por la Argentina que era impresionante. Los actos públicos y sociales eran parte de la familia. Había una nostalgia por la semana del pueblo.
Siento que la historia hace a la identidad de un lugar y hace que se pierda con el paso del tiempo. Para comprender las raíces hay que recuperar el origen. Entonces me pongo a buscar gente que me ayude”. En el camino se encontró con Albarracín, que había hecho un trabajo sobre San Vicente. “Se ofreció a ayudarme, entonces me ocupé de hacer el trabajo de campo y, él, de recopilar los datos históricos”, sostuvo.
El contrato firmado por Julio y Natalio Ongay con Arturo Henn marca el inicio de la colonización de Puerto El Soberbio. “A éste documento lo encontré en una farmacia de la localidad. Fue una gentileza de la familia de Carlos Yunis. Él lo tenía como un documento más y como parte de su familia. No sabía que marcaba el inicio de su ciudad. Ese documento me sirvió como punto de partida para la investigación. Para resolver un montón de problemas y preguntas con respecto de cómo y cuándo apareció y porqué vino Arturo Henn a trabajar aquí.
Cómo consiguió la concesión del trabajo con la empresa Ongay y cómo comenzó la colonización. Porqué muchos brasileños o bien alemanes-brasileños o teutos-brasileños, se incorporaron a la población soberbiana. Alemanes de tercera o cuarta generación que vivían en Brasil y vinieron a radicarse acá invitados por Henn, y sus descendientes recién ahora lo están conociendo por medio del libro”, narró Albarracin, emocionado.
En cuanto a la fecha de fundación de El Soberbio el joven investigador aclaró que se tomó como referencia “el 23 de mayo de 1946 porque ese día se abrió la actual Escuela de Frontera que hoy lleva el número 617 y allí se izó por primera vez el pabellón nacional, en El Soberbio. Ese dato me lo confirmó un integrante de la Convención Redactora de la Carta Orgánica Municipal. Tomaron como referencia el día de la inauguración de la escuela porque era la fecha más concreta que tenían.
Este documento histórico sí marca el inicio de la colonización de El Soberbio y despeja un montón de dudas que había sobre cómo surgió esta ciudad. Hasta ahora se conocían nombres, faltaban algunos hechos concretos. Por otro lado, solo cambia la fecha de fundación, pero no cambian los años, ya que las dos fechas son del año 1946”, explicó.
Tras una extensa investigación, el libro reveló muchas incógnitas.
“Nos preguntábamos siempre porqué la gente se asienta en El Soberbio. Calculábamos que los motivos eran por la industria maderera y por una empresa, que era la que estaba involucrada en la zona. Eso se confirmó con la investigación. La empresa Monteagudo SRL, que después cambia el nombre a El Soberbio SA, estaba arraigada en la zona y la colonización se produjo por esa empresa”, aseveraron.
En eso tuvieron mucho que ver y adquirieron mucho protagonismo los hermanos Natalio y Julio Ongay, Arturo Henn y Julio Huber. A su entender, a partir de ahí, “ellos comenzaron a buscar a personas que vinieran a radicarse acá para cubrir las distintas necesidades que iban surgiendo. La costa era jangadera. Todos los pueblos del Alto Uruguay nacieron así. Muchos brasileños habían venido a la argentina escapando, buscando paz, tierra y trabajo. Los primeros en llegar tuvieron que arreglarse con lo que encontraron y cómo pudieron. Tuvieron que trabajar en lo que encontraban. Muchos eran descendientes en segunda o tercera generación de alemanes que escaparon de la guerra”.
La dupla efectuó un trabajo de campo acompañado de entrevistas donde la gente aportó con relatos, imágenes y documentos que tenían a disposición. La otra parte fue extraída del archivo local y provincial. Eso le dio la mirada de la ciencia de la historia. Se logró recrear cuáles fueron los motivos de los asentamientos y “nos focalizamos en la fecha de fundación, en 1946, pero la investigación abarca desde 1910 a 1970.
“Encontramos que hay un común denominador que son los obrajes madereros, la explotación de la yerba mate, los aborígenes guaraníes y el río Uruguay”, añadieron. “Hicimos este trabajo desde el punto de vista económico y social como institucional. Buscamos abarcar las tres ramas”, coincidieron en señalar los autores del libro, que fue presentado el 16 de mayo de 2019.
Publicado en el suplemento Ko’ape de PRIMERA EDICIÓN en mayo de 2020