La cuarentena pareció devorárselo todo en este tiempo y casi sin darnos cuenta vamos promediando la mitad del año.
Extrañamente, en lo que aparenta ser el pico de la crisis sanitaria argentina, el país comienza a transitar el camino hacia la normalidad, aunque esta nueva normalidad sea aún peor que aquello que intentábamos rearmar cuando la pandemia nos hizo cerrar las puertas y ventanas.
Desde el enfoque económico, el cuadro hoy es ostensiblemente más precario, y eso que el macrismo entregó un país ruinoso, carente de agenda de desarrollo y con amplios márgenes de pobreza y desempleo.
La actual y extendida ausencia de un plan de mediano y largo plazo, algo que fue quedando evidente con el correr de estos meses, dejó al desnudo al Gobierno que argumentó insistentemente que mientras no resolviera el tema de la deuda nada haría con la macroeconomía argentina.
Medio año después las cosas ni siquiera están como al principio, el cuadro da pena y preocupa que todavía no se haya visto lo peor.
De hecho los límites de la caída del PBI todavía no están claros al igual que los datos sobre la pobreza, el desempleo y la inflación, todos tienden a subir mucho y por lo bajo en el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) advierten que “asustan”.
De hecho y con los datos de la última semana, los analistas y universidades a los que consulta el Banco Central advierten que esperan para 2020 una caída del PBI del 9,5% y una inflación de 43,3%… cabe repetirlo, con los datos de la última semana. A sabiendas que los definitivos serán notablemente superiores.
Históricas caídas
Algunos indicios se pudieron durante la semana que cerró. En abril, primer mes completo de la cuarentena, se produjo un derrumbe histórico de la actividad económica del país, ya que la construcción cayó un 75,6% en abril en su comparación interanual y la industria tuvo un derrumbe del 33,5%.
Ambos registros marcan el grado de profundidad de la crisis. Y es que se trata de dos de los mayores motores de la economía y el empleo argentino.
Lejos de ser una sensación, el 76,7% de las empresas que realizan obras privadas prevé que el nivel de actividad del sector disminuirá durante los próximos tres meses, mientras que 18,6% estimó que no cambiará y 4,7%, que aumentará.
Los que estimaron una baja del nivel de actividad durante los próximos tres meses la atribuyeron fundamentalmente a la caída de la actividad económica (34,6%), a los atrasos en la cadena de pagos (28,5%), y a otras causas (21,2%), específicamente por la emergencia sanitaria de público conocimiento. Los números están… sólo hay que verlos y dimensionar el alcance de la crisis.
Debacle productivo
Pero la contundencia no quedó ahí. Las PyME, otro de los núcleos más relevantes del empleo privado argentino, cayó 53,1% en abril frente a igual mes del año pasado por la cuarentena, según un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
En la comparación mensual, la actividad en las pequeñas y medianas fábricas se desplomó 37%. Los once rubros industriales que releva CAME entre 300 PyME de todo el país registraron caídas, aunque con menor intensidad en las empresas con más de 50 empleados, donde el declive anual fue de 44,9%.
Otro de los rubros que estuvieron entre los derrumbes más profundos en la comparación anual, fue Textiles e indumentaria (-73,5%), seguido por Material de transporte (-71,7%), Productos de metal, maquinaria y equipo (-71,6%) y Productos de caucho y plástico (-68,4%).
Si la gente no trabaja, el Estado no cobra
Hace semanas en estas y otras páginas del diario se advierte del efecto dominó que genera el colapso pandémico en la estructura económica del país.
La prolongación de la crisis pone en igualdad de condiciones al empresario y al trabajador, una situación inédita pero, al mismo tiempo, un signo concreto de la peor fase de una crisis: por un lado las empresas quebradas y los trabajadores desocupados y en la otra el Estado. No hay nada más allá de eso.
El Estado, que debería ser un intermediario entre las fuerzas del trabajo y las de la empresa, pasa a ser un generador de gastos, abastecido por la riqueza que le transfieren los trabajadores y los empresarios. Al estar estos en la misma vereda, el Estado comenzará a derrumbarse porque carecerá de ingresos. El concepto existe. Su grado de certeza se tradujo en la recaudación tributaria de mayo, que se contrajo 22,5% interanual en términos reales ya que fue de 449.535 millones de pesos.
Registró así una fuerte caída por el efecto de la inflación del 45% en los últimos 12 meses. En términos reales, al medir la evolución de los ingresos con la marcha de la inflación en igual período, la recaudación de mayo se habría ubicado algo más de 30 puntos por debajo de la proyección del índice de precios al consumidor para similar período, debido a la caída en el nivel de actividad asociada a la cuarentena.
Una muestra de este magro desempeño fue que el Impuesto al Valor Agregado (IVA) registró en mayo una variación del 3,6% frente al mismo mes del año pasado.
Otro indicio significativo de los tiempos que corren, pero con mayor énfasis de los tiempos que vendrán, es que la crisis disparó un fuerte incremento en la cantidad de decisiones de empresas de suspender trabajadores como paso previo al cierre definitivo. El contexto es tal que actualmente se tramitan hasta 1.000 expedientes por día en el Ministerio de Trabajo.
La lamentable gestión de la deuda
El lamentable derrotero de la economía nacional tuvo su correlato judicial días atrás cuando Wall Street le puso la firma al default argentino activando así el cobro de los seguros por el impago.
El International Swaps and Derivatives Association (ISDA) publicó un informe en el que determinó que Argentina incurrió en un “evento de crédito” que habilita la activación de los CDS, es decir, los seguros contra default. El comité determinó de esa manera que el país cayó en cesación de pagos y que los seguros deberán abonarse.
Aunque el plazo de negociaciones con los acreedores del país se extendió hasta el 12 de junio y ya hubo un incumplimiento por 503 millones de dólares y aún ninguno de los tenedores de deuda de la Argentina solicitó la cesación de pagos, el Comité de Derivados para la región de América definió que el país entró en default. El sistema delata abiertamente cómo se mueve Argentina en el contexto mundial.
El país es un compendio de discursos, una teoría de buenas intenciones que no se traduce en hechos, que no se practica. Argentina se la pasa prometiendo, pero el sistema no vive de buenas intenciones, si hay deuda impaga, tarde o temprano se la cobra.
Fortalezas locales
En un contexto general dilapidado y con márgenes de recuperación muy estrechos, en el plano particular Misiones comienza a exhibir signos de reactivación.
El relanzamiento de los “Ahora” con novedades en gastronomía y bienes durables vuelven a constituirse en herramientas de estimulación del consumo en medio de una crisis sin precedentes.
Tras algunas semanas de consultas y gestiones entre el Gobierno provincial, los comercios y los bancos, quedaron establecidas las pautas de manera de brindar continuidad aunque con cambios al “Ahora Misiones”, “Ahora Góndola” y “Ahora Carne”. Seguirán como se estipularon previamente los “Ahora Pan”, “Ahora Gas”, “Ahora Patentes”, y los demás en plena implementación. Las potencialidades de Misiones también quedaron reflejadas en un informe de la consultora regional Politikon.
La progresiva reactivación de varios rubros productivos fueron también una bocanada de aire en medio de la asfixia pandémica.
En tanto la Provincia aprovechó la visita del presidente Alberto Fernández para machacar en la resolución de viejas demandas: luz eléctrica más barata, gas natural y más beneficios impositivos.
Trascendió que el mandatario se comprometió a ir dando respuesta a los planteos, en una charla privada que tuvo con el Gobernador y el Presidente de la Legislatura.
También se planteó la necesidad de continuar con las obras de infraestructura vial como la autovía en la ruta nacional 14, que llega hasta Paso de los Libres, para que se extienda hasta San José.