
El rubro turístico de Oberá sufrió la baja de dos reconocidos establecimientos de alojamiento: el hotel El Edén y la hostería Monte Aventura.
Los reconocidos emprendimientos familiares no pudieron sostenerse tras la crítica situación generada por la pandemia de COVID y su consiguiente “parate” total de actividades de ocio y viajes.
El Edén cerró sus puertas el 30 de junio, meses después de cumplir 25 años, ya que fue habilitado el 1 de enero de 1995. La falta de respaldo estatal, la acumulación de deudas en esta etapa sin movimiento, sumado a una intimación por parte de la Cooperativa Eléctrica Limitada de Oberá (CELO) para que regularice el pago de facturas de luz y agua potable fueron determinantes para que su propietaria, Irma Bregagnolo, tomara la decisión a pedido del resto de su familia.
“La verdad es que fue un paso muy difícil, fueron muchos años de sacrificio, de proyectos. Todavía tengo algunos y hay muchas cosas que quería seguir haciendo, pero no tuve el apoyo que necesitaba, municipal principalmente. Lamento tener que decir esto pero es la verdad: si me hubieran apoyado, seguramente mi familia habría visto la forma de poder seguir”, expresó la propietaria, quien precisó que los empleados cobraron sus remuneraciones hasta el momento de la baja.
Un entubado para evitar inundaciones y la apertura de una calle en la parte posterior para destinar un espacio de estacionamiento fueron pedidos de la empresaria que nunca tuvieron respuesta y que motivaron distintos episodios con cuantiosa pérdida material.
“El edificio que comenzamos era para 60 habitaciones, yo sé que a Oberá le hace falta, por eso insisto a los emprendedores que sigan construyendo, porque faltan lugares. Esto de la pandemia no fue la causa principal (del cierre): yo hubiera seguido, porque sé que al abrir tendré gente”, señaló.
“Lo que me mató, eso sí, fueron las facturas tremendas de energía y agua, sin funcionar. Al segundo día de cerrar, cortamos el agua y la energía de los cuatro departamentos y cinco cabañas. No hubo gasto, sin embargo las boletas no bajaron, eso hizo que mis hijos me pidieran que cierre, porque no estoy trabajando para mí ni para ellos, eso fue lo que pasó. Me duele mucho esta situación”.
Sobre el futuro del lugar, Bregagnolo afirmó que está evaluando algunas propuestas: “Espero que algún día mis hijos sigan con el rubro. También es posible alquilar, ya que aparecieron ofertas. Estoy viendo qué hacer”.
“Dejamos el alma ahí”
En las últimas horas también fue dada de baja la hostería Monte Aventura. Emplazada en otro sector de la ciudad, en medio de la vegetación autóctona, la cómoda infraestructura asomaba como un gran atractivo para los turistas. El emprendimiento de la familia Krieger incluye un parque recreativo, que aguarda ser habilitado para mantener su relación con la comunidad.
“No dan los números, ya estamos endeudados y a medida que esto siga, seguimos generando deudas sin tener ninguna entrada. Es imposible trabajar en un hotel 24 horas sin tener ingresos. No somos adinerados para darnos el lujo de vivir sin trabajar”, argumentó a PRIMERA EDICIÓN una de las integrantes de la familia.
“Estamos bastante mal con el cierre, pero no nos quedó otra alternativa. No da más, abrir es a pérdida y sacar un crédito para seguir en el rubro es sólo acumular deudas. Es doloroso, porque dejamos el alma ahí”, admitió.
“La triste realidad”
Ernesto Martins, presidente de la Cámara de Turismo Sierras Centrales de Misiones, lamentó la situación y estimó que otros emprendedores de la Zona Centro seguirán el mismo camino del cierre.
“Es la triste realidad: van a seguir otros más todavía. Ya no se puede estirar más, principalmente los lugares con mayor número de camas y sin otro ingreso. Algunos compensan con otra actividad, pero para muchos es imposible sostenerse”, advirtió.