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A nivel nacional, millones de personas se quedaron sin ingresos ante las medidas de distanciamiento social que se implementaron en diversas actividades con el inicio de la pandemia del COVID-19.
Esta situación golpeó, y continúa afectado por secuelas directas, principalmente a cuentapropistas, monotributistas y trabajadores independientes.
Al pasar el tiempo, con la reapertura de diferentes funciones y ayudas puntuales del Gobierno algunos sectores comenzaron a acomodarse para pagar las deudas acumuladas, mientras que otros siguen sin encontrar el rumbo para volver a encaminar su profesión.
Así, electricistas, plomeros, mecánicos, peluqueros, profesores de gimnasia, copistas, kiosqueros, por nombrar solamente algunas actividades, comparten idénticas problemáticas actuales e incertidumbre para lo que espera en el futuro.
Además, cabe recordar que sobre muchos trabajadores ya había mermado la actividad por la crisis económica y la caída de ingresos de arrastre en los últimos años. Pero nadie había calculado la posibilidad nula de percibir ingresos de un día para el otro por culpa del coronavirus.
Para conocer la situación actual de los cuentapropistas, PRIMERA EDICIÓN realizó un relevamiento que registró las voces de diversos trabajadores.
Así, Raúl Sotelo, de profesión electricista y plomero contó que “la sigo pasando muy mal. En marzo y abril directamente no pude salir a trabajar por todas las restricciones que había. Ahora tengo más posibilidades pero sin embargo los efectos de la pandemia siguen impactando sobre nuestra labor”.
“Para quienes trabajamos con el servicio domiciliario está muy difícil. Son muchas las familias que dejaron de llamar a un técnico para solucionar un determinado problema por miedo a los contagios. Mi posibilidad de trabajo está muy limitada. El teléfono dejó de sonar tanto como lo hacía antes. Es muy triste lo que estamos atravesando, porque uno hace muchos esfuerzos para tratar de seguir llevando comida a la casa pero ni siquiera sabemos bien cuánto tiempo más de sacrificio así vamos a tener que entregar”, relató.
Al mismo tiempo reconoció: “Yo me manejé siempre con trabajos particulares, clientes fijos, algunos siguen llamando pero otros ya no lo hacen, y todo es entendible. Tengo colegas que más o menos la pueden llevar un poco mejor porque hacen ciertos trabajos para empresas privadas, pero muchos me cuentan que les cuesta cobrar por el trabajo que hacen porque no hay plata por ningún lado. La gente está economizando todo lo que puede”.
Por su parte, Lourdes Giménez, es una profesora posadeña de gimnasia que durante muchos años impulsó su proyecto personal alquilando un determinado espacio donde podía brindar clases a un grupo, cada vez más amplio, de alumnos.
Sin embargo, el cúmulo de obligaciones tributarias y aumento en los precios de alquileres y boletas de servicio, la fueron acorralando incluso antes de la llegada de la pandemia. Así, al verse imposibilitada de abrir el gimnasio, por el aislamiento social que inició a mediados de marzo, decidió volcarse a otra propuesta junto a otros profesores en la localidad de Apóstoles desde mediados de julio.
“En relación a mi experiencia de monotributista, se me complicó porque se me juntaron muchos gastos de golpe. Me había mudado recientemente a un nuevo lugar que alquilé para ampliar el espacio de mi gimnasio y por ese motivo también tenía que hacer una recategorización del monotributo, por el monto del alquiler. De una categoría en la que pagaba casi 4 mil pesos mensuales en ese momento, pasé a casi 7 mil por la recategorización. O sea, que tenía que pagar más alquiler y se me iba más plata en el tributo, encima las boletas de luz y agua también venían con cifras cada vez más altas. Justo también pasó lo de la pandemia, entonces frené todo porque veía que no tenía como generar mis ingresos suficientes para cubrir las obligaciones y no quería empezar a deber algo porque caer en eso era no poder salir más”, relató.
“Por eso creo que para las PyME siempre es complicado porque uno quiere generar una fuente de trabajo independiente, empezar un emprendimiento aunque sea chico, tenés que cumplir con esas partes legales de monotributo y AFIP, y finalmente lo que generas de ganancia se te va en un gran porcentaje a esos pagos”, cuestionó.
Al mismo tiempo recordó que “cuando inició la pandemia, si bien los servicios y alquiler te daban una prórroga para pagar, eso se iba acumulando porque en algún momento hay que pagar sí o sí. Entonces al no tener los ingresos, que en mi caso eran las cuotas de los alumnos, no veía cómo iba a poder cubrir todos esos gastos de luz, agua, monotributo y alquiler”.
“En ese esquema la prórroga para pagar no es solución, justamente por eso varios lugares del rubro tuvieron que cerrar. Son muchos los gimnasios en Posadas, sobre todo los pequeños, que no pudieron volver a abrir cuando se les permitió retomar la actividad de a poco”, apuntó. De esa manera optó por la mudanza casi obligada a Apóstoles para continuar con su profesión.
Julio Ortiz, técnico en reparación de PC, señaló que “en nuestro rubro es todo muy raro. La demanda creció debido a que mucha gente empezó a comprar computadoras porque deben trabajar desde sus casas o para que los chicos sigan las tareas que mandan las escuelas. Y también creció mucho el pedido del servicio técnico, porque los que no pueden pagar los precios carísimos de ahora por una pc nueva, tratan de arreglar lo que por ahí tienen en su casa medio en desuso”.
“Sin embargo, el problema es que cada vez se hizo más complicado cubrir esa demanda porque escasean muchos los insumos, los repuestos, que se necesitan”, remarcó y agregó: “Yo trabajaba haciendo reparaciones para dos tiendas, en una ya no pude seguir más porque al dueño se le complicó demasiado con sus gastos de alquiler y servicios y ya no puede pagarme. En el otro local todavía me mantengo pero cada vez con menos trabajos por falta de insumos. No sé qué va a pasar si todo sigue así”.