La fuerte salida de capitales –que incluso en un marco de medidas restrictivas obligó al Banco Central a volver a vender divisas- encendió una alarma. De manera que se analiza la forma de impedir que la situación empeore, y todo apunta a que la contención a la salida de dólares vendrá de la mano de novedades en el área impositiva.
El tema formaba parte de las preocupaciones de los funcionarios ya desde la campaña electoral, cuando se formularon las propuestas programáticas para revertir la crisis económica. Y tomaron fuerza a la luz del comportamiento del mercado en los últimos días, publicó este jueves el sitio iProfesional.com.
El arranque de agosto implicó días récord de compra de dólares al tipo de cambio oficial, lo cual incluyó el colapso de páginas web de los bancos. Ya se da por descontado que la demanda de julio –más de cuatro millones de compradores, por una cifra que podría ubicarse en u$s750 millones– será superada en agosto.
Si se lo mira en perspectiva, implica una tendencia creciente que a esta altura luce imparable y que no hace descabellado suponer que, incluso con las medidas restrictivas para perseguir “coleros digitales“, se podría llegar a un nivel de fuga de u$s1.000 millones por mes.
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En ese marco, el Central tuvo que volverá vender, con jornadas en las que se desprendió de reservas por más de u$s100 millones.
Hubo un momento en el que se especuló que el fenómeno de la alta demanda de divisas podía estar ligado a la incertidumbre por la negociación con los acreedores de la deuda. Pero el anuncio del acuerdo sobre el canje pasó, y a pesar del triunfalismo y las señales de optimismo que transmitió el Gobierno, no hubo muestras de retracción por parte de los ahorristas. Lo cual terminó de convencer –tanto a funcionarios como al sistema financiero- que la demanda no obedece a una cuestión coyuntural sino que se trata de una tendencia firme.
Y el impuesto PAIS, que en su inicio parecía un disuasivo eficaz, ya no es lo que era. Ocurre que el peso de este impuesto tiene una relación directa con el dólar del mercado paralelo. Cuando recién se había instaurado, el “dólar solidario” era más caro que el blue, lo cual hacía muy onerosa la compra al tipo de cambio oficial. Hoy, por el contrario, cada vez que un argentino compara su cuota de u$s200, siente que le subsidiaron unos $7.000, por la diferencia de cotización.
Lo que pone una nota de urgencia es la perspectiva es que la cosa empeore, sobre todo si se tiene en cuenta que hay factores que hoy juegan a favor pero que se empezarán a revertir. Por caso, que los dólares que hoy aporta la exportación agrícola empezarán su merma estacional, mientras que ciertos rubros de la demanda hoy reprimidos –como la compra de divisas para el turismo- irán gradualmente recomponiéndose.
Respecto del ingreso de dólares, hay quienes ponen en duda que el saldo de la balanza comercial sea tan voluminoso como se había proyectado. Por caso, el consultor Salvador Di Stefano, especializado en temática agropecuaria, sostiene que ante la perspectiva de sequía, la producción será menor. Su pronóstico es que, en el mejor de los casos habrá un superávit de u$s14.000 millones, bien por debajo de los u$s18.000 que espera el Gobierno.
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Bimonetarismo
Las señales más concretas sobre por dónde pueden venir las nuevas medidas fueron aportadas por Cecilia Todesca, la vicejefa de gabinete que se ha transformado en una de las personas más importantes a la hora de definir la política económica durante esta cuarentena.
En diversas entrevistas realizadas durante los últimos días, Todesca trazó un diagnóstico claro y contundente: el cepo llegó para quedarse mucho tiempo. Según su visión, apresurarse a un afloje en los controles cambiarios sería un error que se pagaría con saltos devaluatorios, inflación y recesión.
“En la Argentina, los procesos de aceleración inflacionaria se produjeron por saltos del tipo de cambio. Nosotros llevamos una política monetaria y cambiara completamente distinta a la del gobierno anterior, con modificaciones muy importantes en regulación cambiaria, tasa de interés y en la curva de ahorro en pesos”, afirma la funcionaria, que atribuye muchos de los problemas al carácter bimonetario de la economía argentina.
Un objetivo central es que las actividades identificadas como motores de la reactivación post pandemia –principalmente la obra pública y la construcción de viviendas en el marco de programas como el Procrear- puedan atraer parte del ahorro que hoy se canaliza a la compra de dólares.
Todesca dijo que para ello se trabaja con los incentivos financieros –es decir, una serie de nuevos instrumentos de inversión en pesos, a tasa atractiva-. Pero con eso no alcanza. Todesca plantea que para que ese esquema realmente funcione, hay que involucrar al sistema tributario. En otras palabras, que los impuestos tienen que ser parte de la política cambiaria.
En ese sentido, adelantó un castigo impositivo a la compra de moneda extranjera y “la timba”.
“Los incentivos tienen que estar muy claros“, afirmó la funcionaria en una entrevista con Telam, donde aclaró que los dos pilares para recomponer el problema cambiario son el mantenimiento de las regulaciones –”una condición sine qua non”- pero que, además, “el factor tributario también tendrá que tener sus implicaciones”.
Fuente: iProfesional