
Apenas las dos enfermeras escucharon a la presunta agresora señalar que Liz Salinas ya no respiraba y que ella la había atacado con una bufanda, intentaron socorrerla, reanimarla con todas sus fuerzas y capacidad posible. El óbito fue confirmado antes de las 12 de ayer.
El homicidio se registró en uno de los pabellones de enfermos con severos trastornos psiquiátricos del Hospital Ramón Carrillo de Posadas, sobre la avenida Quaranta en el cruce con el acceso al barrio Itaembé Miní.
De inmediato fueron comunicados los efectivos de la comisaría Decimotercera, quienes ratificaron el deceso y dieron aviso al juez de turno Ricardo Walter Balor y al fiscal de Instrucción 6, René Casals.
Con la presencia del magistrado en el lugar fueron los peritos de la Policía Científica de la Unidad Regional 1 los que iniciaron su tarea para relevar detalles y evidencias del ataque y muerte.
De fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN se pudo establecer o confirmar, que se investiga una muerte por “asfixia de ahorcamiento” y según demás avances, se secuestró una bufanda con la que Liz Salinas de 20 años habría sido asesinada.
De acuerdo a otras voces consultadas, se informó que a las 11.15 se dio alerta a la seccional mencionada sobre que en el hospital nivel 1 de rehabilitación mental una paciente de 33 años le señaló a dos enfermeras profesionales que Salinas fue agredida por ella misma y que creía que estaba muerta.

Tras la secuencia relatada, la doctora de turno del neuropsiquiátrico solicitó la asistencia policial y los trámites pertinentes para esclarecer lo sucedido. Bajo las órdenes del juez Balor, se recolectaron todas las evidencias posibles y se tomaron muestras para ser analizadas por los peritos policiales. También se solicitó se realice una autopsia al cuerpo de Salinas para definir con certeza la causa del deceso, lo que incluye rastros para análisis biológico y toxicológico.
Como en el mismo predio del hospital funciona el flamante pabellón de inimputables bajo custodia del Servicio Penitenciario Provincial, se vinculó en un primer instante la muerte de Salinas como un homicidio ocurrido entre los alojados en esta dependencia inaugurada hace poco menos de treinta días. Se descartó de inmediato la versión y se precisó que correspondía el crimen a pacientes en el sector del tradicional Hospital Carrillo, ubicado sobre la avenida Quaranta.
El juez Balor dispuso también que, la presunta autora del homicidio, continúe alojada en el neuropsiquiátrico bajo custodia directa y tratamiento riguroso. Además pidió que la sospechosa sea analizada con profundidad y se remitan los informes forenses pertinentes para determinar si su salud mental es lo suficientemente acorde a una presunción de imputabilidad o si su cuadro es de gravedad mayor lo que derivaría en la imposibilidad de acusación y debería ser alojada en el pabellón de inumputables.