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Muchas veces la historia es aburrida cuando nos la cuentan en términos políticos, pero se vuelve toda una telenovela si al investigar en las redes encontramos relatos como el de la suegra de nada menos que el Libertador General San Martín.
Había sido que el no tan jovenzuelo llegó para desbaratar lo que ya estaba armado: el casamiento de María de los Remedios de Escalada y de la Quintana con el joven Gervasio Dorna, de 22.
Remedios tenía apenas 14 años y José Francisco ya con 34, así que creo que ese fue un tema también como para que su futura suegra, doña Tomasa Francisca de la Quintana y Aoiz, no lo quisiera como yerno.
Pero eso no era nada porque de él se decía que era hijo de una mulata, algo que para la élite a la que pertenecía la familia no era nada prometedor y que su suegra se refería a él como el “soldadote” o “el plebeyo”.
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Dicen las malas lenguas que Tomasa puso el grito en el cielo cuando San Martín pidió la mano de Remedios, su niña cuidada y criada como una princesa.
No se sabe bien si fue en una de las tertulias de los Escalada o en lo de Mariquita Sánchez de Thompson donde el teniente coronel conoció a Remedios. Y quizás la sedujo con los únicos encantos que tenía: facilidad para el baile, cantar y tocar la guitarra. Suficientes como para despertar el interés de una niña de 14 años.
Cuando eran aún novios, San Martín demostraba su antipatía por su suegra y relatan que en una cena en lo de los Escalada, cuando vio que su edecán había sido enviado a comer a la cocina junto a los sirvientes se levantó y fue a comer con él.
La suegra
Hasta acá, la descripción que tenemos de doña Tomasa es de una mujer frívola e interesada en mantener en alto su estatus, sin embargo fue una patriota argentina que actuó en la sociedad porteña al servicio de la Revolución de Mayo y en los primeros años del movimiento emancipador. Es considerada una de las Patricias Argentinas, es más, figura como primera en la lista.
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Tomasa Francisca de la Quintana nació en 1762 en Buenos Aires. Hija del Sargento Mayor de Dragones, José Ignacio de la Quintana y de Petronila de Aoiz y Larrazábal Avellaneda.
Describen los historiadores que era “una moza a punto de cumplir 20 años, cuando se casó con el viudo y acaudalado comerciante Antonio José de Escalada, uno de los principales vecinos de la capital virreinal en cuya casa se realizaban tertulias, para recaudar fondos para la Revolución de Mayo.
Doña Tomasa fue presidenta de la Sociedad Patriótica, reunión de damas de familias prestigiosas que se reunían en su residencia. Estuvo entre las damas que contribuyeron para la compra de catorce fusiles y dos onzas de oro que servirían para colaborar con el Ejército revolucionario.
Su retrato al óleo fue donado al Museo Histórico Nacional y en 1910 se acuñó una medalla en homenaje suyo. (De la Real Academia de la Historia).
Al final, en 1819 su hija Remedios y su nieta Merceditas regresaron a Buenos Aires porque Remedios estaba muy enferma de tisis. Desde ese año y hasta 1823 estuvieron con Tomasa, quien crió a Merceditas y es así que cuando San Martín fue a buscar a su hija siete años después, se quejó porque dijo que su suegra la había convertido en una niña caprichosa y maleducada. Así pues, la suegra y el yerno no querido.
Por: Rosanna Toraglio