Hay una frase con la que estoy aprendiendo a vivir y dice “Relájate, nada está bajo control” y no es nada fácil. Aplicando esto desde el poder de los colores estaríamos trabajando con un naranja y un violeta y ¿por qué estos dos colores?.
Porque el primero nos hace trabajar la alegría de vivir y cuando uno está realmente en el momento presente, VIVE LA VIDA ¿Qué hace falta para eso? Dejar de tener el control. ¿Se preguntaron alguna vez si realmente están viviendo?, cada uno tiene maneras diferentes de interpretar la vida.
Yo les digo mi definición de qué es vivir, para mi es disfrutar de caminar de la mano con mi hija, compartir con amigos de una buena charla, mirar a la persona que me gusta a los ojos, es vivir. Cosas simples que te dejan una sensación de amor y agradecimiento.
Empecemos a vivir un poco más en naranja, con alegría y sin culpas, dos grandes características de este color. Cuando el control se va fluimos y si ponen atención sentimos libertad, con este color empezamos a trabajar el desapego.
Apegarnos a algo o a alguien nos paraliza, no quita la libertad y eso que llamamos amor no existe. Cuando podemos ser libres por completo y dejamos ser libre al otro en esa situación aparece el amor y es muy difícil, ya que siempre queremos pertenecer a algo o alguien.
Acá aparece el color violeta con toda su relajante luz para volvernos a recordar que nada está bajo control que, cuando dejamos que las cosas sean, todo se acomoda, todo es.
Este color termina por disolver ataduras y nos ayuda a ir hacia adentro para volvernos a conectar con nosotros, en ese espacio sagrado que hay en nuestro corazón. Cuando esto pasa y simplemente confiamos, el cambio de la situación que necesitamos se produce y vemos todo de manera diferente desde la nobleza de Dios.
Con ojos de luz, sabiendo que todo está bien, que lo que tenga que pasar pasará y lo que no, también. Disfrutemos de este juego que es la vida, sin reprimir nada, lágrimas, sonrisas, enojos, frustraciones, felicidad, etc., disfrutando de cada paso. ¡Un día a la vez!