El Jardín Bíblico de Oberá, en el entorno del hogar Santa Teresa del Niño Jesús, contará con el aporte de beneficiarios del programa “Potenciar Trabajo” que prestarán servicio de mano de obra a esa institución a cambio de las herramientas recibidas de la Nación para sus emprendimientos personales.
Son ocho los trabajadores que, por las normas de ese programa nacional, deberían brindar una contraprestación de ocho horas diarias por cuatro meses, aunque aclararon que la idea es quedarse en el proyecto hasta su finalización.
Éste consiste en el llamado “Paseo de la vid”, un parral rodeado de huertas. Una vez concluido, quedarán pendientes el lago con una barca de Jesús y rodear el Jardín con un rosario misionero.
“Siempre quisimos ayudar al Hogar y pedimos para trabajar acá, así que estamos muy contentos porque es para todo Oberá el beneficio. Apenas tengamos los materiales nos vamos a poner a trabajar y vamos a quedar hasta el final”, confirmó Hector Antúnez, uno de los beneficiarios.
“Estamos muy felices por el beneficio que nos brindan estos trabajadores. Ellos eligieron el Hogar, así que decidimos continuar un gran proyecto que tanto quería el Padre Guillermo”, expresó al respecto José Jakubow, administrador de la Fundación Guillermo Hayes.
El sacerdote de origen irlandés que promovió importantes tareas sociales en la Zona Centro y que a su muerte a fines de 2014 sólo había podido ver los inicios de su gran sueño, hoy ya una realidad que sigue avanzando en su desarrollo: el Jardín Bíblico de Oberá.
La responsable de ese espacio, Mercedes Corró, destacó a PRIMERA EDICIÓN la importancia de la ayuda que representará la mano de obra porque “venimos haciendo todo con mucho esfuerzo, pero no tenemos tantos recursos, así que aprovechamos esta oportunidad con ocho personas que nos ayudarán a concretar (el trabajo). También tenemos a dos jóvenes arquitectas, Rocío y Camila, que colaboran ad honorem con el hogar e hicieron todo ese proyecto y nos dan un importante impulso para realizarlo”.
Una misión de amor
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Mercedes Corró es técnica en Jardinería y Floricultura egresada de la UBA. Fue una de las que interpretaron el sueño del Padre Guillermo Hayes e inició junto a él el proyecto Jardín Bíblico, hace más de veinte años.
Pasa horas en el lugar, compartiendo su amor con los internos del hogar Santa Teresita, para quienes salir al Jardín es uno de los momentos más especiales.
“Me digo paisajista porque es a lo que me dedico, a crear paisajes. Retomé el trabajo en el Hogar hace cinco años: gente de la Fundación, conociendo que hace veinte años ayudamos con la arquitecta Alejandra Romano en la idea de crear el Jardín Bíblico, nos volvieron a convocar apenas falleció el padre Guillermo”, explicó.
Para ella fue reencontrarse con sus mejores recuerdos y enseñanzas familiares. “Guillermo era muy amigo de mi mamá, de la familia. Ella siempre cobijaba a los sacerdotes, los ayudaba a integrarse, a realizar sus obras. Guillermo bautizó a mis hijos”, contó.
A su regreso a la Fundación, hace cinco años, “empezamos a rediseñar el Jardín y potenciar lo que ya estaba hecho. Somos tres: estoy como encargada y tengo dos personas a cargo, Elio y su hermana María”, explicó.
Corró creó un vivero en el lugar, donde produce plantines con fines comerciales, como otro modo de ingreso de recursos para los hogares de la Fundación Hayes. Además, para que “cuando se abra turísticamente, la gente pueda pasear y llevarse alguna plantita”, agregó.
“La idea que tenía Guillermo y quiero llegar a concretar es que sea un lugar turístico y que entren fondos para abastecer a sus tres hogares, donde hay 65 personas que necesitan todo. Además de cobrar entrada, tener el vivero, una confitería, el sueño final es hacer unos departamentos para que se puedan realizar retiros espirituales”, detalló.
Mercedes está comprometida con la tarea, pero sobre todo con los fines solidarios de los hogares de la Fundación Hayes, que también trabaja en el proyecto de la Escuela Mario Junior y el de equinoterapia. “Guillermo quería convertir a los hogares en un gran centro de discapacidad, donde podamos ofrecer talleres ocupacionales no sólo para los chicos del Hogar, sino abiertos a toda la comunidad. También queremos tener un parque sensorial, para que los chicos puedan disfrutar al aire libre”, se ilusionó.
“El padre Guillermo decía que todos los chicos eran los santos y santas de los hogares. No se iba a dormir sin ir al hospital todas las noches a ver a los moribundos. Decía que Dios lo fue guiando desde su Irlanda natal hacia los discapacitados, desprotegidos, abandonados. Creo que debemos hacer realidad su sueño”, sentenció Corró.