El coronavirus sorprendió y dio un giro inesperado a rutinas y hábitos. La preocupación general está enfocada en evitar su propagación. Pero a medida que se implementan cuidados y reordenamientos, es posible que el cabello comience a mostrar un debilitamiento o una caída inusual y persistente.
Es que estas reacciones tan abruptas y específicas, especialmente aquellas relacionadas con la ansiedad y el estrés, tienen un impacto fundamental en la salud de nuestra melena.
La sobrecarga de tensiones emocionales pueden influir en la regeneración del cabello y afectar el ciclo vital del folículo piloso pudiendo desencadenar un efluvio telogénico o lo que se conoce como alopecia emocional.
Además, las contracturas musculares en el cuero cabelludo, repercuten en los nervios sensitivos y comprime la circulación capilar periférica, influyendo en su nutrición.
¿Qué hacer?
Hay distintos hábitos y rutinas que ayudarán a minimizar estos impactos negativos. Higiene diaria: lavar todos los días el cuero cabelludo con un champú específico y personalizado es el primer paso. Luego, utilizar un acondicionador acorde al estado del pelo y dejarlo actuar durante tres minutos.
Loción específica: la aplicación de una loción estimulante puede ser un complemento beneficioso. Aplicar únicamente sobre el cuero cabelludo, previo al masaje para favorecer su absorción.
Algunos tips extra:
– Evitar refregar el cabello durante el lavado o retorcerlo con la toalla en el secado.
– Utilizar agua templada a una temperatura aproximada 36º, para no alterar la fibra.
Sesión capilar en casa: el masaje diario tendrá un efecto sedante, descontracturante, favorecerá la irrigación y mejorará la penetración de los productos.