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Abel Fermín Taborda tenía 42 años y despertó durante la madrugada del jueves 6 de abril de 2017 por los gritos de miedo y dolor que oía en la calle a pocos metros de su casa en el barrio Los Lapachitos. Escuchó que su hijo corría peligro, lo estaban atacando con piedras y botellas.
Salió urgente a su rescate y lo logró pero perdió el conocimiento de un garrotazo en la cabeza y no despertó más. Cinco días después en una cama de terapia intensiva del Hospital Ramón Madariaga se confirmó su deceso por una severa hemorragia intraparenquimatosa: los golpes en el cráneo le produjeron un derrame cerebral.
Por este crimen ayer, Rafael Alberto Cuba de 42 años, asesorado por el defensor oficial Miguel Ángel Varela, decidió evitar el banquillo ante los jueces del Tribunal Penal 2 y firmó el acuerdo de suspensión de juicio abreviado ofrecido por el fiscal Martín Alejandro Rau.
La propuesta fue de ocho años y seis meses de prisión efectiva, hallado culpable como autor del delito de “homicidio simple” (artículo 79 del Código Penal Argentino).
La audiencia, de acuerdo a fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN, se realizó ayer bajo la modalidad de videoconferencia desde la Unidad Penal VI (“Procesados”) del Servicio Penitenciario Provincial en Villa Lanús y la Fiscalía del Tribunal Penal 2. Método o alternativa tomada por el contexto de pandemia mundial de COVID-19 y la obligación respectiva de aislamiento.
El ataque y muerte en la calle Laprida del barrio Los Lapachitos, trascendió en el ámbito periodístico como el caso del padre que salvó a su hijo de 16 años a costa de perder la vida por un garrotazo.
El luctuoso episodio fue el dramático corolario de una largo período de discusiones y peleas entre Taborda y la familia de quien resultó su victimario.
Según la síntesis de lo sucedido y que obra en el expediente que instruyó el juez Ricardo Walter Balor, a las 4 del 6 de abril de 2017, Rafael Cuba se encontraba acompañado por otro mayor de edad cuando se desató el ataque al adolescente. Comenzaron a arrojarle botellas de vidrio hasta que se interpuso Abel Taborda y cuando defendía a su hijo, Cuba le propinó un garrotazo con una madera en la cabeza provocándole el traumatismo encéfalo craneano grave tipo 3.
La autopsia confirmó el 10 de abril, que la muerte fue producto del golpe en la cabeza.
Entre testigos y pruebas recabadas por los investigadores de la Unidad Regional X y sumadas al expediente que elevó luego del juez Balor, confiaron las fuentes que poco margen se avizoraba para una defensa que evite una pena mayor para Cuba.
El acuerdo firmado deberá ser analizado y homologado por los camaristas del TP-2, César Antonio Yaya, Gregorio Augusto Busse y Carlos Jorge Giménez, para que el cómputo comience a regir.