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De acuerdo a cómo avanza el año nos fuimos adentrando en una crisis económica cada vez más profunda de muy difícil pronóstico, y de características sanguinarias tanto para los trabajadores como para las empresas.
Con herencias recibidas del gobierno anterior, efectos todavía muy vigentes de la pandemia, y, errores groseros del actual gobierno, somos las empresas de transporte internacional, jugadores mudos en un escenario de sordos, montado por el gobierno nacional en función de resolver la crisis.
Jugadores mudos, porque nuestra voz parece no ser escuchada y escenario sordo, porque los funcionarios nacionales se niegan a oír nuestras sugerencias.
La crisis que hoy el gobierno nacional sufre, entre otros muchos problemas, es la carencia de dólares, la falta de ingreso de ellos por parte de las exportaciones.
Paralelamente el transporte de cargas internacional es de por sí un exportador nato y generador de divisas para el país.
Y a pesar de la crisis pandémica durante estos seis meses siguió permanentemente trabajando, profundizando los controles y protocolos para poder seguir sirviendo y contribuyendo al país, e ingresando sus dólares como siempre.
Dólares que ingresa en cada momento bajo las normas del dólar oficial tal como lo marca el mercado cambiario vigente.
Ingresa en dólares, que traducido a pesos por estas normas vigentes, no condicen con el incremento de la base de costos que no se basan para su incremento de este dólar oficial, sino el de otras alternativas el MEP, el contado contra liquidación o el mismísimo e informal blue.
Cualquiera de ellos presenta hoy una brecha de por lo menos 85% en contra del exportador.
Para ser bien claro; exportamos a un valor y casi la totalidad de nuestros gastos fluctúan por otro valor, un 85% más alto que el recibido por exportar.
Esto solo de por sí, nos lleva y nos depositara próximamente y un quebranto empresario.
Pero no es solo esto lo que el transporte internacional sufre, como en muchas oportunidades reclamamos, a partir de la instalación del cepo cambiario, los gastos de las empresas en el exterior; tales como combustible, viáticos, peajes y otros, deben ser solventados por las empresas recurriendo al mercado de cambios informal, denominado blue, porque no existe otro habilitado para conseguir éstos billetes.
Este mecanismo es horroroso de solo pensarlo, patético desde el punto de vista empresarial, y nefasto desde la visión económica.
El transporte de carga internacional, generador de empleo genuino, creador de valor agregado, exportador y originador de divisas, es evidentemente tratado con desidia y destrato por los organismos a cargo de las resoluciones del Ministerio de Transporte y de la Sec. de Comercio Exterior y también de los organismos del BCRA que no lo tienen en cuenta al momento de emitir sus regulaciones.
Hoy día a día, leemos en los periódicos que nuevas y más empresas que cierran y se instalan en países limítrofes, Brasil, Chile y Uruguay.
El transporte internacional no es ajeno a esto, ya hay empresas instaladas fuera y otras tantas en vías de hacerlo solo porque el olvido, el destrato, y la desidia de los funcionarios del gobierno de turno que se olvidan de que este sector es y será, como tantos otros vital en el desarrollo actual y futuro de nuestra deteriorada economía.
Sector que es hacedor de economías regionales, indispensable en la cadena de valores agregados y colocador de trabajo argentino en el exterior, así como originador de producción trayendo materias primas básicas desde el exterior siempre con trabajo argentino, ingresando divisas, pagando tasas e impuestos en el país, es destratado y olvidado privándole el acceso al mercado de divisas para sus gastos y obligándolo a la marginalidad de los mercados informales.
La resultante será el cierre, la migración a otros países con el legado de desocupación, carencia de divisas y caída de impuestos.
Estamos orgullosos de haber sido empresarios argentinos, queremos seguir siéndolo, pero queremos ser escuchados y entendidos en nuestros reclamos.
Somos parte de un sector estratégico de la economía, y fundamentalmente de las economías regionales, que no debería quedar en manos de empresas extranjeras.
Tenemos la intención de seguir sintiéndonos empresarios del transporte de cargas internacional argentino y de seguir desarrollando nuestras empresas bajo nuestra bandera.
Pero también necesitamos tener la tranquilidad de operar bajo la ley y las normas y que esas normas no nos lleven al quebranto económico tal como hoy estamos, para poder seguir siendo generadores de trabajo y riqueza nacional y ser el vínculo de nuestras regiones, nuestra producción hacia el mundo.
El gobierno nacional debe tener pronto eco de estos pedidos para que de una vez y para siempre las palabras de los discursos se vean plasmadas en los camiones, en las rutas y en las fábricas.
Para poder generar lo que hoy no tenemos la revolución exportadora.