“Me gustaría conseguir un trabajo”. Victoria Colich (21) es ciega, pero siente que no existe algo que no pueda realizar, y que su sueño de trabajar en el mercado formal se puede cumplir. Eso la sacaría de la calle, donde tiene un puesto de venta de alfajores, y que, aunque cobra una pensión por discapacidad, el costo de vida la asfixia día a día, contó.
La semana pasada PRIMERA EDICIÓN llegó hasta su casa en la chacra 32/33 para escuchar su historia y hacerse eco de su pedido de solidaridad porque la estaba pasando muy mal por causa de la cuarentena. Con los altos costos que pagaba por gastos fijos y comida, su pensión por discapacidad ya no le alcanzaba para llegar a fin de mes y tuvo que salir a rebuscarse con la reventa de golosinas.
Tras la nota, el último martes el gerente de EMSA, Sergio Rodríguez, visitó a Vicky, junto a otra funcionaria de la empresa misionera de electricidad para dar marcha a los trámites y poner la boleta de la luz a su nombre y de esa forma conseguir la tarifa subsidiada.
“En principio ya se resolvió el trámite de la luz para obtener el descuento y los beneficios sociales por mi discapacidad y eso ya me alivia porque el mes que viene ya voy a pagar mucho menos”, se alegró.
Victoria perdió la vista porque, al haber nacido prematura, debió permanecer en incubadora; los responsables de su cuidado no le colocaron la debida protección y por ese motivo nunca pudo ver el mundo donde nació.
No obstante, aprendió a percibirlo de otro modo, adaptarse y levantar cabeza. La fiel alumna del Centro del Ciego “Santa Rosa de Lima” desarrolló una fuerte independencia para valerse por sí misma, pese a haber quedado huérfana de madre a los 9 años y de padre a los 14.
Más allá de toda la voluntad y las ganas de vivir plenamente su vida, el aislamiento social la dejó en una situación que por momentos la desesperaba. Eso la llevó a buscar ayuda para no tener que bajar los brazos.
La tan famosa solidaridad misionera no se hizo esperar ni un minuto y, según relató, desde el viernes de la semana pasada su teléfono no dejó de sonar para saber de ella y preguntar cómo ayudarla. Victoria explicó que desde el sábado comenzaron a llevarle alimentos no perecederos, insumos para vender en el puesto, ropa y otros artículos de primera necesidad.
En una nueva charla con este Diario, con quien Victoria se comunicó para agradecer la ayuda desinteresada de todas las personas, entre ellas especialmente la de Analía Colazo, la joven expresó su deseo de salir de la intemperie y tener, como cualquier chica de su edad, la aspiración de trabajar dignamente.
“Puedo hacer lo que sea, incluso trámites como cadete o en el área de telefonía o informática, como por ejemplo lo hacen muchos otros compañeros míos del Centro de Ciego a quienes la discapacidad no les impide trabajar en la administración pública. Ojalá me den esa oportunidad, estaría muy agradecida”.
“Yo sé que la discapacidad es un motivo para quedar fuera del mercado, en su momento inclusive hasta conduje un programa radial. Me siento útil para cualquier trabajo”, insistió.
Mientras tanto sueña, lo concreto fue el ofrecimiento de una señora para que levante un quiosco en su terreno. De hecho, le dieron 200 ladrillos para levantar paredes y le estarían haciendo falta las chapas.
“Eso sería importante de concretar porque ya no voy a depender de que en el puesto donde estoy ahora llueva o haga calor. Con el quiosco voy a estar resguardada”, apuntó.
Gestión de subsidios
El caso de Vicky también movilizó al club Tokio cuyos socios le llevaron alimentos no perecederos. Desde la oficina de Vicegobernación también la llamaron para proponer acceder al plan “Volvamos a empezar”, para gestionar fondos destinados a la compra de insumos. Se trata de un programa dirigido a los micro emprendedores quienes por causa del COVID-19 y las medidas de aislamiento se quedaron sin ahorros ni oportunidades.
“Después de ese contacto me dijeron que iban a volver a llamarme, así que espero que también lo hagan”, sostuvo. “Estoy muy agradecida porque el llamado que hice a la gente tuvo eco y recibí todo lo que estaba necesitando. Mucha gente se puso en contacto telefónico conmigo para preguntar lo que necesitaba. La verdad es que le agradezco a todas esas personas y dejó abierta la invitación a quienes quieran seguir dando una mano”, expresó.
“Pude comprobar por mí misma que los misioneros somos muy solidarios y me hicieron notar el buen corazón y la predisposición”, explicó la chica. Gracias a todo lo donado podrá repartir una parte con la mujer que, sin cobrarle un peso la ayuda con la preparación de la comida y la limpieza de su hogar”.
“Con ella, todos los fines de semana, Victoria se acerca hasta la Feria Franca de Villa Cabello donde vende ropa usada, como otro “rebusque” con el que ella y su amiga salen adelante.
“De la ropa que me llevaron una parte, la que me quedó bien, la dejé para mí y el resto voy a vender en la feria, fue una gran mano en ese sentido”, aseguró.
Para seguir colaborando con Victoria, los interesados pueden contactarse llamando o dejar mensajes de voz al 3765 090505.