Tal vez el primer gran conflicto en una pareja es la separación. Cuando dos personas se separan deben hacer un proceso de duelo por el ideal que no se alcanzó. Todas las parejas arman al principio, implícitamente, dos cosas: en primer lugar el “pacto de exclusividad” que es el “no tercero”. La infidelidad, que es una decisión, es la ruptura de dicho pacto. Por eso genera una herida que tarda en sanar.
Pero también arman un “ideal” que no es otra cosa que un proyecto de pareja y familia. Algunas personas vienen de modelos familiares donde construir la familia era considerado lo máximo; entonces, están enamorados del ideal y piensan: “Voy a tener mi familia sea como sea”. Si esto se derrumba, sin duda que sobrevendrá dolor y una gran desilusión que hay que procesar.
Ahora, siempre antes de una separación física tiene lugar una separación emocional: uno puede estar a un metro físicamente del otro, pero a kilómetros de distancia afectiva. La mujer por lo general transita el divorcio emocional mucho antes que el varón.
Cuando ella dice “ya está” es porque la relación se acabó.El varón suele ser el último en enterarse, por esa razón le cuesta más elaborar el duelo.
¿Por qué el duelo frente a una separación de pareja genera, además de dolor, muchísima bronca? Porque es una herida al narcisismo. La persona siente que fracasó. Y si bien es la mujer la que casi siempre propone la ruptura del vínculo (que ya elaboró previamente), es el varón el que arma pareja más rápido. ¡Él no soporta la soledad!.
Pero esa frase que solemos escuchar que dice: “Un clavo saca otro clavo” es totalmente falsa. Cuando alguien se separa debería esperar por lo menos varios meses y hasta un año antes de volver a armar pareja.
Muchas veces, y lo vemos en las consultas, la persona separada se “une” con un tercero, pero en el fondo no es un proceso de amor sino un calmante a la angustia de la separación.
Como mencionamos, el varón generalmente forma pareja más rápido que la mujer y, a menudo, con alguien varios años menor. Pero el formar pareja más rápido no significa que haya triunfado.
Simplemente ese proceso de dolor, frente al ideal perdido es vivido de manera distinta. Hay personas que lo padecen mucho y otras no tanto.
Los seres humanos nos movemos por una ilusión. Cuando surge una desilusión, a continuación, viene una nueva ilusión. Es decir que, a cada desilusión, le corresponde la construcción de una nueva ilusión.
¿Qué sucede si yo tengo una ilusión, viene una desilusión y no armo una nueva ilusión o un nuevo proyecto? Me quedo en la desilusión y, con el tiempo, puede aparecer el bajón. Como decimos los argentinos, la “depre” y con ella, la angustia.
Esa nueva ilusión no necesariamente tiene que ser una nueva pareja; puede ser un nuevo trabajo, una carrera, un curso, un pasatiempo o una nueva amistad.
Procuremos siempre, sobre todo en tiempos de crisis, crearnos nuevos proyectos que nos mantengan ilusionados y renueven nuestras ganas de vivir.