La realidad muestra que cada vez hay más gente que emplea la bicicleta para desplazarse, ya sea para ir al trabajo, hacer deportes o como distracción, lo que llevó en primer término a elevar la venta de los rodados en los comercios e impactó en los talleres que se dedican a la reparación de los mismos, que hasta hace pocos meses tenían poco trabajo y hoy viven un floreciente presente.
Los modelos de las bicicletas fueron cambiando con el paso de los años, se fueron modernizando, con nuevos diseños, materiales más livianos, colores y accesorios que lo diferencian a las “viejitas” y eso salta a la vista, porque hoy conviven en las calles, plazas, avenidas y bicisendas todo tipos de modelos, hasta las que tienen “ayuda” eléctrica.
PRIMERA EDICIÓN realizó una recorrida por varios talleres de bicicletas y se encontró con una intensa actividad en la mayoría de ellos, incluso en lugares donde la entrega de los trabajos se programan para varios días, por la demanda.
“Se veía que en algún momento íba a suceder, que la gente que compraba la bicicleta iba a tener que venir a reparar a la bicicletería del barrio, o donde le queda más cerca. Es como con los autos, uno los compra en la concesionaria pero el service lo hace no solamente allí sino en los talleres de confianza, o parcha un neumático en la gomería más cercana”, comentó Rodrigo González, empleado de una de las bicicleterías de la zona Oeste de la capital provincial describiendo su presente laboral.
Y agregó que “por el tema económico la gente hace un par de años empezó a dejar el auto, se compró una moto y el que tenía moto no pudo mantenerla y adquirió una bicicleta. Hoy hay muchas personas en bicicleta, se reactivaron los carriles exclusivos en dos avenidas que les da más seguridad y por ello nos traen sus bicis para que la pongamos en condiciones, la reparemos. De hacer dos arreglos por día pasamos a ocho y eso es buen síntoma”.
Sobre la avenida Lavalle, está el taller de bicicletas de los Ayala, uno de los más tradicionales y allí Ricardo (hijo) no oculta su satisfacción por este presente que los encuentra “con mucho trabajo, gracias a Dios. La gente ahora utiliza mucho más la bici y también la recicla. Puede ser por el tema del aumento del precio del combustible o por una cuestión de salud, pero lo real es que cada vez son más las bicicletas que traen para que las pongamos en condiciones”.
Las bicicletas que esperan para ser reparadas son de diferentes tamaños (rodados), modelos y colores, lo que refleja que no hay un segmento etario o gusto de quienes las acercan.
“Muchas veces nos sorprendemos con las bicis que llegan porque se nota claramente que estaban abandonadas, uno le pregunta a los dueños y nos cuentan que las tenían guardadas hace cinco años y ahora las sacan de nuevo. Nos dicen que eran del abuelo o del papá y les llegó a ellos las ganas de recuperarlas y de reciclarlas”.
Los trabajos que por lo general realizan con mayor frecuencia los Ayala son los cambios de cubiertas, cámaras, arreglo de las mazas, frenos y cambios, entre otras cosas. Un service de esas características ronda entre los 2.500 y 3.000 pesos, según coincidieron en varios talleres.
“Las cubiertas y cámaras llegan por lo general resecas, por el tiempo que estuvieron sin rodar y no queda otra opción que cambiarlas. Siempre le recomendamos a la gente que mantenga infladas las ruedas, que verifique el centrado de las mismas y que los frenos estén siempre en condiciones porque es un elemento clave para su seguridad y de los demás también”, señaló Ricardo.
65 años como bicicletero
Florentino “Tino” Ayala es uno de los más antiguos bicicleteros de Posadas. Hace sesenta y cinco años que se inició en el rubro “armando ruedas de bicicletas con Rebucu Urquiza. De allí me llevó a Casa Juañuk, donde me sumé como empleado, en el local por la calle San Lorenzo, en el año 1955. Ahí trabajé 22 años. Después pasé a tener mi localcito y empecé a trabajar por mi cuenta”, recuerda.
Detalló que se encargaba de armar las bicicletas, “en general todas las partes. Fui viendo el avance, los mejores modelos, como se iban perfeccionando, por ejemplo, los frenos, los discos de cambio. Mi hijo heredó la profesión. Está ‘aprendiendo’ porque algo sabe (risas), incluso yo también porque siempre sale algo nuevo y hay que adaptarse, uno nunca deja de aprender”.
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Cuenta Don “Tino” que anduvo muchos años en bicicleta, “vivía en el barrio San Miguel, en Zapiola y López y Planes, desde allí me íba y volvía de trabajar en Juañuk en bici. Después desde acá también”.
Durante unos años desaparecieron las bicicletas de las calles y fue “cuando vino el auge de las motos. Ahí decayó la actividad. Nosotros pudimos sobrellevar esos momentos porque el local es nuestro pero a otros colegas les afectó mucho”.
“La mejor época para el rubro fue durante la presidencia de Menem ahí se trabajaba muy bien. Ahora de nuevo comenzaron a venderse muchas bicis, no sabemos exactamente si es por la necesidad de bajar costos o por el tema de la salud, que la gente toma más conciencia que debe practicar alguna actividad física y la bicicleta combina ejercicio con distracción y paseo, por eso creo que la eligen”, destacó.
Las bicis nuevas también
En otro de los locales dedicados a la reparación de bicicletas, Emanuel Altamirano comentó que “hoy se puede decir que trabajo no nos falta, gracias a Dios. Mucha gente está viniendo a arreglar la bici. Nos traen bicis que estaban guardadas, muchas antiguas y otras modernas del rodado 29. Tenemos clientes de todo tipo”.
Emanuel contó que “los trabajos más frecuentes son el service completo. La idea es terminar lo antes posible, a lo sumo para el día siguiente. Como bicicletero enseguida detectamos cuál es el problema por el que llegan, incluso ya la gente te comenta si se le mueve la rueda o no frena o si hay que revisar los cambios. Son variadas las situaciones pero buscamos solucionarlo de forma sencilla”.
Un parche cuesta 100 pesos, una cámara nueva con pico de bici, para llevar 320 pesos y 350 colocada, en cambio si tiene pico de moto está 420 pesos o bien 450 colocado. “Las bicis modernas vienen también, un poco porque la gente no las conoce a fondo, no sabe cómo emplearla de la mejor manera porque de repente se encuentran con muchos cambios o bien porque se golpean. Vendemos repuestos para cualquier clase de rodados. La gente viene mira, depende del gusto y el precio, y termina comprando”, indicó Emanuel.
Y agregó que “ahora le agregan muchas cosas a las bicis, accesorios. El asiento es uno de los elementos que le brinda comodidad y siempre es muy requerido su cambio. Nosotros les aconsejamos no descuidar los cables de frenos, por de seguridad y que siempre la mantenga en condiciones”, destacó.
Según Emanuel, “aumentó la cantidad de clientes en los últimos meses, eso es notorio, en especial los días de calor, no extremos, pero es cuando se deciden a sacarlas para dar una pedaleada y ahí se acuerdan que deben pasar por la bicicletería”.