Juan Carlos Furlan (43) es un productor de Cerro Corá que también patrocina el consumo de plantas alimentarias no convencionales. Brinda charlas en aldeas Mbyá Guaraní para “recordar” a los paisanos que pueden consumir ciertas plantas que crecen en la capuera, que son comestibles y de las que “ellos ya se olvidaron”.
“En el mundo no puede haber gente que pase hambre. La naturaleza provee todo para que el hombre se alimente. Se perdió la cultura de consumir vegetales que no se cultivan”, aseguró el misionero, criado en Entre Ríos.
Su padre era ferroviario y con la debacle de las privatizaciones quedó sin trabajo. Ahí tuvo una mala experiencia familiar. Con su madre y hermanos volvió a Misiones.
Se radicó primero en la zona de Garupá, terminó la escuela secundaria y estudió Ciencias Sociales en la UNaM, pero faltaron unas pocas materias para terminar. Ya casado y con su familia, decidió buscar una vida más natural y se radicó en la zona rural del paraje Villa Venecia, Cerro Corá, donde hoy vive con sus hijos: Camilo (15) y Jazmín (10).
La niñez de Furlan estuvo relacionada al campo y al medioambiente, lo que lo llevó a vivir en una chacra. Allí fue que comenzó a interesarse por las plantas comestibles que crecen en montes y capueras, a las que denomina “no convencionales”.
“Me llamó la atención que los animales comían ciertas plantas y no les hacía mal. Me dije, nosotros también podemos consumirlas. Así fue que comencé a leer, preguntar, investigar, probar y consumir. Ahora ya son más de quince plantas que se crían en el rozado, la capuera y el monte, que conozco, y se pueden consumir sin problemas y son muy ricas en alimentos y proteínas para el organismo”.
Cuando preguntan a Furlan sobre su profesión y/o ocupación, contesta: “soy agricultor, albañil, carpintero, artesano, filosofo, investigador de la naturaleza y escritor. Soy de todo, porque hago de todo para vivir”.
Tiene muchos escritos publicados en medios digitales y trabajos de investigación. También tiene un libro en el que explayó sus conocimientos, publicado por la Editorial Ñamandú y titulado “In Naturalibus”.
De sus cualidades, destaca la férrea defensa de la naturaleza, el medioambiente y el consumo de alimentos naturales. Trata de trasmitir su conocimiento y su aprendizaje a los demás.
Califica su conocimiento como “un prueba y error, porque es así es como lo fui adquiriendo. Investigo todo lo que tengo duda, busco datos e información para salvar esas dudas”. Todo un autodidacta.
Junto a su familia tuvo la experiencia de consumir las plantas no convencionales por más de dos años. “Investigué y encontré más de quince plantas a las que le llamo ´alimenticias no convencionales´ porque crecen en las capueras, rozados y el monte, y son comestibles, pero no lo hacemos por desconocimiento de su potencial alimenticio.
Podemos encontrar paletarias, llantén, achicoria, ortiga, hongo oreja de judas y trébol, entre las que más fácil encontramos, pero la lista sigue. Pasamos más de dos años consumiendo solo estas plantas en las comidas. No tienen gusto, pero nos brindaron mucha riqueza al organismo. Hoy lo seguimos haciendo junto con otras verduras que cultivamos en la huerta”.
Furlan contó cómo surgió la idea de brindar charlas a las aldeas Mbyá sobre el consumo de estas plantas. En una oportunidad, técnicos de la UNaM le pidieron que fuera de cocinero para un grupo que visitó la Aldea Chafariz, entre San Vicente y El Soberbio.
“Nunca había cocinado para muchas personas y además, los aldeanos se sumaban a los almuerzos y cenas. Como no tenía nada verde para agregar a las comidas, comencé a aplicar mis conocimientos. Iba junto a los chicos que me ayudaban en la cocina, juntaba plantas y las agregaba a las comidas”.
“Ellos lo tomaban como una broma, pero les fui explicando y enseñando que son plantas con mucho alimento para sus organismos. Un tiempo después el director de la Escuela Intercultural Bilingüe, Diego Carballo, me convocó para que enseñe eso en otras aldeas y así fue que comencé a dar charlas”. Esa fue su primera experiencia.
Al momento de confiar cómo surgió el interés en las plantas alimenticias no tradicionales, expresó que “la forma en que nos relacionamos con el mundo es la ´cosmovisión´.
La relación que tenemos con la naturaleza es un medio, una herramienta, un instrumento, algo de lo que yo me sirvo de ella. La naturaleza da todo lo que necesitamos. Cuando brindo estas charlas grafico cómo que la naturaleza es un supermercado donde tenemos todo lo que nuestro cuerpo necesita para vivir y podemos servirnos.
En el mundo no puede haber gente que pase hambre. La naturaleza provee todo para que el hombre se alimente”. “Nuestra realidad es muy restringida, todo lo que conocemos de la realidad donde nos relacionamos es por juicios o imágenes que formamos en la mente que forma la cosmovisión. Hay que ver más allá de las plantas que podemos consumir o no”, agregó Furlan.
“El problema no es qué planta se puede comer y cual no. Son patrones de conducta que nos crearon en la mente desde niño. Eso después es parte de la cultura donde vivimos. Hablar de las plantas no convencionales es la excusa para poder ver problemas mucho más graves de cómo nos estamos relacionando con el entorno. Somos los que construimos este mundo y somos los protagonistas de este mundo”.
En las charlas o enseñanzas que deja Furlan en las aldeas Mbya, trata de quitar la palabra “capacitación”. “Lo primero que hago para comenzar la charla es decirles que no vengo a enseñarles nada, sino a recordar lo que está dentro de ellos, porque sus antepasados se alimentaron con esas plantas”.
Los Mbya aceptan el aprendizaje. A mí me incomoda un poco decir que es una capacitación la que le estoy dando. Me preocupa esa palabra. Cada vez que ellos toman la palabra capacitación, quiere decir que los estamos aculturando y esa no es mi intención.
“Se trata de devolverles una idea que les pertenece y que los blancos los ayudamos a olvidar con el avance de nuestra cultura. Llegar a ellos y conectarse es muy complicado porque tenemos que romper una barrera cultural”.
Para respaldar su teoría de que el hombre tiene todo a disposición en la naturaleza aclaró que “cuando vivís en un entorno natural, la naturaleza se obliga a germinar la planta que necesitamos consumir para vivir. La naturaleza es el balanceado que necesitamos y necesitan los alimentos”.
“Exactamente todo lo que necesitamos en el organismo está en el ambiente que vivimos. Si vivimos entre cemento, no encontramos nada. Lo podemos entender en un plano intelectual, pero tiene una profundidad y una significancia tan grande que no tiene nada que ver con la forma que nos estamos relacionando con ella. No es venir a buscar relacionarnos con la naturaleza”.