Al cierre de la semana la cotización del dólar libre alcanza un nuevo récord con lo que la brecha entre el oficial y algunas de las otras cotizaciones supera ampliamente cualquier previsión, pero el ministro Martín Guzmán afirma que los dólares paralelos no afectan la inflación.
Al mismo tiempo y por el derrumbe de los bonos, el Banco Central pierde 1.700 millones de dólares de poder de fuego.
En Palermo, Buenos Aires, un chofer de la línea 41 intenta arrollar a un hombre tras una discusión de tránsito. En una villa de CABA los vecinos de una mujer con COVID positivo apedrean su casa cual si fuera una asesina.
En Posadas un joven protagoniza un accidente en motocicleta, se rompe la clavícula y desde el nosocomio al que lo trasladan lo envían a su casa reservándole un turno… tres semanas después.
Todos los eventos parecen inconexos entre sí, pero su pertenencia es la misma y es cada vez más evidente.
Forman parte del desquicio que se volvió vivir en Argentina, un país claramente roto a partir de consecutivos malos gobiernos repletos de pésimos políticos. Una consecuencia brutal de un devenir tortuoso y trágicamente cíclico.
Ya no se trata solamente de la economía, aunque seguramente sea ese el principal motor de la crisis.
La burocracia, las formas, la comunicación gubernamental, las acciones en torno a la pandemia, la cuarentena misma y el constante enriquecimiento de unos pocos (los mismos de siempre) comenzaron a trastornar los límites de la paciencia de la sociedad. Se rompió el horizonte del entendimiento y lo que abunda es la tensión.
El Gobierno dice que trabaja para sacar del fondo a los más pobres, pero resulta que cada vez son más los que caen en ese fondo. El Gobierno afirma que desarrolla políticas para los más necesitados, pero al final son los precios de los alimentos los que traccionan la alta inflación.
El Gobierno jura que busca terminar con la grieta, pero no sólo la alimenta, sino que tiene sus propias amplias fisuras internas que confunden a propios y extraños.
El Gobierno dice que toma distancia del anterior, pero con cada acción confirma ser una continuidad del fracaso que significó el macrismo.
Ese desquicio que representa hoy el liderazgo en Argentina no puede no reflejarse en el amplio espectro social. La sociedad, al fin y al cabo, termina siendo un calco de su Gobierno.
También promueven el desquicio los que colaboraron enormemente para llevar al país a la ruina y hoy rellenan la agenda de los medios dando recetas acerca de cómo salir de este pozo… asegurando incluso que van a volver.
El desquicio parte también de las señales difusas que ofrece el Estado, cuando, por ejemplo, nos obligan a utilizar barbijos mientras circulamos en automóviles y no para acudir en masa a una playa del interior.
Pareciera ser más peligrosa una reunión de siete o ocho personas que una fiesta acuática con barcos repletos de jóvenes.
Bajo el contexto sanitario actual quizás todas sean igual de graves, pero promueve la bronca advertir que no se castiga con el mismo tenor y que incluso a veces no hay castigos.
Cuando las señales son tan irregulares se rompe el contrato social de la responsabilidad y de allí al desquicio las distancias se acortan.
Entre la calle y la heladera
Entre los muchos índices que expresan el momento, pasó desapercibido uno que describe notablemente a buena parte de la población argentina.
Las madres tienen un ingreso promedio mensual de 17.000 pesos, casi la mitad que los padres, y deudas que, en algunos casos, triplican sus sueldos.
El estudio -efectuado por la empresa Equifax- señala que las madres tienen deudas promedio por 46.000 pesos, el 64% posee algún producto crediticio como préstamos, tarjetas o cuentas corrientes, el 46% son titulares de tarjeta de crédito y sólo el 29% obtuvo con préstamos.
En paralelo, los padres argentinos perciben un ingreso promedio de 31.000 pesos.
El trabajo revela bajo qué condiciones deben desenvolverse millones de familias argentinas que hoy cayeron en la pobreza y casi no tienen margen de acción frente a una dinámica inflacionaria alarmante.
Paralelamente el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que la economía argentina caerá 11,8% este año, en lugar del 9,9% como había pronosticado en junio, y el país estará entre las 24 naciones del mundo más afectadas por la recesión en 2020.
Según el informe del organismo, la Argentina será el país con la tercera mayor caída en Sudamérica, luego de Venezuela (25%) y Perú (13,9%); luego se ubica Ecuador, con un 11%, mientras que México caerá 9% y Brasil, 5,8%.
La inflación, en tanto, volvió a dar señales de aceleración teniendo en cuenta que en septiembre llegó al 2,8% y acumuló un alza del 22,3% en lo que va del año. Bajo ese contexto es necesario observar que el Noreste sigue siendo la región más desfavorecida.
En el acumulado del año, el NEA registra la inflación más alta del país con un alza de los precios que llega al 25,3%; y también lo hace en términos interanuales (septiembre 2020 vs septiembre 2019), con el 40,3%.
Dicotomía
Ya casi no hay filminas y las conferencias se minimizan. Ahora el Gobierno emplea mensajes grabados para explicar cómo sigue el manejo de la crisis sanitaria devenida de la pandemia de COVID-19. Tras meses de aislamiento con consecuencias económicas que serán históricas, Argentina está hoy entre los países más afectados por la pandemia, tanto en muertes como en contagios.
La dicotomía es inevitable y la falta de respuestas es aún mayor. Eso también lleva al desquicio. El mismo que padecen más de 3,7 millones de personas que perdieron su empleo durante el segundo trimestre del año, como consecuencia de la pandemia.
A marzo último había 20.879.000 puestos y se pasó a 17.122.000 a fines de junio último, lo que representa una fuerte caída del 18%.
Si bien todas las modalidades de trabajo fueron afectadas, la cuarentena golpeó con mayor fuerza a los asalariados “en negro” y cuentapropistas.
En total 3,75 millones de trabajadores perdieron su trabajo o no pudieron realizarlo en el segundo trimestre de este año, durante el período de mayores restricciones a la actividad.
La tasa de desocupación subió del 10,4% al 13,1%, un nivel que no se alcanzada desde el tercer trimestre de 2004.
Microclima
Misiones fue la primera provincia del país en sancionar el presupuesto provincial y la primera en tener más del 90% de las actividades a pleno en la economía, una suerte de referencia para otros distritos.
En tanto, avanza sin pausa la gestión para que la Nación distinga a la provincia con un tratamiento impositivo diferencial, lo que aportaría una visión estratégica y una ventaja, ya sea por los beneficios para las empresas ya existentes o por la instalación de nuevos emprendedores.
El Estado y los ciudadanos se verían agraciados con menos carga fiscal y se daría un motivador efecto positivo en prácticamente todos los rubros, tanto los que se dedican al comercio interno como aquellos grandes exportadores, donde se destacan los del sector forestal.
Por otro lado la grieta tan profunda a nivel nacional parece no tener tanto impacto en la provincia. En la Legislatura, por ejemplo, siempre hubo participación opositora en las leyes aprobadas.
Por otra parte, un nuevo memorándum de entendimiento se firmó días atrás entre Silicon Misiones y el Polo IT de Buenos Aires con el objetivo de apoyar y desarrollar la cooperación en materia de promoción, difusión, capacitación e inversiones dentro del Silicon Misiones, promover el intercambio, la transferencia de conocimientos, la formación y capacitación de recursos humanos en disciplinas vinculadas a la economía del conocimiento.
A propósito, el gobernador Oscar Herrera Ahuad destacó recientemente que “siempre está en la decisión política de nuestra provincia dejar todo plasmado para cuando vengan otras generaciones, no importa el gobierno que venga, sino que se transforme en una política de Estado, muy necesaria para nuestra región”.