Además la corona de plata, trabajada en filigrana y piedras; el bastón de ébano con punta de plata, y la capa de terciopelo azul con fondo blanco, que Alicia Teresita Mariani de Cambas (66) atesora celosamente, también guarda en el corazón el cariño recibido en el mes de septiembre de 1972, al ser electa como la primera reina de la Fiesta Nacional de los Estudiantes (FNE). El evento donde la misionera se abrió paso entre otras bellezas tuvo lugar en la Federación de Básquetbol de San Salvador de Jujuy, después del desfile por la avenida Córdoba, en la carroza del colegio Santa Bárbara (su reina era María Elena Roca).
Hace 48 años, “cuando anunciaron mi nombre, ¡no lo podía creer!, porque estábamos todas iguales, todas lindas. Fue una alegría tremenda, una emoción muy grande. Seguramente lloré, ya no recuerdo, pero soy de emocionarme fácil, más aún en un momento como ese”, señaló al describir ese hermoso sueño, que durante esta primavera revivió con mayor intensidad, cuando desde numerosos medios del país la convocaron para dar su testimonio y una palabra de aliento a los estudiantes que no pudieron realizar los festejos pertinentes, a causa de la pandemia.
“Me pedían una palabra de aliento, de recuerdo, de apoyo, en un momento difícil para los chicos, que se preparan con la ilusión de participar de la fiesta y que por la aparición de la pandemia, fue suspendida. Mi idea era animarlos a que no decaigan, que tengan esperanza, que la vida no pasa por una fiesta, que mantengan siempre las buenas relaciones, que no se olviden de Dios, que es lo que sostiene a una persona”, manifestó, la primera misionera en ostentar el trono, abriendo el camino a otras tantas embajadoras de la tierra colorada.
“Les transmití que no todo en la vida es alegría, flores, colores carrozas. En la vida hay distintos matices y todos los tenemos, los pasamos. Pero si están bien, unidos, pueden mantener la amistad a lo largo de la vida como me pasó a mí, como a mi grupo de compañeras del Colegio Santa María, y a toda esa gente linda que conocí en Jujuy. Gracias a Dios tuve la oportunidad de asistir muchísimas veces como invitada, y otras tantas, en las que iba por mi cuenta, a visitar a una cantidad de amigos, de conocidos, que coseché en esa oportunidad y cuyo vínculo se afianzó con el paso de los años”, agregó, emocionada, mientras los recuerdos fluían.
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Al referirse a los días transcurridos en el norte del país, la exsoberana señaló que “para mí era todo sorprendente: el trato, la distinción, la educación, el respeto, nos hacían sentir como que realmente éramos de la realeza”. Como las demás concursantes, Mariani viajó acompañada de su mamá, Elvira Elsa “Nena” Esquivel, y a su regreso fue recibida, entre otros, por el gobernador de la provincia, brigadier mayor Ángel Vicente Rossi.
Partieron a Jujuy unos diez días antes del inicio de la gran fiesta porque “asistíamos a las elecciones de las reinas departamentales, hasta que salió la reina capital. Así estaba planteada la invitación, estaba todo organizado de manera que conociéramos todo. Fue un viaje maravilloso”.
“Nuestras madres nos acompañaban a todos lados. También entre ellas hicieron una amistad muy linda porque fueron muchos días juntas. Había colectivos dispuestos para hacer las excursiones (Purmamarca, los valles, Tilcara, los diques, a cenar, a bailar), las visitas oficiales, a medios de comunicación, e íbamos a los colegios para ver cómo iban preparando las carrozas, sea para ayudarles a hacer las flores, para pintar las calles con similares motivos o cantar carnavalitos, sólo con la idea de hacernos participar. La manera que tenían ellos de hacer, era muy distinta a la nuestra. La carroza sobre la que desfilé en Posadas, era muy linda, pero nos ayudaron a confeccionarla los chicos de la Industrial. Allá, no tenían nada de madera ni de alambre, eran todas flores individuales que iban tomando forma”, confió, la maestra jardinera y técnica en laboratorio, que ahora hace valer su título de abuela. “Percibir la alegría de los jóvenes, la competencia sana, el deseo de ganar, de ser los primeros, no tenía precio. Era todo un lujo, flores, luces, color, alegría. Realmente fue una etapa maravillosa de mi vida”, aseveró, quien con la llegada de cada septiembre experimenta “una sensación rara. A pesar del paso de los años, jamas olvidaría todo lo vivido”. Admitió que, por aquel entonces, “éramos muy inocentes. Era todo tan juvenil, puro. Todo era lindo. Íbamos a bailar con las madres, a los paseos, a observar los paisajes, a las entrevistas, nos llevaban, nos traían, a todas por igual. Era una deferencia admirable, nos hacían sentir importantes, y estábamos realmente muy contentas de vivir una etapa tan maravillosa”.
Expresó que “estábamos felices, no te creías una reina o una princesa. Por igual, disfrutábamos de ir a comer pejerreyes, de los paisajes que nos mostraban, era todo distinto, sorprendente”.
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La coronación de Teresita se produjo en horas de la madrugada. Además de tener guardada la corona de plata, trabajada en filigrana y piedras; el bastón de ébano con punta de plata, y la capa de terciopelo azul con un fondo blanco, que es un sueño, “conservo el recuerdo y el cariño que me prodigaron. Todas las participantes éramos como amigas, porque al compartir tantos momentos, no había una rivalidad manifiesta. No se veía una competitividad, era más una amistad. Sabíamos que salga quien salga, todas íbamos a estar felices por el solo hecho de haber participado de algo tan lindo, que quedó grabado en mi corazón”.
A la distancia, supone que “todas teníamos el mismo deseo, porque una va con una ilusión, pero nadie puso cara. Yo lo tenía bien en claro, que salga quien salga, estaba cumplido, por todo lo que viví, lo que aprendí, lo que conocí, y por las amistades que coseché y que perduran hasta hoy”. Entre ellas citó a su amiga, Cristina Mariani, en cuyo domicilio “nos juntamos todos, ya grandes. Su mamá, Leonor, decía que yo era su hija. Ella venía a Posadas y se instalaba en casa por alrededor de tres meses, cocinaba. Es que todo esto generó un cariño tan grande”.
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Al natural
Aseguró que “disfrutaba como lo hacían todos a esa edad. Nos metíamos en termas de reyes, nos llevaban a tomar el té a distintos lugares, era una atención tras otra. No teníamos tiempo para nada. Es más, llegaba la noche, que era el momento en el que teníamos que estar espléndidas, nos invadía un cansancio y sólo queríamos dormir. Pero había que estar de pie. Usábamos el rimmel, cuidando que no saliera torcido, un poquito de brillo en los labios y nada más. No había maquilladora, ni peluquera. Era una terrible toca en el pelo, un cepilladito, a cambiarse de vestido y vamos, que había que asistir a otro evento. Todo el día teníamos agenda, y se respetaba mucho”, narró, quien en 1972 apareció en las portadas de todos los diarios, y canales de televisión del momento.
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Hay que tener un rumbo
En su mensaje, Mariani insistió a los chicos, “que esta situación no les quite la ilusión, la alegría, que es pasajero, que sean personas de bien, respetuosas. Soy muy católica, entonces no puedo dar un mensaje sin decir que no se olviden que Dios existe y que sin Dios no somos nada. Entonces, ante cualquier dificultad, cualquier problema, hay que doblar las rodillas y recurrir a él. Quizás no te quite los problemas pero te ayuda a sobrellevarlos”.
Agregó que “ellos, que son jóvenes, tienen que saber que en la vida no son todo vanidades, paseos, diversiones, en la vida hay que tener también un rumbo fijo. El rumbo lo marca una buena educación, ser buena persona, ser personas correctas, ir por el camino del bien, porque nosotros sabemos perfectamente lo que está bien y lo que está mal, lo que debemos hacer y lo que no. Entonces, si ellos siguen en ese camino, difícilmente se van a equivocar en la vida”.
Deseó “lo mejor” a cada uno de los estudiantes. Deseo de corazón que sean personas que el día de mañana triunfen, que esto va a quedar como un recuerdo que pudo haber sido y no fue, pero que, seguramente la vida le va a deparar muchas alegrías”.
Recordó a su papá que “siempre nos enseñaba a mirar, no sólo para abajo, como ahora se camina, sino a disfrutar de la naturaleza. Nos explicaba, este árbol es tal, este otro es tal. Por eso digo que la vida no es solamente bajar la cabeza. Miren que alrededor hay muchas cosas para disfrutar y para ser felices. Sé que nos es fácil, y que a cada uno le llega de distinta manera, pero hay esperanzas y también depende de cada uno como lo puede sobrellevar. No decaigan, que una sonrisa, un buen día, un buenas tardes, un permiso, un por favor, nunca se olviden porque son cosas esenciales, son detalles que nos hacen como ser humanos, y que nos hacen mejores personas. Todo lo que aprendimos de nuestros padres, los valores, la forma de ser, de comportarse, eso para mí es muy importante”, sentenció.